Casi una semana después de su nombramiento, el nuevo primer ministro francés, François Bayrou, invitó el jueves a los representantes de todas las fuerzas políticas, con excepción de la izquierda radical y la extrema derecha, y les ofreció unirse a su Gobierno, diciendo que estaba dispuesto a «reanudar» la reforma de las pensiones. Bayrou confía en nombrar a los miembros de su gabinete «antes de Navidad», según aseguraron varios de los participantes en la reunión de este jueves en el Palacio de Matignon, la sede del Ejecutivo. De nuevo, los plazos no se cumplen, pues prometió que habría Gobierno esta misma semana.
Según fuentes del Gobierno, el primer ministro ha puesto sobre la mesa dos propuestas para intentar convencer a sus interlocutores: por un lado, ha realizado un «ofrecimiento público de participación» en el gabinete dirigido a todos los partidos presentes en la mesa; y por otro, ha planteado reabrir un diálogo durante «nueve meses» con los agentes sociales y las fuerzas políticas «sin suspender» la polémica reforma de las pensiones adoptada en 2023 mediante el artículo 49.3 (esquivando el voto en la Asamblea Nacional), que la izquierda y la extrema derecha de Agrupación Nacional (RN, en sus siglas en francés) quieren derogar.
No obstante, no hay garantía de que las propuestas de Bayrou cambien las líneas, ya que su acogida fue fría entre algunos de los participantes. A su salida de la reunión, el líder del Partido Socialista francés, Olivier Faure, rechazó entrar a formar parte del Ejecutivo, aseguró estar «muy insatisfecho» con las negociaciones y declaró que, de momento, el primer ministro «no ha dado ninguna razón para no censurarle». Por su parte, el diputado comunista Stéphane Peu puso como condición para entrar en el Gobierno que renuncie al uso del artículo 49.3, algo que Bayrou rechazó. Ambas formaciones consideraron que el primer ministro «no tiene la forma de un estadista» y es un «vendedor de la Cuarta [República]».
El centrista sucedió a Michel Barnier, derrocado después de sólo tres meses en el cargo por una moción de censura histórica votada por diputados de izquierda y extrema derecha. Bayrou se convirtió así en el sexto jefe de Gobierno desde la primera elección de Emmanuel Macron en 2017 y el cuarto en 2024, una inestabilidad del Ejecutivo que Francia no experimentaba desde hacía décadas.
Designado el viernes, al final de una tensa mañana en el despacho de Macron, Bayrou ha recibido desde entonces a dirigentes políticos y parlamentarios en reuniones oficiales o más informales.
Su primera semana en Matignon estuvo marcada sobre todo por las críticas por acudir al consejo municipal de Pau, ciudad de la que pretende seguir siendo alcalde, en el avión presidencial en plena crisis en el archipiélago de Mayotte, devastado por el paso de un ciclónr, y por participar en la reunión de urgencia a través de videoconferencia.
Fuertes exigencias
Sin una mayoría en la Asamblea Nacional, el centrista, que desde hace décadas aboga por un Gobierno que reúna sensibilidades diversas, se enfrenta actualmente a las fuertes exigencias de Los Republicanos y a crecientes intentos de censura de la izquierda.
El formato de la reunión convocada este jueves recuerda a la de hace nueve días en torno a Macron en el Elíseo, donde se discutieron escenarios de no censura de la oposición.
El primer ministro sólo cuenta con un 36% de satisfacción, según una encuesta Ifop para Sud Radio hecha pública este jueves, frente al 52% y el 53% de sus predecesores, Michel Barnier y Gabriel Attal, cuando empezaron en Matignon.