«Las prioridades de las mujeres y de los hombres son claramente diferentes en estas elecciones. De forma abrumadora, las mujeres quieren el derecho a elegir lo que ocurre con sus cuerpos. Y quieren igualdad de género», explica a EL PERIÓDICO Brandale Mills Cox, profesora de comunicación política de Howard University en Washington DC. Por eso, mientras ellas han encontrado una aliada en la demócrata Kamala Harris, para ellos, el republicano Donald Trump ha pasado a defender sus principales preocupaciones. «La plataforma de Trump ha devuelto la esperanza a algunos chicos«, añade, antes de puntualizar una deriva reaccionaria que ha detectado en la sociedad estadounidense: «Una esperanza que pasa por que los hombres sean los proveedores de las necesidades básicas de las mujeres».
Cuando por primera vez una mujer afroamericana podría ser la próxima presidenta de EEUU, es el género y no la raza lo que más divide a la sociedad americana. El 55% de las mujeres apoya a Harris frente al 43% que respalda a Trump, según una encuesta reciente de la cadena CBS y YouGov, un porcentaje simétrico a la inversa entre los hombres. Esta tendencia ha ido en aumento en las elecciones más recientes, donde primero Hillary Clinton y luego Joe Biden ya se llevaron el voto femenino. Y es que el machismo entró en la política americana mucho antes de que la vicepresidenta se convirtiera en la candidata demócrata. La campaña de Trump para las elecciones de 2016 ya incluyó insultos a Hillary Clinton, así como declaraciones sobre cómo agarraba por los genitales a las modelos que le gustaban. «El machismo y el sexismo han sido omnipresentes en la retórica de Trump», señala Mills Cox, que investiga y enseña en la universidad donde estudió Harris.
Masculinidad tóxica
El sesgo de género responde en gran parte a los esfuerzos de campaña dirigidos a los votantes más afines con tal de que salgan a votar ya que, en una elección tan ajustada, se trata más de movilizar a la base que de convencer a los pocos indecisos. «Trump ha sido muy estratégico en explotar algunos de los valores fundamentales de su base masculina y construir este falso sentido de camaradería y hermandad«, observa Mills Cox.
Los hombres jóvenes estadounidenses reportan índices de soledad más altos que generaciones anteriores, y tienen tasas de suicidio más elevadas, según expuso recientemente la directora de encuestas del Instituto de Política de la Harvard Kennedy School, Della Volpe, en ‘The New York Times’. También tienen menos probabilidades de ir a la universidad y la mayoría de los hombres jóvenes encuestados por este centro que dirige en Harvard dicen temer por el futuro de su país y son escépticos con las instituciones que lo gobiernan.
Y Trump les ha hablado. En parte, convirtiendo la economía en su piedra angular: el aumento del coste de vida, sobre todo vivienda, gasolina y comida, impide a estos hombres ser los proveedores de una familia nuclear clásica, con múltiples hijos y una mujer que hace de ama de casa. Pero Trump va más allá, y hace énfasis en una hipermasculinidad tóxica carente de un mensaje de fondo. Por ejemplo, su obsesión con el tamaño del pene ha vuelto a ser una de las líneas ilustres de las últimas semanas.
Por eso Trump se prestó a una entrevista de tres horas con el influyente podcaster Joe Rogan, que tiene 14 millones de seguidores en Spotify y 17 millones en YouTube, la mayoría hombres jóvenes blancos desencantados de la política. Rogan instó al expresidente a defender su tesis del falso robo electoral de 2020, ahondando en la desconfianza en las instituciones que gana apoyos entre este nicho de votantes: «¿Cómo cree que le robaron? Todo el mundo siempre le corta [cuando intenta explicarlo]«. Tras la emisión de este programa, Rogan invitó a Harris, pero cuando su equipo dijo que podía ofrecer una hora como máximo, el podcaster se negó.
Hombres que votan a mujeres
La derogación del derecho al aborto por los jueces del Tribunal Supremo que Trump nombró ha sido el principal motor para Harris. Para el 27% de las mujeres, el aborto es el principal motivo para decidir su voto, comparado con solo el 8% de los hombres, según una encuesta reciente de ‘The Wall Street Journal’ en los siete estados bisagra, los que son clave para ganar la elección.
Por su parte, Harris ha rentabilizado su entrevista con Charlamagne Tha God, podcaster afroamericano muy influyente entre los hombres de esta comunidad a la que Harris está tratando de retener. Pero Charlamagne no le doró la píldora: la presionó por cómo los demócratas han dado por sentado el voto negro y le apretó para que llamara a Trump fascista, algo que ella acabó haciendo.
El aspirante a vicepresidente de Harris, Tim Walz, también ha supuesto un contrapeso para apelar al votante masculino, presentándose como el entrenador de fútbol americano en el que se puede confiar, el vecino gentil. Más polémico fue el reproche del expresidente Barack Obama a un grupo de votantes afroamericanos por su reticencia a votar a una mujer de su misma comunidad. Pero puede que el mensaje más elocuente sea el anuncio del Comité Demócrata con el lema de «Sé un hombre, vota por una mujer«. Lo cierto es que la brecha de género marcará el resultado electoral del 5 de noviembre.
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