Es un desastre económico para judíos, musulmanes y cristianos


Ayoub es un palestino de Cisjordania que reside en Jerusalén. Como la mayor parte de sus compatriotas, su ‘modus vivend’i es el comercio. Gestiona uno de los innumerables puestos de souvenirs de la ‘Old City’, dentro de las milenarias murallas de la ciudad. En su tienda lo mismo vende crucifijos, que kipás (el tradicional casquete que portan los judíos en la cabeza) que cuadros con frases sagradas del islam. O vendía, porque este último año se ha visto obligado a echar el cierre.

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