No hay más que mirar a los posibles ‘presidenciables’ demócratas para 2020 para ver el faccionalismo del partido. Cada uno representa a un grupo. Aquí va una lista de varios de los que más suenan, de sus fortalezas y debilidades ‘identitarias’.
Elizabeth Warren
Su mayor problema es el mote que le puso Donald Trump: ‘La senadora Pocahontas’.
El apodo se debe a, precisamente, la política de identidad. Warren alegó sus (imposibles de demostrar) ancestros indígenas para hacer progresar su carrera universitaria. Así es como la Universidad de Harvard, en la que daba clase antes de entrar en política, la calificó oficialmente como una «persona de color».
Warren es el ídolo de la izquierda exquisita demócrata. Hace cinco años, en la presentación de su libro ‘Acabemos con esta crisis!’ en la librería Politics and Prose de Washington, el Nobel de Economía y columnista del New York Times Paul Krugman dijo: «mi héroe». Pero eso puede quitarle votos en otros segmentos electorales. La senadora tiene, además, otro problema: no le gusta hacer campaña.
Cory Booker
Booker recuerda demasiado a Obama, y dos afroamericanos seguidos pueden ser demasiado. Aunque, en realidad, el parecido es superficial, puesto que su experiencia política le da muchas vueltas a la que tenía Obama cuando se presentó a la Casa Blanca. Ha sido alcalde de Newark, la ciudad del aeropuerto que lleva su nombre, junto a Nueva York, un municipio devastado por la deslocalización industrial y las tensiones raciales.
El senador favorece una sanidad pública y universal a la europea, lo que en EEUU es, para muchos, un primer paso hacia el comunismo. Pero no es menos cierto que, tanto en Newark como, ahora, en el Senado, ha colaborado con los hermanos David y Charles Koch -dos bestias negras para los demócratas por su papel como financiadores del Partido Republicano y, más aún, del ‘Tea Party’- y con el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg. Semejante incesto con el capital le puede pasar factura en las primarias.
Andrew Cuomo
Su padre, Mario, renunció a presentarse como candidato en 1992, convencido de que, tras la victoria en la Guerra del Golfo, George Bush era imbatible, y dejó el camino abierto a Bill Clinton. Un cuarto de siglo después, el hijo está en la misma posición. Es gobernador del estado de Nueva York, donde, como su padre, está llevando a cabo una política de izquierdas. Claro que tener experiencia de gobierno es pésimo en EEUU, como quedó claro en 2016 (y, también, en 2008).
Por si eso no bastara, vive con una mujer sin estar casado, algo que ningún candidato a la Casa Blanca ha hecho jamás. Y es de Nueva York, un estado que puede producir hasta tres candidatos en 2020.
Kamala Harris
Hasta la fecha, la afroamericana Harris ha destacado como una de las portavoces del ala izquierda y más ‘identitaria’ del Partido Demócrata, sobre todo en cuestiones raciales y de género. Eso es un arma de doble filo, porque le puede ayudar en las primarias, pero destruir en las generales. Aunque, al menos, está en condiciones de competir por el título de sucesora de Bernie Sanders.
Kirsten Gillibrand
A veces recuerda a Hillary -cuyo escaño, de hecho, ocupa en el Senado- aunque de otra generación. Como con Hillary, es difícil saber dónde acaba su pragmatismo y dónde comienza su oportunismo. Ha pasado de ser cortejada por la ultrarrepublicana Asociación Nacional del Rifle a icono feminista. Y es de Nueva York, lo que implica que tal vez tendría que competir en unas primarias contra Cuomo, y, tal vez, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio.
Fuente: elmundo.es