El optimismo que reinaba entre las filas del Sinn Féin –durante décadas el brazo político de los terroristas del IRA– se ha desdibujado en los últimos meses en Irlanda. Los escándalos internos y las dificultades para conectar con un electorado heterogéneo han dilapidado la cómoda ventaja que le daban las encuestas y han alejado la posibilidad de lograr la victoria en las elecciones generales de este viernes, en las que está previsto que la actual coalición de centroderecha renueve su mandato. Los últimos pronósticos sitúan al partido republicano irlandés como tercera fuerza con un 19% de los votos, muy lejos del 36% que le atribuían a mediados de 2022.
La caída del Sinn Féin en las encuestas, evidenciada en los malos resultados de las recientes elecciones locales y europeas, supone un giro en la tendencia ascendente de la formación desde la firma de los Acuerdos del Viernes Santo en 1998. El partido había gozado de un crecimiento sostenido en las últimas dos décadas gracias a la desvinculación con el terrorismo del IRA y a los cambios impulsados por su líder, Mary Lou McDonald, quien tomó el relevo del histórico dirigente Gerry Adams en 2018. A pesar de que McDonald ha mantenido su apuesta por la reunificación de Irlanda, el foco de sus propuestas se ha desviado hacia otros asuntos que han captado la atención del electorado de izquierdas, como la protección de los servicios públicos o el acceso a una vivienda digna.
Alternativa al Gobierno
Este giro en la lista de prioridades del partido le valió una histórica victoria en las elecciones de 2020, en las que obtuvo un 25% de los votos. Un resultado que obligó a los dos grandes partidos, el Fine Gael y el Fianna Fáil, a dejar de lado sus rivalidades históricas para formar una gran coalición y excluir así a la formación republicana del Gobierno. A pesar de que el Sinn Féin no logró gobernar entonces, sí se erigió como la única alternativa al Ejecutivo de centroderecha, golpeado por la crisis de la inflación y el aumento del precio de la vivienda. Según un informe del Parlamento irlandés, entre 2012 y 2022 el precio de compra y de alquiler de los inmuebles ha aumentado un 75% y un 90% respectivamente. Una situación que no ha logrado compensar la subida de los salarios, del 27% en el mismo periodo.
Las propuestas de izquierdas del partido de McDonald, entre ellas la subida de impuestos a los más ricos, lo mantuvieron como claro favorito en las encuestas durante la primera mitad de la legislatura, pero el auge de los discursos contra la inmigración han puesto a la formación en una situación comprometida en los últimos meses. La llegada de más de 100.000 refugiados ucranianos al país, así como el aumento de las solicitudes de asilo, han obligado al Sinn Féin a replantear sus propuestas en esta materia, pero sus líderes están teniendo dificultades para satisfacer a un electorado heterogéneo, que cubre desde las clases trabajadoras socialmente conservadoras hasta los votantes jóvenes de izquierdas más abiertos con la llegada de extranjeros.
Escándalos internos
La salida a la luz de supuestos casos de encubrimiento de miembros del partido acusados de abusos de menores han sacudido todavía más a la formación. Uno de ellos afectó al exsecretario de prensa Michael McMonagle, quien fue condenado a nueve meses de cárcel a principios de noviembre por incitar a varios niños a mantener relaciones sexuales con él. La líder del Sinn Féin ha asegurado que su partido cuenta con unos «sólidos procedimientos disciplinarios» y ha insistido en que «no hay nada más importante que proteger la seguridad y el bienestar» de los menores, pero las recientes polémicas han deteriorado la imagen de la formación, que está viendo como se esfuma la posibilidad de gobernar por primera vez a ambos lados de la frontera y de poner sobre la mesa la convocatoria de un referéndum de reunificación.
A la pérdida de apoyos pronosticada por las encuestas se suma el buen momento de los dos principales partidos de la coalición, que se sitúan como primera y segunda fuerza con algo más del 20% de los votos, respectivamente. El actual primer ministro, Simon Harris, ha conseguido recuperar parte de la confianza de los electores en su partido, el Fine Gael, tras la inesperada dimisión de su predecesor en el cargo, Leo Varadkar, el pasado marzo. A pesar de haber tenido algunos tropiezos durante la campaña, Harris parte como favorito para lograr la victoria y revalidar la coalición con el Fianna Fáil, acabando de nuevo con las aspiraciones del Sinn Féin de formar Gobierno por primera vez en Irlanda.