Unos echaron la cabeza hacia atrás, otros la hundieron entre las rodillas y los últimos se taparon el rostro con las manos. Las imágenes subrayaron la insondable desolación de los legisladores conservadores cuando su presidente, Yoon Suk-yeol, defendía el jueves la ley marcial y prometía luchar hasta el final. Acababa de romper el pacto de una pronta salida, la última esperanza para salvar los muebles. Al Partido Popular del Pueblo (PPP) no le queda otra alternativa que dejarle caer, acreditada su obstinada inconsciencia, en el próximo proceso de destitución parlamentario y prepararse para unas elecciones potencialmente destructivas.
Fue su tercera intervención televisada por sorpresa en algo más de una semana. Antes había aprobado la ley marcial y después se había disculpado por ella. El jueves la defendió como «un legítimo acto de Gobierno» y «una decisión políticamente altamente calculada». No fue, aclaró, la traición o la insurrección que ha cocinado la oposición, pero olvidó Yoon puntualizar que su pueblo, su partido, la fiscalía y la policía piensan lo mismo que aquella. Repitió muchos de los argumentos ya esgrimidos cuando anunció la ley.
Resumidamente: que los progresistas se han alineado con Pionyang para torpedear desde el Parlamento al Gobierno surcoreano. Lo hizo, puntualizó, para «prevenir el colapso de la democracia liberal» y luchar contra la «dictadura del Parlamento». Y advirtió de que podría haber sido peor: sólo envió a un «pequeño número de tropas» al Parlamento (fueron cientos) y ni siquiera cortó la luz, el agua ni las retransmisiones de la prensa. «No hice nada de eso», recordó.
Lucha «hasta el final»
El jefe del PPP, Han Dong-hoon, probablemente advertido de la inminente intervención presidencial, había dicho minutos antes que suspenderle con el ‘impeachment’ «es la única vía de defender la democracia y la República». «Hemos intentado otras mejores pero no han funcionado», capitulaba. El partido y Yoon habían acordado que le salvarían de la oprobiosa destitución parlamentaria a cambio de una «salida ordenada» y, de hecho, ya le habían retirado dos días atrás las funciones de Gobierno y diplomáticas. Ni ordenada ni desordenada, ha contestado Yoon hoy. No dimitirá y luchará «hasta el final».
Los legisladores conservadores, atendiendo a ese pacto de caballeros, salieron del hemiciclo antes del voto de destitución del pasado sábado para arruinar el quorum. En el próximo, ha afirmado Han, podrán votar «de acuerdo a su creencia y conciencia». No sólo la libertad juega en contra de Yoon. Su partido ha nombrado como portavoz parlamentario a Kweon Seong-dong, veterano legislador, que a pesar de su cercanía al presidente ya ha avanzado que las elecciones presidenciales «podrían ocurrir muy pronto».
Ese escenario, la convocatoria de comicios que sigue a una destitución parlamentaria, es el que el PPP había querido evitar por la certeza de que el electorado castigará sin piedad este vodevil que ha arruinado la imagen global del país.
El nuevo voto de censura está previsto a las 17.00 (hora local) del sábado pero existen esperanzas de que el país pueda ahorrárselo. No será, previsiblemente, por un chispazo de lucidez de Yoon que le aconseje la dimisión, sino por la acción de la justicia. La Fiscalía ha acelerado la investigación por traición, insurrección y abuso de poder. No es descartable una detención urgente como la dictada contra su exministro de Defensa, Kim Yong-hyun.
La policía acudió el miércoles a registrar la oficina presidencial y se fue casi de vacío por la resistencia del servicio de seguridad. El jueves ha regresado, sin conocerse aún el resultado, y ha visitado la sede de la Junta Militar, el mayor órgano castrense nacional, donde los mandos gestionaron la Ley Marcial durante sus seis horas de vida.
Un análisis sensato de la situación señala que la enloquecida carrera de Yoon concluirá, como muy tarde, en la tarde del sábado. Pero sus necrológicas ya estaban escritas cuando el Parlamento anuló su ley marcial y, nueve días después, sigue uno de los ejercicios de supervivencia más inverosímiles que se recuerdan.