La empresa periodística

Los archivos del Pentágono, la película de Steven Spielberg sobre la lucha entre The New York Times y The Washington Post con la Administración Nixon por la publicación de informaciones muy perjudiciales para aquel Gobierno, es una llamada a defender la libertad de información y el derecho que tiene un país a tener una prensa responsable. Se ha estrenado en un momento clave, cuando la presidencia de Trump intenta desprestigiar a los medios y desvirtuar su papel en una sociedad democrática como Estados Unidos. Es una de las respuestas de Hollywood al acoso del poder a la prensa.

Una de las tramas de Los archivos del Pentágono es el papel de la empresa periodística en su relación con el poder. Y la verdad es que aquel episodio también conocido como el de los papeles de McNamara, -porque Robert McNamara era el secretario de Defensa durante el affaire– ya de por sí, es el guion perfecto para encarar el asunto. En el plano personal, Katharine Graham, la dueña del Post, es amiga íntima del político que protagoniza de ese fenomenal engaño a la sociedad -la verdad sobre la guerra de Vietnam- y debe resolver si publica lo que puede acabar con la carrera de su amigo.

En el plano profesional, Graham tiene que decidir si publica esa información altamente sensible y cumplir con ese deber de informar a la sociedad, sabiendo que pone en riesgo el periódico y la empresa que ha heredado de su familia. En un lado tiene las presiones de su consejo de administración y de los abogados de la compañía y en el otro, las de la redacción, encarnada en el inefable Ben Bradlee.

La empresa periodística es especial. Recuerdo que uno de los fundadores del Grupo Recoletos siempre comentaba que quien quisiera ganar mucho dinero en los negocios nunca montara uno de prensa. No hablo aquí de los grandes conglomerados de radio y televisión, que son más empresas de entretenimiento que periodísticas. Y tenía toda la razón.

La película hace ver la importancia del papel que juega la prensa en la democracia y para ello resalta dos factores, que siempre deben estar presentes en una sociedad libre. El primero es la existencia de empresas periodísticas financieramente fuertes, y el segundo, la de empresarios de prensa que estén dispuestos a llegar hasta el final por cumplir con su deber de informar verazmente a los ciudadanos. Hoy, en plena batalla contra las noticias falsas y la concentración del flujo de la información, estas condiciones son más necesarias que nunca.

Hay escenas en la película en las que se ve cómo los ciudadanos de Washington arropan a Graham y a Bradlee en su batalla contra la Administración Nixon. Con todos los errores cometidos, la responsabilidad del periodismo es ofrecer un producto con información veraz y cumplir con la obligación de ser un contrapoder del poder. Pero si quiere que sea así, y más en momentos como los actuales, el ciudadano también tiene la suya: ayudar a sostener este tinglado. Así está ocurriendo en estos años en Estados Unidos. Vaya a ver Los archivos del Pentágonoy se dará cuenta de todo esto.

Vía: http://www.elmundo.es

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