Este lunes arrancan las audiencias en las que el Parlamento Europeo examinará a las competencias e idoneidad para el puesto de los veintiséis candidatos a comisarios, incluida la española Teresa Ribera, antes de dar el visto nuevo a la nueva Comisión Europea.
El nuevo Ejecutivo comunitario está en plena reconstrucción. Tras las elecciones el mes de junio pasado y la confirmación de Úrsula von der Leyen, que repetirá al frente de la Comisión, queda por ver quién será parte de su equipo. Tras hacerse pública la lista de candidatos elegidos por los veintiséis gobiernos de la UE, Von der Leyen, que representa a Alemania, repartió las distintas carteras. Ahora queda por ver quién seguirá en pie después del escrutinio de la Eurocámara.
El proceso empezó hace días. Antes de las audiencias, los candidatos respondieron por escrito a una batería de preguntas, además de presentar una declaración de bienes, su currículum, entre otros requisitos, para evaluar, no solo sus competencias, sino también su independencia y posibles conflictos de intereses. Ahora, se enfrentan a un examen oral.
Las audiencias tendrán lugar entre los días 4 y 12 de noviembre, cuando llegará el turno de Ribera. Los primeros en enfrentarse a las preguntas de los eurodiputados serán los titulares Comercio y Seguridad Económica, el eslovaco Maros Sefcovic; Agricultura y Alimentación, el luxemburgués Christophe Hansen; Transporte Sostenible y Turismo, el griego Apostolos Tzitzikostas; y Justicia Intergeneracional, Juventud, Cultura y Deporte, el maltés Glenn Micallef.
Las audiencias
Esta suerte de exámen oral comienza con una breve declaración del candidato o candidata, de unos quince minutos, en la que presenta sus competencias. Después, arranca una audiencia de alrededor de tres horas en el que la comisión o comisiones parlamentarias competentes interrogan a los candidatos. Las preguntas se han repartido y acordado previamente entre los distintos grupos políticos.
Una vez concluye el debate, el presidente o presidenta de la Comisión se reúne a puerta cerrada con los portavoces de los distintos grupos, que tienen la última palabra sobre la idoneidad del candidato. Si no hay consenso, el candidato o candidata deberá contar con el respaldo de los portavoces que representen al menos un tercio de los miembros de la comisión.
Normalmente, la decisión se conoce en cuestión de horas. Pero las nuevas mayorías en el Parlamento, dado el importante avance de las extrema derecha, pueden complicar el proceso, alargarlo, y también hacer extraños amigos.
Revalida
Porque si no hay consenso ni apoyo suficiente para el candidato en cuestión, hay una suerte de revalida. La Eurocámara puede pedir más información por escrito, o incluso que se reanude la audiencia. Si los portavoces siguen sin ponerse de acuerdo, será la comisión en bloque quien vote, y ahí, solo hace falta una bastaría una mayoría para respaldar al candidato o candidata.
Si todo esto falla, el país en cuestión puede presentar un nuevo nombre acordándolo con la presidenta de la Comisión, que deberá someterse desde cero a todo el proceso. Y esto puede incluso afectar al reparto de carteras.
Aunque el Parlamento no tiene capacidad de veto como tal sobre los candidatos, es solo una recomendación, sí vota para confirmar la Comisión von der Leyen en su conjunto. Ignorar la opinión de la Eurocámara es un riesgo que la alemana no puede correr. Después de las críticas por la falta de diversidad en su ejecutivo, el verdadero problema de Von der Leyen es qué candidatos descartará el Parlamento.
Candidatos en la cuerda floja
Es habitual que el Parlamento rechace a uno o varios nominados. En 2019, fueron el húngaro, la rumana Rovana Plumb y la Sylvie Goulard. Ese fue el gran golpe sobre el mesa de la Eurocámara. Pero los cambios en las mayorías hacen el proceso más imprevisible de lo habitual y las estrategias políticas, más complejas. Y a menudo, los rechazos vienen en cadena.
Un buen puñado de candidatos han sido el blanco de las críticas. La belga Hadja Lahbib, (Preparación, gestión de crisis e Igualdad), por ejemplo, ha sido cuestionada incluso en su país por su visita en 2021 a la Crimea invadida por Rusia, cuando todavía trabajaba como periodista, pero también por otorgar visas a oficiales iraníes a pesar de las sanciones impuestas al país, que estuvo a punto de costarle el puesto de ministra de Exteriores. También la portuguesa y candidata a la cartera de servicios financieros, Maria Luís Albuquerque, ha estado en el punto de mira por un posible conflicto de intereses.
El húngaro Olivér Várhelyi, todavía comisario para la ampliación, es el candidato de Viktor Orban, y Von der Leyen le ha otorgado la cartera de Sanidad y Bienestar animal. Más allá de las dudas sobre sus competencias en la materia, Várhelyi ha sido muy criticado por su posición respecto a la guerra en Gaza y fue cazado en un micrófono llamando «idiotas» a los eurodiputados.
En la cuerda floja
Otros comisarios están en la cuerda floja, no tanto por una cuestión de competencias, sino precisamente por su peso político. Es el caso del italiano Raffaele Fitto. En la Eurocámara no ha sentado bien que se le asigne una vicepresidencia a un comisario de extrema derecha. Fitto pertenece al Fratelli d’Italia de Georgia Meloni. La pregunta es si los grupos que hasta ahora han impuesto el cordón sanitario, desde los liberales a los socialistas y los verdes, mantendrán su postura y rechazarán al candidato, por principios.
Cualquier rechazo a un comisario de una u otra familia política suele provocar un efecto dominó que podría afectar a nombres, en principio seguros. Es el caso de Teresa Ribera. La todavía vicepresidenta del Gobierno, tiene competencias de sobra para la cartera de Transición limpia, Justa y Competitiva que le ha otorgado von der Leyen. El problema de Ribera es que en las comisiones que la examinan, no le bastará con el apoyo de los grupos que auparon a la alemana: los populares, los socialistas, los liberales, y los verdes. Tendrá que pescar votos, bien en la Izquierda -donde se sientan Podemos y Sumar-, bien en esa extrema derecha que lidera Meloni.
Los equilibrios políticos son complejos; los números, justos. De cómo jueguen sus cartas las distintas familias dependerá el futuro de la Comisión. Si algo se tuerce en los próximos días, Von der Leyen tendrá que remodelar su Gobierno, y el Ejecutivo comunitario no podrá arrancar su trabajo en diciembre tal y como estaba previsto.