El apagón de 72 horas en Cuba tuvo su banda sonora de caceroleos allí donde el deseo de gritar fue mayor que las advertencias del presidente Miguel Díaz-Canel sobre los límites para expresar el malestar. Los tres días sin luz fueron la crónica anunciada de un colapso que deja a la sociedad en estado de nerviosismo y desconfianza. A pesar de los anuncios de un feliz restablecimiento de gran parte del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), el temor a una nueva temporada de penumbras está latente porque la infraestructura ha colapsado. Las autoridades dispusieron la cancelación hasta el domingo de «actividades administrativas no imprescindibles y las docentes», no solo para velar por el correcto funcionamiento del SEN, sino llevar a cabo las tareas de recuperación tras el paso del huracán Oscar, que dejó siete muertos en la zona oriental de la isla.
Cuba ya no es analógica. La transformación digital en un país con más de siete millones de teléfonos inteligentes ha convertido a las narrativas oficiales en objeto de descrédito y burla. Con el megaapagón volvió a repetirse lo mismo que en otros momentos de malestar. Las redes sociales se poblaron de declaraciones que en otros tiempos solo circulaban como un rumor de muy baja audibilidad. Las cámaras de esos teléfonos filmaron varias escenas callejeras que, si bien fueron minoritarias, hablaron en nombre de muchos cubanos que sintieron la misma exasperación.
Al2 El Aldeano se fue de la mayor de las Antillas. El rapero vive en Tampa. Su última canción «Con100cia #43» tuvo 80.000 vistas en un día, solo en YouTube. «Diazca (por Díaz-Canel) sé que sientes miedo, se está acercando tu final / Tu socialismo está muerto, las velas son pa’su funeral». El rap cubano es por lo general opositor. Más allá de cuestiones de gusto, sus textos funcionan como crónicas de un desapego. «Nuestros dirigentes no viven con necesidad / No hay comida ni corriente lo que queremos es libertad», pide Al2 El Aldeano.
‘Granma’, el órgano oficial del Partido Comunista (PCC), sintoniza otra frecuencia. Además de exaltar el esfuerzo de los trabajadores del SEM insiste en que los problemas energéticos son producto de la manifiesta hostilidad de Estados Unidos. «En cualquier momento se roban la luz de madrugada, estos chivatones (descarados) culpan de todo al imperio, todo está muy mal y triste para nadie es un misterio», refuta Al2 El Aldeano.
Hoteles y más hoteles
Más allá de los señalamientos oficiales a Washington, y la retórica propia del rap, con sus arrebatos de indignación machacona, están las estadísticas. Cuba ha destinado al sector turístico un 38,9% de sus inversiones. Esa área estratégica la controlan los militares. Para electricidad, el gas y el agua, se utilizó en cambio el 9,4% del dinero público. «El descalabro del sistema electroenergético cubano pone de relieve uno de los principales desaciertos de la política inversionista en Cuba: exagerada inversión asociada a un turismo con baja utilización de su capacidad y desatención a la desvencijada infraestructura del país», sostuvo el economista Pedro Monreal sobre la base de los datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). En 2023, Cuba no pudo alcanzar la anhelada meta de tres millones de visitantes extranjeros. La llamada «industria sin chimeneas» y las remesas que envía la inmigración, y que en lo que va del año totalizaron los 4.024 millones de dólares, son los puntales de una economía que el año pasado se contrajo un 1,9%. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) pronosticó un crecimiento de 1,7% en 2024.
La falta de infraestructura
El desarrollo de Cuba se ve limitado por la inflación, la escasez y la falta de divisas. El Gobierno pone principalmente el acento en los efectos de las sanciones del gran vecino. En marzo pasado cayó en desgracia el timonel de la economía, Alejandro Gil. Como suele suceder, el lenguaje oficial pasa de la adulación al escarnio. Gil dejó de ser un hombre predestinado a llevar a la isla a la prosperidad a un exfuncionario acusado de corrupción. Los ministros son intercambiables y lo que permanece es la crisis, entre ellas nada menos que la energética.
El reciente y gigantesco apagón se desencadenó tras la «salida imprevista» del SEN de la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras. Las termoeléctricas se encuentran en estado ruinoso debido a problemas de financiación. Sus instalaciones están desgastadas y faltan repuestos. Nunca llegan a alcanzar su capacidad total.
Nueve años atrás, el Gobierno había anunciado el comienzo del fin de los trastornos cotidianos, especialmente durante los tórridos veranos. Informó entonces sobre la concesión de un crédito ruso de unos 1.200 millones de euros para la construcción de termoeléctricas. Durante años, la ciudadanía no supo el destino del dinero ruso. En septiembre de 2022, Tatiana Amarán, viceministra de Energía y Minas de Vladímir Putin, explicó por qué todo había quedado en una declaración de buenas intenciones. Moscú se había comprometido a asistir a la isla con las sumas requeridas para el 90% del proyecto. El Gobierno debía contar con el 10% restante: 120 millones de euros. Como esa cantidad no estaba disponible y, además, Rusia invadió Ucrania, el proyecto se desvaneció.
Entre 2022 y 2024, al menos 10 nuevos hoteles fueron inaugurados en la isla. De acuerdo con el portal ‘El Toque’, la construcción de 300 habitaciones hoteles de alta gama equivaldrían a la inversión que se necesita para mejorar el SEN. Las energías renovables no aparecen en el horizonte como alternativa viable, al menos por ahora. En medio de los cortes previos al mega corte del pasado viernes, el director de la Unión Eléctrica de Cuba (UNE), Alfredo López Valdés, intentó apelar al sentido común. «Se está promoviendo la idea de que en vez de comprar una planta eléctrica la población pueda adquirir un sistema solar fotovoltaico que les permita obtener autonomía energética». El funcionario pasó por alto de que esos aparatos cuestan entre cuatro y cinco mil dólares en una isla donde el salario mínimo es de 14 dólares.