Boris Johnson ha recuperado el foco mediático tras meses en la sombra. El ex primer ministro británico, siempre objeto de un gran interés tanto dentro como fuera del Reino Unido, ha hecho su reaparición con motivo de la presentación de su nuevo libro de memorias, ‘Unleashed’ (Desatado), que tendrá lugar este jueves en el festival literario de Cheltenham. Unas memorias en las que hace un repaso a sus 15 años en la primera línea política –primero como alcalde de Londres y, más tarde, como primer ministro– y que han sido objeto de numerosas críticas por las falsedades y por la falta de autocrítica en asuntos como el Brexit, la gestión de la pandemia o el ‘Partygate‘.
Sobre el escándalo que lo condenó políticamente, Johnson insiste en que no incumplió las normas y lo califica como un asunto «salvajemente inflado» por su exjefe de Gabinete Dominic Cummings y por el exdirector de comunicaciones Lee Cain. Según su versión, las fiestas organizadas en Downing Street y en la residencia de Chequers durante la pandemia fueron momentos en los que los miembros de su equipo «aflojaron brevemente el ritmo de trabajo y levantaron una copa para brindar«, como una forma de escapar temporalmente de la vorágine en la que estaban inmersos. De los cerca de 15 encuentros, Johnson asegura haber asistido tan sólo a un «puñado» de ellos.
El ex primer ministro admite haber sido excesivamente ingenuo y confiado con la gente que le rodeaba, algo que, en su opinión, acabó costándole el cargo. La dimisión de Rishi Sunak como ministro de Finanzas en julio de 2022, que agravó la crisis en su Gobierno, fue «peor que un crimen» y un «error», tanto para Sunak como para el Partido Conservador, y fue consecuencia de la falta de atención que Johnson puso sobre sus propios diputados. En caso de haber conseguido ganarse su confianza, el ‘expremier’ asegura que habría completado la legislatura y se muestra convencido de que habría logrado una nueva victoria en las elecciones generales de 2024.
Gestión de la pandemia
Sobre la gestión de la pandemia, Johnson admite no estar seguro sobre si los confinamientos fueron decisivos para frenar los contagios. «No digo que los encierros no consiguieran nada; estoy seguro de que tuvieron algún efecto. Pero, ¿fueron decisivos a la hora de hacer retroceder la enfermedad, de rechazar esa ola? Todo lo que puedo decir es que ya no estoy seguro», sostiene. El ex primer ministro destaca la escasa información disponible en las primeras etapas de la pandemia, incluida la falsa idea de que la transmisión asintomática era improbable, y asegura que difícilmente podría haber gestionado mejor la situación, a pesar de que llegaron a pasarle por la cabeza ideas tan descabelladas como una invasión secreta a Países Bajos, aliado de la OTAN, para obtener unos lotes de vacunas que estaban bloqueados.
Johnson insiste en que el Brexit ayudó al Reino Unido a gestionar mejor el proceso de vacunación y recalca que la salida de la Unión Europea fue una buena idea, a pesar de que no fue un firme defensor desde el primer momento. El propio Johnson revela en las memorias que en una conversación en 2015 con el entonces primer ministro, David Cameron, este le prometió un alto cargo en su Gobierno si apoyaba públicamente la permanencia en el club comunitario. En caso de no hacerlo, Cameron –con quien convivió durante años como estudiante en la universidad de Oxford– le amenazó con «joderle para siempre». Algo a lo que Johnson no hizo caso. «Este fue el momento de la verdad. El Reino Unido nunca volvería a tener la oportunidad de ser libre, de ser verdaderamente democrático, de hacer sus propias leyes», asegura en un intento de justificar su decisión.
Muerte de Isabel II
El exprimer ministro también hace un repaso a la política exterior en su etapa como ministro de Exteriores y dedica unas palabras a la reina Isabel II. Según Johnson, la monarca sufría un tipo de cáncer de huesos y sabía que iba a morir pronto, algo que la casa real no ha confirmado, pero aún así aguantó el tiempo suficiente para «cumplir con su último deber» y supervisar el cambio de poder tras su dimisión y el nombramiento de Liz Truss como primera ministra.
A lo largo de las más de 750 páginas del libro, Johnson hace una defensa de su gestión al frente del Gobierno y de su propia figura como líder e incluso llega a compararse con personajes históricos como Julio César. Un intento de salvar su imagen y de dejar la puerta abierta a un eventual regreso a la primera línea política, además de suponer una suculenta fuente de ingresos: se calcula que las ventas podrían superar los 3,5 millones de euros.