A Gavi le inspira Arabia Saudí. Su consagración llegó en la Supercopa de 2023 cuando marcó un gol en la final al Madrid. Ausente el año pasado, gravemente lesionado, volvía al desierto y se sintió renacer en su lento regresar después de una temporada perdida. Peleando por disfrutar otra vez de la titularidad garantizada que tenía, cuando la hinchada culé coreaba su nombre, conmovida por el generoso esfuerzo del pequeño futbolista sevillano.
Más de un año sin marcar un gol (desde septiembre de 2023), el último antes del sufrido paréntesis. Sin acordarse de cómo se celebran, sólo con la memoria inmediata que le recordaba, seguramente, que el privilegio de la titularidad procedía de la desdicha de Dani Olmo, aunque liberado a última hora de su exclusión del fútbol. El Barça se salvó gracias a una medida cautelar y Olmo se salvó por la gracia de Gavi, que le metió en la final. Quién sabe si a su costa.
Reloj marcando las horas
Fue inequívoca su dedicatoria, marcando las horas en un imaginario reloj en la mano izquierda. Si no hubiera señalado hacia la grada, donde estaba sentado Olmo, habría sido igualmente reconocible el destinatario de la celebración. Olmo ha patentado la gestualidad del festejo para repetirlo y sacar rédito. Ya lo hizo para anunciar la llegada del nuevo año pese a que, justo en ese momento, un empleado de Javier Tebas le borraba de la plantilla del Barça. Otro, o el mismo, volverá a escribir su nombre con desgana.
«La celebración era para Dani. Se lo dicho antes del partido, que si marcaba se lo dedicaría a él. Sabe que es un jugador muy importante para nosotros y estará en la final», confirmó Gavi, tan satisfecho por el gol como por las sensaciones de plenitud que va recuperando: «La lesión ya forma parte del pasado».
Gavi también metió en la final a Iñaki Peña. O la posibilidad de disputarla. No contrajo méritos el meta titular, que abrió la puerta de la oportunidad a Wojciech Szczesny. Se sabe que el polaco se estrenó con el Barça en Barbastro para justificar su apresurado fichaje con la lesión de Ter Stegen. Se supo que Szczesny jugó ante el Athletic porque Peña llegó tarde a una sesión de activación del equipo y Flick le castigó excluyéndole de la titularidad. La misma medida que tomó con Jules Koundé en Vitoria. El francés cayó al hoyo del banquillo por un retraso. No importa el tiempo de tardanza para Flick, sino el hecho de no haber sido puntual.
Szczesny podría reivindicar su puesto para la final por su buena actuación. El balón está en la cabeza de Flick, perfectamente legitimado para recuperar a Peña tras el efímero castigo o mantener a Szczesny al carecer de motivos para sacarlo del campo.
El método Flick
Los dos goles llegaron mediante el mismo procedimiento. El método Flick, cuyo uno de sus primeros fundamentos en la presión adelantada para robar el balón en el campo contrario. Con el Athletic saliendo desde atrás, Raphinha interceptó el balón que desembocó en el 0-1 y habilitó la carrera de Balde, que centró a un Gavi solo. El segundo gol gracias a la intuición de Iñigo Martínez que cortó un pase dirigido a Guruzeta. Recogió el balón Pedri y se lo entregó a Gavi, su viejo compinche, que lanzó la carrera en solitario de Lamine Yamal para el mano a mano con Unai Simón.
«Es normal que estén aliviados Olmo y Víctor, estaban nerviosos por no poder jugar», comentó Lamine Yamal, el otro contribuyente de la felicidad culé.