Su nominación el pasado viernes no fue una sorpresa, aunque hasta el último momento planeó la duda sobre la elección que llevaría a cabo el presidente Emmanuel Macron. La misma incertidumbre que ahora hay sobre cuánto durará François Bayrou como primer ministro.
Este lunes, el nuevo primer ministro ha iniciado la ronda de consultas con los líderes de las principales fuerzas políticas, empezando por Marine Le Pen y Jordan Bardella. Una elección, y prioridad, que no ha pasado desapercibida. A su salida del encuentro en el Palacio de Matignon, Marine Le Pen afirmó haberse sentido satisfecha y escuchada por Bayrou, pero insistió en las líneas rojas: “hemos expresado el sueño de nuestro votantes, no agravar el poder adquisitivo de los franceses”.
Después de Agrupamiento Nacional fue el turno de Gabriel Attal, líder de Ensemble pour la République. Attal fue el único que no reaccionó a la salido sobre su encuentro con el primer ministro, los que sí que lo hicieron, algo decepcionados, fueron los socialistas. El líder del partido socialista, Olivier Faure, «quedó hambriento» e insistió, ante las insistencia de los periodistas a las puertas de palacio que, “aún no tenían indicaciones precisas sobre cómo pretende gobernar el primer ministro».
Todos los ojos están puestos sobre el partido socialista, después de que durante días arrojaran un rayo de luz al bloqueo político con un posible acercamiento al nuevo gobierno de Macron. Sin embargo, este lunes Faure junto con los presidentes del grupo socialista en la Asamblea Nacional, Boris Vallaud y Patrick Kanner, confirmaron en que no existe un «compromiso de no agresión” con el macronismo, como se pretendía desde un principio, ya que primero deben conocer “las condiciones que les llevarían a no censurar al gobierno”.
Este “pacto de no censura” que quiere conseguir François Bayrou con los socialistas viene con una letra pequeña por parte de la izquierda. Los socialistas se comprometen a no votar una moción de censura si el primer ministro acuerda no utilizar el artículo 49.3, comodín de la Constitución francesa que permite al gobierno aprobar leyes o presupuestos sin necesidad de votación. Una condición, sobre la que, por el momento, el primer ministro no ha querido pronunciarse.
Una intensa jornada de visitas que se reanudará mañana con el turno de los ecologistas, el grupo LIOT y comunistas. Por la tarde, François Bayrou participará en una sesión de «preguntas al primer ministro» en la Asamblea Nacional, en lugar de las tradicionales “preguntas al gobierno”. La organización de esta sesión fue solicitada por la presidenta de la Asamblea Nacional durante su encuentro con el primer ministro el pasado sábado.
Reparlamentarización de la vida política
Para el socialista Faure la única solución ante el bloqueo político que vive Francia es la “reparlamentarización de la vida política”, y aclaró que, aunque su partido busca la manera de salir de este «caos» provocado por el propio presidente tras disolver la Asamblea Nacional el pasado verano, no van a aceptar las mismas políticas que hasta ahora: «Si queremos tener la misma política macronista, las mismas causas que produzcan los mismos efectos, sancionaremos de la misma manera», es decir, con una moción de censura.
François Bayrou no lo tiene fácil. Al igual que su predecesor, que duró tan solo tres meses, sobre él también planea el fantasma de la moción de censura desde el primer día. Para algunos expertos, como el economista, Alain Minc, la única solución es “unas elecciones presidenciales para poner a las instituciones nuevamente en pie”.
Sin embargo, para el político y fundador del partido Nouvelle Energie, David Lisnard, el problema actual de Francia va más allá. Se centra en una incomprensión total del país por parte del presidente de la República, «que solo piensa en ganar unas elecciones legislativas». Además, Minc insiste en Francia atraviesa por un declive de su democracia: “hay una crisis de demos, de la representación, que a mí parecer es exagerada, y una crisis de kratos, del poder del ejecutivo”, afirma Lisnard en una columna para Le Figaro.
A pesar de que Bayrou es el cuarto primer ministro de Francia en 12 meses, Francia ha perdido la confianza y algunos ya miran al verano de 2025, cuando se acabe el veto de volver a celebrar elecciones legislativas.