Con la propina de la decadente Intercontinental ya son 105 títulos en 122 años de vida del Real Madrid. Florentino Pérez cuenta 65, más que el legendario Santiago Bernabéu. Carlo Ancelotti, 15, uno por encima del mítico Miguel Muñoz. Vinicius, por fin es The Best. Sin embargo, pese a tanta entronización, el club no se sacude su enfermiza intolerancia a la derrota y a todo aquello que considera un desaire. Lo mismo da un posible error arbitral, que la queja de los vecinos por el ruido del estadio. Solo hay enemigos: la UEFA, la Liga, ciertos medios de comunicación… Inolvidable aquella proclama de Florentino: “Muchos medios son del Madrid… pero no todos”. Por algo hay más de un vetado y no faltan las mordazas.
Este Real no se conforma con ser el mayor coleccionista de títulos, con ser la institución futbolera más universal. En el relato interno se subraya la exitosa resistencia pese a tanto conspirador. Si el árbitro se come un penalti en Vallecas, desde el club le crujen. La Liga de Negreira, sostienen mientras obvian, por ejemplo, el gol anulado a Lewandowski en Anoeta. Y qué decir si un centenar de periodistas de 100 rincones del planeta no votan a Vinicius. Entonces, el berrinche del siglo, la jeremiada de las jeremiadas. No basta con que el brasileño sea un excelente futbolista, como Bellingham, Mbappé y otros cuantos. Al madrileño Rodri ni agua. ¿Qué hubiera ocurrido de haber ganado el Balón de Oro alguien con menos hechizo como Carvajal? ¿Es que hay mayor galardón que los golazos y apoteósicos regates de Vinicius?
Otros artículos de José Sámano
Para la cesarista dirigencia actual solo existe el Madrid, todo lo demás es una herejía. Nada de ensalzar al adversario, de ahora o de la prehistoria, porque, al fin y al cabo, los rivales solo son un mal necesario. Ya sea el Milan de Sacchi o el Barça de Guardiola. La excelencia “florentiniana” es solo blanca.
Su deslumbrante sala de trofeos no le otorga el derecho al gobierno absoluto del fútbol. La Liga, la UEFA, el colectivo arbitral o el vecindario no son títeres. Cabe debatir sobre la Champions, pero no atizar en la hoguera a los que mayoritariamente rechazan lo que se llamaba Superliga y hoy ya se parece más a la Liga de Campeones.
El penúltimo retoque se anunció esta semana en coincidencia con el abrigo de la FIFA al Madrid en Qatar. Para el “fifo” Infantino todo pellizco al “uefo” Ceferin merece un brindis. Con este proyecto el Madrid quiso imponer, nunca conciliar. Ahora, obligado a flexibilizar, cabe que encuentre mayor consenso. Puestos a discutir ciertos torneos, desde el Real nadie ha reparado en la Intercontinental, una alfombra roja para el equipo europeo de turno. Pero ello no desmerece al ganador, el Madrid en este caso. Para tirar confetis en el paseíllo de Doha antes hay que levantar una Orejona.
El Real Madrid no necesita la confrontación a perpetuidad. Su marca despierta admiración, gana como nadie, cuenta con varios de los mejores futbolistas del mundo, está bien apañado financieramente y le da cobijo un estadio imponente. Si algún día Vinicius no triunfa en Eurovisión el club no debiera inmolarse.
P.D.: En The Best, el capitán de Finlandia votó, por este orden, a Wirtz, Haaland y Kroos, y su seleccionador a Rodri, Bellingham y Carvajal. El del brazalete de Albania, a Kroos, Vinicius y Rodri, y su técnico a Vinicius, Rodri y Bellingham. Por Namibia, Vinicius, Bellingham y Rodri; el entrenador se inclinó por Rodri, Mbappé y Carvajal. Y en Uganda, sumaron Vinicius, Messi y Rodri. Desde el banquillo apostaron por Bellingham, Rodri y Vinicius.