Sümeyye, una turca de Alemania, dice que le es difícil escoger, que cuando está en Alemania y prueba el döner alemán —hecho y desarrollado por turcos en Alemania—, le encanta, y cree que ese es el mejor. Pero que cuando vuelve a Estambul, cuando vuelve a casa, entonces cambia de opinión.
«No sé. La verdad es que me es difícil escoger. Pero diría que el döner turco es más bueno, de mejor calidad. Uno sabe más qué es lo que come… el otro está lleno de salsas, de cosas. Muy bueno, sí, pero es distinto», dice la joven, que ahora está en Estambul y, claro, la cercanía le afecta a la hora de decidir.
A su lado, mientras hacen cola en uno de los puestos de döner más famosos de la gran ciudad turca, otro cliente escucha a la joven hablar. «Para mí no hay punto de comparación. El döner turco está mucho más bueno. No hay color», dice el hombre.
La competición parece estúpida, pero es un tema de debate enorme en Turquía, país de origen del döner. La cuestión ha llegado tan lejos que Turquía, hace dos años, acudió a la institución de marcas y patentes de la Unión Europea (UE) para crear una denominación de origen y especificación del döner, para que esta comida callejera tenga, por ejemplo, el mismo estatus de protección que el coñac francés o la pizza napolitana.
En septiembre de 2023, la Comisión Europea aceptó la petición turca, y dio un plazo de seis meses a Turquía y a siete países que objetaron —liderados por Alemania— para llegar a un acuerdo que no se ha materializado aún. De ganar Turquía, el döner en Europa deberá cambiar: o se hace a la forma tradicional turca o el uso del nombre döner —que en turco significa ‘girar’— quedará prohibido. Esto es la guerra del döner.
Proteger lo nuestro
«Lo que queremos con nuestra demanda es garantizarnos de que el döner es reconocido internacionalmente como un producto turco, y que sea preparado únicamente en su forma tradicional», explica Muhammet Nezif Emek, presidente de la Federación Internacional del Döner (UDOFED), la entidad que presentó la aplicación de registro ante la UE.
Según Emek, la UDOFED no busca limitar las distintas formas de döner que existen —la más famosa de ellas, el döner alemán—, pero prohibir que el nombre de döner sea usado para productos que no sigan la forma tradicional turca, es decir, que estén hechos de carne picada y no con filetes macerados en la famosa bola de döner y que contengan otras carnes que no sean de pollo, ternera o cordero.
«Este es nuestro producto, y lo estamos intentando proteger», continúa Emek, que confesa que gran parte de su intención es cambiar la percepción en Europa de que el döner fue inventado en Alemania.
«Para nosotros es muy triste que el döner sea considerado un producto nacido en Europa, porque no es cierto. El döner ha existido en Turquía desde hace más de 500 años. Nadie en el mundo dice que el sushi no es japonés; o que los espaguetis no son italianos. ¿Por qué debo yo defender que el döner proviene de mi país? Por eso hemos tomado esta iniciativa, para corregir esto», subraya.
Yo como como quiero
En Alemania y otros países europeos, sin embargo, el döner vegano, de pavo o de otros productos ha ganado en popularidad en los últimos años, lo que ha levantado las objeciones de siete países de la UE.
«Nuestro kebab pertenece a Alemania. Cada uno debe comerlo y prepararlo como más le apetezca. No necesitamos una guía desde Ankara», dijo hace unos meses el ministro de Agricultura alemán, Cem Özdemir: «Vemos la demanda de Turquía con asombro. El kebab y sus métodos de preparación reflejan la diversidad de nuestro país. Pensamos defender esta diversidad. En el interés de los fans en Alemania de esta comida, estamos decididos a asegurarnos que el döner kebab se mantendrá tal y como es preparado y consumido aquí».
Estos debates, desaires y objeciones, sin embargo, aún no han llegado a la calle, donde Sümeyye, de vacaciones unos días en Estambul, disfruta del döner turco mientras echa de menos el alemán. «Yo no le encuentro mucho sentido a todo este problema, la verdad —dice la joven—. Cada uno está bueno en su forma, y ya está. Son distintos, pero la idea es la misma. Seguiré comiendo ambos».