Europa y Estados Unidos estrenan legislaturas casi a la vez y, en lo económico, ambas lo hacen con una mirada hacia dentro, si bien con enfoques diferentes: Donald Trump vuelve a la Casa Blanca con un proteccionismo a costa de aranceles, mientras la Unión Europea (UE) trata de erguirse con una autonomía industrial propia de la que viene hablando desde antes de la pandemia del covid 19. Esto, en un contexto geopolítico marcado por dos guerras, en Gaza y Ucrania, y un gigante asiático fortalecido. Para protegerse y abrirse camino en este entorno hostil, el Parlamento Europeo impulsa un amplio espectro de leyes que incluyen el control del blanqueo medioambiental (‘greenwashing‘, en inglés), práctica por la cual algunas empresas anuncian o etiquetan sus productos como ecológicos, sin que más de la mitad lo sean. En paralelo, otra directiva busca regular el comercio electrónico proveniente de China, que vende por debajo del precio del mercado a costa de saltarse los estándares de seguridad europeos.
«El blanqueo medioambiental es la nueva y peligrosa estrategia de marketing de muchas empresas», explica a EL PERIÓDICO Anna Cavazzini, presidenta de la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor del Parlamento Europeo. La eurodiputada alemana del partido verde encabeza el comité especial que está trabajando en la legislación para la protección del consumidor: «Tenemos que crear equidad digital, poniendo fin al poder de mercado de las grandes tecnológicas, que fácilmente pueden abusar de él en detrimento de los consumidores», añade Cavazzini, que pone como ejemplo «un ojo de un oso de peluche que se puede tragar o una batería de móvil que explota«. De hecho, la Comisión Europea ya ha abierto en paralelo expedientes sancionadores contra las plataformas de venta online Temu y Aliexpress por la presunta venta de productos ilegales y el diseño potencialmente adictivo de su plataforma, así como el tratamiento de datos de los consumidores.
Blanqueo ecológico
Se calcula que más de la mitad de los productos comercializados en la UE que se anuncian como ecológicos (el 53,3 %) se basan en alegaciones vagas, engañosas o infundadas sobre el impacto medioambiental. ‘Natural’, ‘orgánico’ o ‘eco-friendly’ son algunas de las etiquetas que han proliferado, en toda clase de productos, desde cremas para la cara hasta muebles. El Parlamento Europeo se ha marcado como objetivo acabar con esta mala praxis que impide al ciudadano tomar decisiones informadas y que supone competencia desleal para las empresas que sí cumplen con lo que prometen en su envoltorio.
«La UE se asegurará de que las empresas tengan que justificar las alegaciones ecológicas para que sean fiables, comparables y verificables», señala Cavazzini. Todavía está pendiente de establecer cuál será el mecanismo de control, si habrá un ente regulador y cuáles serán las sanciones, ya que todo ello formará parte de la presente negociación de la directiva del Parlamento Europeo relativa a la justificación y comunicación de alegaciones medioambientales explícitas.
Temu y Aliexpress
Cada día entran más de 10 millones de paquetes a la UE procedentes de fuera de sus fronteras, principalmente de Asia, con consumidores particulares como destinatario final debido a un «crecimiento exponencial del comercio electrónico de China», explica a este diario el eurodiputado español del PP Pablo Arias, miembro de la Comisión de Mercado Interior y Protección del Consumidor que preside Cavazzini. La revisión de paquetes «es una tarea absolutamente imposible de hacer para Europa, tanto por recursos económicos como por recursos humanos», añade. Además, la actual normativa exime a los envíos con un valor inferior a 150 euros del pago en aduanas, por lo que esas entregas llegan directamente a la puerta de casa de los consumidores europeos sin haber pasado ninguna clase de filtro. Para Arias, se ha convertido en «un peligro potencial para la salud y la seguridad del consumidor», ya que «no se sabe si cumplen con los estándares europeos».
La solución que podría acabar con este problema es la que propuso el comisario irlandés, Michael McGrath, integrado en el grupo de centro-derecha Renew Europe: «que se haga la revisión de seguridad del producto en origen«, explica Arias, que apoya la moción. De conseguir implementar tal obligación, esta fórmula podría ser incluso replicada por países como Estados Unidos, que se encuentran con el mismo problema. Es en esta suerte de desafíos comunes donde Arias dice ver «una ventana de oportunidad, quizá demasiado optimista» de que EEUU rebaje en la práctica las amenazas verbales de iniciar una guerra comercial. «Trump es un hombre de negocios que gestiona el país como si fuera una empresa. El proteccionismo es su prioridad y los aranceles, una herramienta de presión de la que Europa no está exenta», afirma. Sin embargo, esgrime que la UE actuará según el «principio de reciprocidad» si es necesario. «Trump lo sabe y entiendo que si todos somos lo suficientemente pragmáticos, habrá la posibilidad de llegar a acuerdos«, concluye.