Asad nunca tuvo problema en asesinar como fuese


Firas se dio cuenta de que algo iba mal cuando vio a su vaca vomitar y desplomarse al suelo. “Fue entonces cuando yo también empecé a encontrarme fatal. Me costaba respirar, estaba sudando, el cuello me quemaba”, recuerda Firas, que tuvo suerte porque el proyectil le cayó lejos, unos cientos de metros hacia allá, al norte del pueblo.

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