La dinastía ‘warrior’ transita por uno de esos momentos que marcan un antes y un después, los abismos que escriben la historia. Hasta ahora, sólo el 2016 les humanizó. Fue el gigante LeBron James y aquel triple agónico de Kyrie Irvingen el séptimo. En ésta su quinta final consecutiva, algo que sólo lograron los Celtics de los 60, les acecha aquello de la espada y la pared después de la derrota en el tercer partido. Significativa por muchas cosas, entre otras porque es la primera en unas Finales que contempla el Oracle Arena desde, precisamente, esa de 2016.
Ahora, la pregunta en el ambiente es clara. ¿Están los Raptors listos para la gran sorpresa? De momento, ya sólo dos victorias les separan del que sería el primer anillo de su historia (en cuatro partidos, dos de ellos en Toronto). Y mantienen el factor cancha, algo con lo que los de Steve Kerr nunca habían tenido que lidiar. Aunque, si algo les hace favoritos es, sin duda, el estado físico de varias de las piezas clave de los Warriors. Ese hándicap es como la pregunta al aire que han ido lanzando los aficionados en los últimos tiempos. ¿Sería capaz Golden State de volver a ganar sin alguno de sus cuatro pilares? Ahora es una realidad.
«Lo importante era no arriesgarnos a una lesión mayor que lo sacara del resto de la serie. Estoy cómodo con lo decidido», dijo después Kerr sobre la ausencia de Klay Thompson, con cara de pocos amigos en el banquillo (era el primer partido de playoffs que se perdía en su carrera). La distensión en los isquiotibiales de la pierna izquierda que se produjo en el segundo le dejó seco. No sólo se notó su ausencia en el aspecto ofensivo, también su imprescindible labor defensiva, tantas veces pasada por alto. Se le aguarda en el cuarto, la madrugada del viernes, pero ¿a qué nivel físico regresará?
La misma cuestión se puede aplicar a Kevin Durant, que no juega desde hace casi un mes, en el quinto de semifinales de conferencia contra los Rockets. No sólo es que estén, es cómo estarán. A Kevon Looney, más importante de lo que puede parecer, ni se le espera. DeMarcus Cousins no parece estar al 100% e Iguodala también arrastra molestias.
Un panorama desolador que trae consecuencias. La lógica sobrecarga de minutos y responsabilidades de Stephen Curry, quien firmó el mejor partido de su carrera en playoffs en el tercero: terminó con 47 puntos, la segunda cifra más elevada para una derrota en la historia de las Finales (LeBron James anotó 51 en el primer partido de las pasadas). Acumula 125 minutos en pista en los tres partidos contra los Raptors, en los que ha lanzado 66 veces a canasta. Algo similar ocurre con Draymond Green, la otra pata de la mesa warrior.
Y, por otro lado, el aumento de la confianza del rival (ahí están sus 17 triples de récord y sus porcentajes de tiro) y los más de 15 puntos de cada uno de sus titulares. Los Raptors, pese a apurar su serie a seis partidos contra los Bucks (y la durísima de semis ante Sixers, a siete), mostraron unas estupendas sensaciones en el Oracle. Era el partido que tenían que ganar y lo ganaron, el primero de su historia a domicilio en unas Finales. Evidentemente con el inmenso Kahwi Leonard, el Lowry de las mejores noches, un solídismo Marc Gasol, los seis tapones clave de Serge Ibaka… pero también recuperaron la mejor versión de Danny Green (18 puntos, con seis de 10 en triples).
Una oportunidad única para los canadienses. Un desafío para los Warriors. «Estamos perdiendo 50 puntos sin KD ni Klay, pero nos adaptaremos. Es una serie larga, ya sabes. Será divertido para nosotros». Curry acepta el rato. Aunque nadie dejará de mirar el parte médico.