Un chat entre dos amigos, con risitas cómplices, sosteniendo que Adolf Hitler fue «comunista» y que el antisemitismo es territorio «de la izquierda»: con este tipo de distorsiones y mentiras, se desarrolló el esperado chat en X Space entre el magnate Elon Musk y la líder de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Alice Weidel. Es decir, el único partido que, para el asesor del presidente electo Donald Trump, puede «salvar a Alemania», actualmente en segunda posición en intención de voto ante las elecciones generales del próximo 23 de febrero.
El chat tuvo un pico de audiencia sobre los 210.000 seguidores, en formato audio e íntegramente en inglés, más orientado hacia Estados Unidos que a Alemania. De antemano había levantado ampollas entre el espectro parlamentario germano, en Bruselas y en París. Los contenidos de la conversación rozaron lo insoportable, por las dimensiones de la capacidad de tergiversación de ambos, pero sobre todo por su potencial impacto en la campaña, en manos del dueño de X y Space.
«Honestamente, la AfD es el único partido que protege a los judíos en Alemania», aseguraba Alice Weidel, tras esquivar preguntas sobre la situación en Israel -«es muy complicado», dijo-, mostrar comprensión hacia Benjamin Netanyahu y su admiración hacia Donald Trump. Musk le refrendaba su respaldo y aprovechaba algún que otro hueco para hablar de aliens, de Marte y del universo.
El chat en Space X se desarrolló de acuerdo a lo esperado, entre dos manipuladores desatados y dispuestos a dar la vuelta a la historia tanto de Alemania como a los objetivos de la ultraderecha europea que respalda Musk. Weidel arremetió contra Angela Merkel, a la que responsabiliza de la «descontrolada invasión» migratoria llegada a Alemania, del sistema educativo a su juicio nefasto y también del adiós a la energía atómica. Al Gobierno del canciller Olaf Scholz apenas se refirió, tal vez por puro menosprecio o porque consideró que la última figura política de relevancia en Alemania a la que se conoce en EEUU es Merkel. Dibujó una Alemania colapsada por la burocracia, donde los jóvenes no pueden aprender nada y donde se «tira el dinero por la ventana» para atender a la migración.
Los tentáculos de Musk en la campaña alemana
«Solo la AfD puede salvar Alemania», con esta frase, referida a la AfD, Musk empezó a azuzar la campaña electoral hace unas semanas, a través de una columna publicada por el poderoso grupo mediático Axel Springer. El líder del bloque conservador, Friedrich Merz, al que los sondeos ven como próximo canciller, lo catalogó de «injerencia» sin precedentes, por proceder del asesor designado por Trump.
El Gobierno alemán trató de responder con serenidad al provocador apoyo de Musk al partido que representa, como parte de la derecha radical europea, al trumpismo continental y, a la vez, con fuertes vínculos con el Kremlin. Mientras su ministro de Economía y candidato de los Verdes, Robert Habeck, calificaba de «intolerables» los manejos del magnate, Scholz aseguraba que lo mejor era tomarlos «con calma». Habeck, además, ha instado a Musk a revelar sus algoritmos, para calibrar su capacidad para manipular una campaña electoral.
El canciller y candidato socialdemócrata ha capeado con sangre fría los insultos de Musk, que le ha calificado de «loco». En realidad, el más agraviado fue el conservador Merz, ya que Musk colocó su columna de apoyo a la AfD en el dominical del diario ‘Die Welt’. Es decir, un medio del grupo Springer, que desde tiempos del canciller Helmut Kohl fue territorio amigo a la derecha que ahora dirige Merz.
El estupor ante el apoyo de Musk a la AfD han ido más allá de Alemania. Desde la UE se ha criticado la injerencia del aliado de Trump. Más categórico fue el presidente francés, Emmanuel Macron, que acusó al sudafricano de integrar una «internacional reaccionaria«.