Hace justo un año, tras la disputa del Open de Australia 2024, Paula Badosa sorprendió a todos con unas declaraciones en las que expresaba su preocupación por el declive del tenis español. Solo ella y Carlos Alcaraz representaron a España en la tercera ronda del torneo, algo que no pasaba desde 1999.
Un dato que evidenciaba la falta de primeras espadas en el tenis masculino y femenino y sobre el que Badosa reclamaba más trabajo de base de la Federación Española de Tenis. «Estamos Alcaraz, Davidovich, yo y poco más. Carlos es un fuera de serie y Davidovich tiene mucho potencial y es capaz de todo, pero en la parte femenina está costando un poco más, miro atrás y veo que faltan jugadoras. El motivo no lo sé y me gustaría saber la solución para poder ayudar a que salieran más tenistas en las siguientes generaciones», aseguró Paula.
El triunfo ante Vondrousova
Pocos meses después de estas palabras, en Wimbledon, todo cambió. Era el primer día de competición, el partido que inauguraba la pista central de La Catedral del tenis con el siempre tradicional partido de la vigente campeona. Y ahí, todo lo había reclamado Badosa seis meses atrás se convirtió en realidad. Una joven gallega de 21 años y 1,70 metros sorprendió al mundo derrotando en dos sets a Marketa Vondrousova, en una inmejorable carta de presentación al mundo.
Alcanzó la tercera ronda del torneo, donde se topó con la que sería la campeona de la edición, Barbora Krejcikova. Fue una primera demostración del potencial y de la calidad que atesora, aunque meses antes en Madrid, precisamente ante Paula Badosa, ya había hecho su carta de presentación con una magistral victoria en primera ronda. Un diamante en bruto que podía acabar con la soledad de Badosa en la élite del tenis femenino.
De Londres a Nueva York
Se instaló de lleno en el circuito WTA tras la disputa de Wimbledon, y pese a que sufrió la dureza de ello, fue poco a poco creciendo. Alcanzó un gran nivel en Cincinnati y Cleveland, antes de volver a sorprender al mundo en otra gran cita. Fue en el US Open, donde alcanzó de nuevo la tercera ronda dejando por el camino a dos rivales de mayor entidad como Petra Martic y Katie Boutler con dos enormes victorias. El gran nivel de Pegula, que acabaría siendo finalista, la dejó sin poder agrandar su proeza, aunque volvió a demostrar su valía.
El final de temporada no alcanzó la regularidad deseada y Jessica se centró de lleno en preparar un año ilusionante tras su explosión en 2024. Arrancó la temporada participando en la United Cup, donde cedió ante Elena Rybakina en su primer partido, una de las grandes bazas del circuito, y demostró nuevamente su potencial con una victoria de entidad ante Maria Sakkari (6-2 y 6-1) en el enfrentamiento ante Grecia.
A las puertas de una nueva gran cita, Jessica Bouzas es sin duda una de las grandes rivales a evitar por parte de las principales cabezas de serie, conocedoras de lo que es capaz de poder hacer. Razones para creer en ella no faltan y la ilusión por poder consagrar una segunda espada en el circuito WTA crecen a medida que lo hace una Jessica que afronta el que debe ser el año de su consagración.
Pasión por los tataujes
Una de sus características más curiosa es su pasión por los tatuajes. «Creo que tengo siete u ocho» ha explicado ella misma en alguna ocasión, aunque solo tiene uno a la vista de todo el mundo. Se trata de tras letras que luce en su dedo índice de la mano izquierda, «SHH«.
«Es como un símbolo mío de cuando la gente no confía en ti, o creen que no lo lograrás. Los que te intentan apagar y se van de tu vida. Pues eso de mandar callar ¿no? Desde el respeto siempre, pero para toda esa gente. Lo mostraré en la pista si consigo tener continuidad en los resultados» explicó tras su victoria en Wimbledon en julio del año pasado.
Un tatuaje para reivindicar y un espejo claro en el que mirarse. Jessica ha afirmado en varias ocasiones que Garbiñe es su gran referente más claro, a la que muchos comparan por su forma de jugar. «Para mí, es un halago que me comparen con ella. Ojalá llegue a lo que ella» asegura sobre una Garbiñe a la que,» le debemos mucho por todas las cosas que nos ha dado». En Melbourne, Garbiñe rozó la gloria. Ahora le toca a su sucesora.