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Abrió 2024 el Girona con un brillante triunfo sobre el Atlético (4-3) y lo cerró con otro ante el Valladolid doblemente útil (3-0), porque homenajeaba el mejor año de su historia y atajaba una mala racha parcial de seis encuentros sin abrazarse a la victoria.
La necesitaba el once de Míchel para endulzarse el descanso, y encarar la segunda mitad de la temporada, limitada ya a ascender en la Liga para regresar a Europa, aunque en enero aguardan dos citas de tronío con el Milan y el Arsenal que exigirían la reaparición del mejor Girona jamás visto.
No fue el que se marchó de vacaciones, aunque liquidara con facilidad al hundido Valladolid, un invitado que vino de perillas para que los indicios de recuperación en el juego se plasmaran en el marcador. De forma fea, sin embargo, con un gol de rebote en una falta lanzada por Miguel y una desacertada intervención del meta Hein para que Abel Ruiz, el ‘nueve’ rojiblanco, al fin, festejara un gol. El 2-0 del descanso dictaba la sentencia anticipada del duelo. Se adivinaba imposible que los tres puntos volaran de Montilivi.
Abel Ruiz celebra su gol al Valladolid, que era el 2-0 del Girona, junto a Miguel, que le dio la asistencia en Montilivi. / Efe / David Borrat
Ejercicio de paciencia
Se vio inmerso el Girona en la tesitura del equipo grande que se enfrenta a un ejercicio de paciencia ante un rival encerrado. Cosas de la grandeza adquirida; cosas, también, de un Valladolid anclado en el descenso, cerca de la segunda división que la pasada campaña abandonó.
Ya le gusta al Girona jugar al ataque. Lo hacía cuando no era nadie. La idea es la misma, pero los jugadores no, y los resultados lo recuerdan con acritud. Los antiguos se mueven con la confianza de saber lo que hacen. Blind pisó el área castellana cuando lo creía conveniente, Miguel paseaba los galones en la parcela central, Arnau se juntaba con Asprilla. Pero los nuevos parecen ir con el freno, pendientes de cumplir las instrucciones en la compleja dinámica de pases -Blind centró desde el extremo derecho a Arnau, que peinó en el área en una jugada del primer tiempo, por ejemplo- , y con la dificultad de jugar a la velocidad de uno y dos toques, imprescindible ante el cerrojazo del Valladolid.
El Girona atiende al juez de línea, que había chocado con Míchel mientras corría por la banda. / Marc Martí Font
Gazzaniga estrena los guantes
Pese a su precaria situación no se mostró muy desesperado el cuadro pucelano, que salió a tientas de la cueva en la que se había protegido. No pisó el área hasta el minuto 60 y chutó por primera vez siete más tarde, lo que permitió a Gazzaniga estrenar los guantes. Sólo había manchado las botas en pases de apoyo.
Michel sacó a los suyos de su talante contemplativo en el que había caído gestionando el marcador con dos delanteros ávidos de gol que exigieron brío a sus compañeros y Arnau encontró a Danjuma. El Valladolid de Diego Cocca, que se había estrenado con la victoria al Valencia (el penúltimo sobre el último) nunca arriesgó, y el castigo a su cobardía resultó ser una derrota mayor.
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