Entre las familias de los rehenes, domina la cautela. «El acuerdo no se ha cerrado aún», afirma Udi Goren, representante del Foro de las Familias de los Rehenes y los Desaparecidos. «Hemos sufrido tantas decepciones durante los últimos 15 meses que, sea cual sea la verdad, la creeré cuando la vea», reconoce en un encuentro con la prensa este jueves. Pese a que los mediadores de Qatar, Egipto y Estados Unidos han celebrado la finalización del acuerdo de alto el fuego en Gaza, Israel aún no se ha pronunciado, dejando en el limbo, de nuevo, a los familiares de los 98 rehenes que aún quedan retenidos en el enclave palestino.
Durante el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre, 250 personas fueron secuestradas. Algunas de ellas, como Tal, el primo de Goren, fueron asesinadas aquel mismo día. Los milicianos palestinos se llevaron consigo el cuerpo de Tal a Gaza. «Estas no son negociaciones normales, porque, al otro lado de la mesa, hay una organización terrorista que mató, secuestró y violó a decenas de personas el 7 de octubre, y que ahora está haciendo todo lo posible para hacernos daño», afirma. «Estamos ante una contraparte muy peligrosa: aunque se implemente, el acuerdo podría fracasar en cualquier momento», añade Goren.
«Los días más estresantes»
Según las bases acordadas, durante esta primera fase de 42 días, 33 rehenes israelíes serían liberados a cambio de centenares de presos palestinos. «Tal no estará entre ellos», lamenta Goren con resignación en referencia a su primo. Entre estos primeros liberados, hay cautivos «humanitarios» -mujeres, niños, ancianos y enfermos- y cinco mujeres soldados. Pero los cuerpos de al menos un tercio de los rehenes, alrededor de una treintena de israelíes, no cruzarán la valla fronteriza hasta la tercera fase. Antes, durante la segunda fase, serán liberados los rehenes vivos restantes, compuestos por civiles varones y soldados hombres.
«Estos son probablemente los días más estresantes que hemos vivido en más de un año desde el último acuerdo», reconoce Goren. Desde esa trágica jornada, en la que murieron 1.139 israelíes, las puertas de Gaza sólo se han abierto durante seis días para que salieran los rehenes israelíes.
Durante el único alto el fuego que tuvo lugar a finales de noviembre de 2023, un centenar de cautivos abandonaron el enclave palestino. A cambio, Israel liberó a centenares de presos palestinos, la mayoría mujeres y niños. Ahora, en cuanto el Gabinete israelí apruebe el acuerdo de tregua, ese intercambio se volverá a repetir pero de forma más paulatina.
Votación pospuesta
Cada semana, a lo largo de estos 42 días, Hamás liberará a un puñado de rehenes. En noviembre del 2023, soltaba al menos una quincena al día. «Es muy difícil de aceptar, porque cuanto más se alargue el acuerdo, más cosas pueden salir mal», reconoce Goren. «Sacar a todos los rehenes va a llevar mucho tiempo, y va a ser insoportable, pero es la única opción que tenemos ahora mismo, así que, aunque no me guste, lo acepto», apunta. Tal es uno de los dos rehenes del kibbutz Nir Yitzhak, a sólo tres kilómetros de Rafah, que quedan en Gaza. Su mujer, Ela Chaimi, dio a luz a su cuarto hijo tras enterrar el ataúd vacío de un padre que nunca podrá conocerlo.
Pero no todos en Israel empatizan con el sufrimiento de las familias de los rehenes. Por eso, el acuerdo aún no se ha sellado. El primer ministro Binyamín Netanyahu ha pospuesto la votación en el gabinete de seguridad «hasta que los mediadores notifiquen a Israel que Hamás ha aceptado todos los elementos del acuerdo», pero parece que el líder israelí está intentando ganar tiempo para convencer a sus socios ultraderechistas de que no abandonen el gobierno si finalmente es aprobado.
«Deberían estar avergonzados de sí mismos”, denuncia Goren, en un mensaje mandado al ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y al de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, los principales opositores al pacto. “Los rehenes fueron secuestrados bajo su supervisión, y, desde el 7 de octubre, no han sabido encontrar una solución”, les recrimina.
Oposición al acuerdo
Tanto Smotrich como Ben Gvir, y la población de colonos radicales a la que representan, consideran que continuar la guerra y derrotar militarmente a Hamás debe ser la principal prioridad del Ejecutivo. «Es una fantasía creer que Hamás será destruido militarmente», defiende Goren. «No hay ninguna razón para continuar con esta guerra», añade. Más allá de los partidarios de extrema derecha, algunas familias de los cautivos, organizadas en el Forum Tikva, también han mostrado su oposición al acuerdo, porque consideran que las concesiones a Hamás podrían poner en peligro la seguridad futura de Israel.
A su vez, los parientes de los soldados caídos durante estos 15 meses en Gaza tampoco están a favor de llegar a un acuerdo. Al menos 407 soldados han muerto en combate. Por otro lado, algunos de los presos palestinos que serán liberados tienen sangre israelí en las manos, generando oposición por parte de las familias víctimas del terrorismo. «Entiendo vuestro dolor, pero es el precio a pagar para que nuestros parientes dejen de sufrir inanición, humillación y sufrimiento», reconoce Goren. «Todos los sacrificios hechos por nuestros soldados en Gaza nos han llevado a este punto hoy, ellos nos han permitido traer a nuestros seres queridos a casa», celebra.