En la situación que estoy, es decir, señalado por todos ellos, no me pasaría nada, absolutamente nada, si escribiera sus nombres y las travesuras que hacen. Las hacen creyendo que ayudan al Barça y lo único que hacen es perjudicarle, destrozar su imagen, su prestigio, su reputación.
Es hasta posible que ni siquiera Joan Laporta, que, por su cuenta, también intoxica lo suyo, sepa que esos que, dicen, protegerle y llevar la comunicación del FC Barcelona y hasta la del mismísimo presidente, lo único que hacen es complicar aún más las cosas, entre otras razones porque de lo que no tienen ni idea es de comunicación.
Concluida la injusta y dolorosísima derrota ante el Atlético de Madrid en uno de los mejores partidos de la ‘era Flick’, los correveidiles del palco empezaron a llamar a los periodistas de cámara y, a las 24 horas, las webs de los periódicos deportivos, de aquí y de allá (allá les encantan estas cosas), contaron que Hansi Flick no está en peligro.
Ese móvil maldito
Miren, ya saben (sí, ya sé que se lo he explicado muchas veces) que tengo 72 años y llevo 55 en esta bendita profesión. Sé que estas cosas no salen, si el club no las promueve. Sé que a ningún periodista de cámara se le ocurre algo así, de pronto, por inspiración divina. Alguien le ha llamado, algún asesor personal, alguno de los correveidiles intoxicadores.
Cuando ocurren estas cosas, me acuerdo cuando, en casa, éramos nueve hermanos y se rompía un vaso. Siempre se oía una voz que gritaba “¡yo no he sido!”. Y papá, ya sabía quién había sido. En efecto: el vaso lo había roto el que había gritado que él no había sido.
En ese sentido, puede, como contaba ayer Francisco Cabezas, que las dudas empiecen a apoderarse de Laporta y, sobre todo, de esos asesores que ya le calentaron la cabeza con la tesis de que Xavi Hernández no valía para esto. Vamos, que le venía grande el Barça.
Flick, cuando llegó, no sabía dónde se metía. No tenía ni idea. Le hacía cierta gracia eso del entorno. ¡Ojito no empiece a saber de qué le hablaron! La arrancada de caballo y parada de burro de este prometedor equipo empieza a tener sus números rojos, material incendiario para los desestabilizadores… del palco. Por ejemplo, el año pasado Xavi, a estas alturas, tenía los mismos 38 puntos; la temporada anterior, 41 y la 22-23, la friolera de 50. Miau.
Es decir, para que el Barça, que ha hecho la peor primera vuelta de los últimos 20 años, sume los 88 puntos que Xavi totalizó hace dos campañas, Flick debería sumar 50 de 57 puntos en la segunda vuelta. Miau. Y para igualar los 85 del año pasado, debería ganar 47 de 57. El Barça que bautizó Flick, en agosto, puede; el Barça actual, el de los 5 puntos de 21, miau.
Para que el Barça sume los 88 puntos que Xavi totalizó hace dos campañas, Flick debería sumar 50 de 57 puntos en la segunda vuelta. Miau. Y para igualar los 85 del año pasado, tendría que ganar 47 de 57. El Barça que bautizó Flick, en agosto, puede; el Barça actual, el de los 5 puntos de 21, miau.
Y es que si hacemos la clasificación de las últimas seis jornadas (13, 14, 15, 16, 17 y 18; el 1-5 de Mallorca es de la jornada 19), el Barça de Flick es ¡último!, con dos puntos y el Atlético, líder, con 18.
Hace días que no oigo a Laporta decir esa frase con la que trata de (seguir) dañando a Xavi: “Flick no pone excusas”. El presidente oculta, con cierto disimulo, el cabreo que acumula ante una de las peores rachas de las últimas décadas. Igual, pese a lo ‘cruyffista’ que es, preferiría jugar peor y ganar, pero…se impone la sentencia de siempre: mejor perder un partido, que la identidad.
El desquiciamiento del Barça, culpa, en parte, de esos asesores personales y de comunicación que rodean y se someten a los caprichos de Laporta, es de tal dimensión, que los que arremetieron contra el presidente tras el 1-2 del Atlético, en los aledaños del palco, le criticaban por haber sancionado a la grada de animación, no por el escandaloso retraso en las obras del Spotify Camp Nou ni, mucho menos, por la comisión multimillonaria que se lleva su amigo, el tal Darren Dein.
Repito: Hansi Flick ya empieza a intuir dónde se ha metido. Y esto solo acaba de empezar.
PD: Joan Laporta ya ha podido devolverle el favor a uno de los empresarios (ricos) que le ayudó a financiar su campaña y acaba de convertirlo en un directivo más. Eso, uno más. Ni siquiera sabe cuál es su cometido. Antes, no podía ser directivo, pues no llevaba los suficientes años de socio. Amigos que añadir a la familia.
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