El martirio de los desplazados de Dahiyeh: «si destruyen nuestra casa, plantaremos tiendas de campaña y regresaremos»


El zumbido es persistente. En cada rincón de Beirut, la presencia atronadora de un dron sobre sus cabezas recuerda a la ciudadanía que esta es una ciudad sometida a la guerra. Nour Sabbah ya se ha acostumbrado al sonido. La acompaña día y noche. Pero tras dos semanas de éxodo, lo que le quita el sueño a esta libanesa de 69 años es que sus pastillas para la presión arterial están a punto de acabarse y que sus pies cada día están más sucios. “No hay duchas, ni baños, ni nada”, lamenta a EL PERIÓDICO, extendiendo sus piernas y levantándose el pantalón. “Es la misma ropa que llevaba puesta cuando tuvimos que huir”, recuerda, aún con sus chanclas de andar por casa que ya acumulan mugre. Pero, ahora, Nour no sabe ni si tiene casa porque Israel lleva semanas bombardeando su barrio en los suburbios sureños de Beirut

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