Las ocho horas que pasaron entre la emisión de la alerta roja por parte de Aemet y la declaración del nivel 2 de emergencia en la Comunidad Valenciana, que provocaron un retraso en la reacción ante la devastadora DANA que ha arrasado pueblos de Valencia y calles de Cuenca, Albacete y Málaga ha desencadenado un cruce de acusaciones políticas entre la Generalitat Valenciana y el Gobierno central y ha abierto el debate sobre si debería haber otro protocolo de actuación en casos de esta envergadura.
EL PERIÓDICO repasa las experiencias y modelos de tres países de Europa que también han sufrido el azote de potentes fenómenos meteorológicos, así como el ejemplo de China, un país afectado por fuertes tormentas durante la temporada del Monzón.
En los últimos años Francia ha sufrido importantes inundaciones en el norte y sur del país. Temporales extremos que, en los últimos años a causa del cambio climático, han evolucionado en algunos casos a tormentas tropicales dejando importantes daños materiales, e incluso víctimas mortales.
En el momento en el que Météo-France lanza la alerta roja meteorológica entran en juego tres actores: el prefecto, el Ministerio del Interior y el Gobierno central.
El primer organismo en actuar, tras emitir la alerta máxima es la Prefectura del departamento afectado. El prefecto se encarga de la gestión de la crisis a nivel local, es decir, ordenar evacuaciones, cerrar carreteras y lugares públicos, y coordinar los servicios de emergencias locales. En un papel más secundario, el Ministerio del Interior supervisa la gestión del prefecto, pero si la situación empeora, puede intervenir directamente, activando un centro de crisis interministerial o movilizando unidades especiales adicionales para dar soporte a los equipos locales.
En el caso del envío de las alertas a la población, las primeras comunicaciones nacen de la prefectura, pero una vez que el ministerio asume el mando con un centro de crisis interministerial, es el propio ministro del Interior el encargado de emitir los comunicados y recomendaciones pertinentes junto con el prefecto.
En casos extremos, la situación se eleva al primer ministro y al presidente. Ambos son los encargados de decretar el estado de emergencia, movilizar a las fuerzas armadas y en última instancia decretar el territorio afectado, como zona de desastre natural. Todos estos actores trabajan siempre coordinados con Météo-France, que informa de la evolución de la situación meteorológica para que el resto de las instituciones puedan ir adaptando los protocolos.
En 2018, el Gobierno francés se vio obligado a desplegar a sus militares tras unas fuertes inundaciones en Aude, al sur del país, que dejaron 14 muertos e importantes daños materiales. Una situación que se repitió en Var, en 2019, 2020 y este mismo año, después de que las fuertes precipitaciones dejasen incomunicadas, y sin suministros básicos, a 600 personas, en su mayoría turistas. LETICIA FUENTES
En Italia, en caso de una alerta meteorológica, el sistema de emisión de alertas y respuesta a catástrofes está compartido entre el Estado central y las regiones, basándose en la información proporcionada por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y la Protección Civil (entidad que existe en el país desde 1980).
En una primera instancia, las regiones tienen la responsabilidad de decidir sobre el cierre de escuelas, la activación de planes de evacuación o la restricción del tráfico. Sin embargo, cuando un evento meteorológico se considera grave y con un alto riesgo para la población —por su potencial de causar daños significativos o afectar a varias regiones o provincias—, el sistema puede activarse a nivel nacional. Esto sucede en casos de catástrofes naturales de gran escala, como terremotos o inundaciones severas, en los que la Protección Civil Nacional puede intervenir incluso sin la aprobación de las autoridades regionales o tras la declaración del estado de emergencia por petición del Gobierno nacional.
Esto permite también movilizar recursos adicionales y responder de manera más rápida y coordinada una vez ocurrido el evento. En este sentido, la flexibilidad es uno de los pilares del sistema italiano, aunque, como sucede en otros países, la coordinación no siempre es perfecta. IRENE SAVIO
En Alemania, la tragedia de Valencia remite a la catástrofe que afectó en 2021 al ‘land’ de Renania Palatinado y el vecino de Renania del Norte-Westfalia, con epicentro en el valle del Ahrt. Murieron 180 personas y las aguas engulleron pueblos enteros, puentes y carreteras. La imagen de la primera ministra regional, la socialdemócrata Malu Dreyer, recorriendo la zona agarrada del brazo de la entonces canciller, la conservadora Angela Merkel, actuaron de bálsamo por representar la cohesión en medio de la tragedia. Pero ello no evitó que la reputación de la hasta entonces muy bien valorada Dreyer quedara marcada. Corresponde a las autoridades del ‘land’ articular las medidas en cuanto los servicios metereológicos lanzan una alerta. En esa ocasión, los sistemas de alarma fallaron.
Pagaron las consecuencias con sendas dimisiones el ministro regional del Interior, Roger Lewentz, y su colega de Medioambiente, Anne Spiegel. El responsable directo en la cadena de negligencias fue un concejal, Jürgen Pföhler. Fuera de las consecuencias políticas o judiciales, la catástrofe evidenció la descoordinación entre las autoridades políticas, servicios de Protección Civil y los cuerpos policiales. Bajo el actual Gobierno de Olaf Scholz se han reorganizado los mecanismos en torno a un Centro Conjunto de Protección Civil. Lo integran todos los estamentos implicados, desde servicios metereológicos a autoridades nacionales, regionales y locales.
También se ha implantado como norma un simulacro a escala nacional. Un 96% de la población debe recibir en el día señalado en su móvil una estridente señal de alarma, con instrucciones a seguir. GEMMA CASADEVALL
China dispone de un sistema de alertas por desastres meteorológicos centralizado, en constante desarrollo y que incluye frecuentes mensajes por SMS a la ciudadanía. Este mes anunciaba la prensa nacional que el sistema permitía ya emitir alertas en un lapso de entre tres y ocho minutos que cubrían a un 98,8% de la población.
China cuenta con una respuesta de cuatro niveles, de forma que al primero le corresponden las medidas más serias, y en paralelo también con un sistema de cuatro niveles de advertencia, que funciona por colores: la roja es la más peligrosa, seguida por la naranja, la amarilla y la azul. Esta semana ha activado China la roja en varias provincias orientales por la llegada del tifón Kong-Rey. Las alertas son emitidas por el Ministerio de Recursos del Agua y la Administración Meteorológica de China.
La batería de medidas ante las amenazas más graves incluye el cierre de colegios, la recomendación de no salir de casa, la interrupción del transporte público y la evacuación de la población en zonas más peligrosas.
La anticipación con la que se detectan las tormentas y la agilidad con la que se dictan las medidas de precaución no es exclusiva de China sino de todo el Asia Oriental y el sudeste asiático, azotadas por tormentas en la temporada húmeda del Monzón. Incluso los países menos desarrollados como Filipinas cuentan con eficaces métodos de detección y prevención. ADRIÁN FONCILLAS
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