Carlos Alcaraz sigue con su puesta a puto para el Open de Australia, que arranca este próximo sábado. Tras aterrizar en Melbourne el domingo, el murciano se probó con Perricard primero (lunes) y Djokovic después (martes), antes de medirse a De Minaur este mismo miércoles en un partido de exhibición en la Rod Laver Arena.
Es ya una tradición ver a Carlitos en estos partidos en la semana previa y más aún hacerlo con Álex De Minaur, algo que ya sucediera el año pasado, además con resultado casi calcado. El australiano se llevó el gato al agua esta vez también en el súper ‘tie break’ del tercer set (7-5, 4-6 y 10-5).
Más allá del resultado, lo importante para Alcaraz era empezar a coger ritmo de competición ante un rival de altura, que siempre se crece en su cita más especial del año. Es la gran esperanza local para poder ver por fin un campeón australiano brillar en Melbourne, algo que no sucede desde 1976, cuando lo hiciera Mark Edmondson.
Como era de esperar, fue un partido con menos ritmo del habitual, con grandes puntos y algo de fantasía que los jugadores quisieron brindar al público, pero una más que buena primera prueba para acabar de poner su puesta a punto de cara al inicio del torneo.
Antes de ello, Alcaraz volverá a saltar a la pista central de Melbourne Park para medirse a otro tenista local en otra exhibición. Será este viernes ante Alexei Popyrin, en la que ya será su última prueba antes de iniciar su camino hacia el gran objetivo de su temporada, levantar el Grand Slam todavía pendiente en sus vitrinas.
A por la estrella pendiente
En Australia, Alcaraz buscará su única cuenta pendiente en cuanto a Grand Slams. El murciano no ha podido nunca superar los cuartos de final, donde cayó el año pasado ante Zverev. París, Londres y Nueva York ya figuran en sus vitrinas… y en su nueva bolsa Babolat que lucirá en Melbourne.
Una estrella naranja (tierra batida), otra verde (hierba) y una más azul (pista dura del Us Open) figuran al lado de su nombre. Solo falta una, otra azul delante de todo, que buscara con la máxima ambición a partir del día 11 y hasta el domingo 26, en el que espera estar en la gran final.
“Soy un chico muy ambicioso y quiero más y Australia es lo que quiero tatuarme aunque a mi padre no le guste mucho. Ser campeón allí es mi principal objetivo para la próxima temporada”, manifestó el pasado mes de diciembre, mostrando su clara ambición por conquistar el único gran territorio pendiente en su carrera.
Pintar la nueva estrella en su mochila y tatuarse el único gran territorio pendiente (en forma de canguro) en su cuerpo son el gran objetivo y el gran sueño de un Alcaraz que ya pisa fuerte en Melbourne.