Los funcionarios del centro de detención descubrieron la noche del miércoles en el baño a Kim Yong-hyun, exministro de Defensa de Corea del Sur, con una soga elaborada con su ropa. Su intento de suicidio es el giro dramático a un frustrado autogolpe que también ha lindado con el vodevil. Kim está en buenas condiciones en su nueva celda de aislamiento, según el Ministerio de Justicia.
El exministro permanece detenido desde el lunes y el miércoles por la noche recibió ya la comunicación oficial del arresto por los cargos de insurrección y abuso de autoridad para obstruir el ejercicio de los derechos. Sobre Kim recaen las sospechas de que recomendó la ley marcial al presidente, Yoon Suk-yeol, y envió el Ejército al Parlamento. Presentó su dimisión días después mostrando sus «profundas disculpas», asumió toda la responsabilidad aclarando que sus subordinados «simplemente cumplieron órdenes y ejercieron sus deberes asignados» y se mostró preparado para asumir cualquier castigo.
Es el inesperado colofón de un general de tres estrellas con merecida reputación de tipo duro que apenas ha disfrutado del cargo durante tres meses. Ahí fue aupado por Yoon, amigo desde el instituto, y ahora con problemas similares.
Sin inmunidad
Un equipo de 18 investigadores ha registrado el miércoles la oficina presidencial para buscar pruebas sobre el decreto de la Ley Marcial que abocó al país a sus seis horas más convulsas de las últimas décadas. Son relevantes los registros de la reunión de Gabinete que precedió a la intervención televisiva del presidente para medir las responsabilidades de su equipo. Yoon es investigado por los mismos delitos que su exministro, que exceden la inmunidad y pueden acarrear hasta cadena perpetua y pena de muerte.
Sigue aferrado al sillón en espera de que pacte con su partido una salida honrosa a pesar de que cada día emergen más desmanes. Un alto mando militar ha descrito cómo intentó Yoon sabotear la votación parlamentaria que tumbó su ley marcial en la noche del martes. «El presidente me llamó directamente por una línea secreta. Me dijo que aparentemente no había aún quorum suficiente y me ordenó que entrara rápidamente y sacara a los legisladores», desveló. La votación pudo celebrarse porque muchos corrieron al Parlamento tan pronto escucharon a su presidente en la televisión y otros pudieron saltar las verjas cuando el Ejército lo había tomado ya.
No es descartable que Yoon sea detenido aún en el cargo. La Fiscalía ha comunicado que no descarta un «arresto de emergencia», una figura legal que permite la detención sin orden judicial si concurren graves cargos y el peligro de destrucción de pruebas. Ya fue utilizada contra el exministro de Defensa. Los agentes también han detenidoel miércoles sin orden judicial a dos altos cargos del cuerpo: Cho Ji-ho, inspector de la Agencia de Policía Nacional Coreana, y Kim Bong-sik, jefe de la Policía Metropolitana de Seúl. De este traumático episodio, inédito en cuarenta años de democracia, espera el país una purga de elementos antediluvianos.
Pionyang habla de «locura»
Sorprendía el silencio norcoreano en una crisis tan oprobiosa para su odiado vecino. El miércoles ha finiquitado la anomalía a lo grande. Seis páginas, seis, le ha dedicado el diario ‘Rodong Sinmun’, principal órgano propagandístico. Hay extractos incluso razonables: que la ley marcial es una «locura» equiparable a las asonadas de la era de la dictadura militar, que nació en la «desesperación» de Yoon y que su carrera política terminará pronto.
El resto ya es más objetable: que revela la «debilidad de la sociedad surcoreana» y que el Ejército «blandió descaradamente espadas y armas contra su propio pueblo». Los militares, de hecho, mostraron una mesura que el pueblo norcoreano agradecería de los suyos. Es habitual que la propaganda norcoreana ensalce su paraíso socialista frente a ese infierno capitalista de crímenes, drogas y putas al sur del paralelo 38.