París puede valer una misa, y quizá la frase que se le atribuye a Enrique IV de Francia le cabe a una ciudad de conversiones, aunque no sean religiosas y oportunistas sino monetarias. Pero por estos días el costo de una hamburguesa, no cualquiera, una consumida en McDonald´s, es casi de otro planeta. Según el índice Big Mac, creado por ´The Economist` para medir la apreciación de las monedas, Argentina es el segundo país más caro del mundo para experimentar la peculiar res molida entre panes, mayonesa y queso fundido que ofrece la casa del payaso Ronald. Para llevarse a la boca un Big Mac en territorio bonaerense hay que pagar 7,14 euros. Su carestía es apenas superada por Suiza, donde se lo compra por 7,82 €, mientras que en Barcelona el precio es de 5,25 €, lo que ubica a la ciudad condal en el puesto 18.
El McDonald’s suele ser considerado un lugar de comida barata y de ocasión, en especial entre aquellos que no se preocupan tanto por sus fuentes nutricias. Pero la palabra «barato» ha perdido relación con la realidad en la Argentina de Javier Milei como consecuencia de la una tramoya económica ya experimentada otras veces.
Por razones relacionadas con la especulación financiera propiciada por el Banco Central, el precio del dólar se ha derrumbado de manera ostensible este último año. A pesar de su nombre en inglés, ‘carry trade’, varias generaciones de argentinos conocen el procedimiento porque han enfrentado sus consecuencias. Un inversor toma préstamos en dólares gracias e invierte en la moneda local cuando ofrece ganancias significativas. Eso permite luego volver a comprar muchos más dólares antes de una devaluación.
La dictadura y el ‘corralito’
La maniobra tiene otra forma de nombrarse, «bicicleta financiera». Ha dejado su marca durante la última dictadura (1976-83) y la década de los 90, con su impronta neoliberal y una paridad artificial entre el peso argentino y la divisa norteamericana, hasta que estalló el corralito financiero, en diciembre de 2001. La «bicicleta» retornó durante el gobierno del magnate Mauricio Macri (2015-19) y tiene su cuarta versión por estos días.
Milei, quien había prometido hacer estallar el Banco Central y dolarizar la economía, volvió a adoptar una receta conocida con el correspondiente impacto: la inflación en pesos se reduce y, en cambio, asciende en dólares. Las empresas locales comienzan a quebrar en serie, como acaba de ocurrir con Dánica, una histórica proveedora en el mercado de manteca y margarina, quizás utilizadas por McDonald’s, porque los costos son mucho más altos en dólares de lo que puede absorber la producción.
El fortalecimiento artificial del peso hace que todo sea más caro en dólares en Argentina: un par de zapatillas, una casaca, una maleta de cuero. Sobre 46 bienes analizados por distintas consultoras, 38 se ubican por encima del promedio internacional. En el país de las vacas, un litro de leche tiene un valor de 1,94 €, contra 0,99 € de España.
«Milei esconde la inflación en pesos debajo de la alfombra de la inflación en dólares, en Brasil todo vale la mitad. Los chilenos, paraguayos y franceses, estadounidenses se sorprenden», señaló el economista Juan Enrique. Los turistas argentinos han ido en masa al vecino país, no solo porque sus playas son más atractivas y el agua del mar menos fría sino porque veranear en la Costa Atlántica es casi prohibitivo. Una prueba elocuente la ofrece el Big Mac, a 4,66 euros en Brasil.
La paradoja
El precio astronómico de un Mac Donald en la ciudad de Buenos Aires tiene el sabor de la paradoja: el consumo de carne vacuna es el más bajo en 28 años, según los cálculos de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA). La cifra de 47,2 kilos por persona. Décadas atrás, cada argentino masticaba por año 74 kilogramos solamente de los cortes vacunos.
A fines de 2024, McDonald’s sumó su local 227 en Argentina, contra 119 de su competencia más directa Burger King. Lo que une a las dos cadenas de comida rápida es un mismo sentido del gusto: una hamburguesa carece de sentido si no viene acompañada de una gaseosa, ya sea de la familia Coca-Cola o Pepsi. Y así como los Big Mac son los segundos más caros del mundo en esta ciudad, los argentinos figuran entre los tres países con el mayor incremento de casos de diabetes tipo 2 atribuibles al consumo de bebidas azucaradas.
«En nuestro país, observamos en la práctica diaria que las bebidas azucaradas aún se perciben como un símbolo de reivindicación social, especialmente entre los sectores económicamente más vulnerables», dijo al diario ´La Nación` Gabriel Lijteroff, jefe de Diabetología del Hospital Santamarina de la ciudad de Buenos Aires. La investigación publicada por ´Nature Medicine` da cuenta de que solo Colombia y Estados Unidos superan a los argentinos en su ingesta de este tipo de refrescos profundamente arraigados en la cultura popular.
Un vaso aporta 90 calorías sin beneficios nutricionales. En cuanto al Big Mac, sus calorías ascienden 550. La última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud calcula que más del 67% de la población tiene sobrepeso y obesidad. El problema afecta al 41% de los niños y adolescentes entre 5 y 17 años, una edad propicia para regodearse con las ofertas del payaso Ronald.
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