Un libro está en boca de muchos argentinos por estos días: Karina. La hermana. El jefe. La soberana. La semblanza sobre Karina Milei fue escrita por Victoria de Masi y se lee con rapidez y estupor. De Masi hizo una inmersión en el universo de la ultraderecha cuando la llegada a la presidencia de Javier Milei todavía no adquiría la condición de entusiasta sueño minoritario ni pesadilla de una colectividad que nunca supuso que Argentina podía quedar en manos de la ultraderecha. De Masi vio algo que surgió de una pregunta perpleja: «¿De dónde salió esta gente? «. Salió a buscar la respuesta y se encontró con un pliegue de la realidad que se hizo nítido cuando fue irreversible el cambio cultural. A pesar de las incomodidades, puso su ojo sobre aquello que emergía con vértigo. A más de un año del inicio de la era libertaria, y más allá del desapego y el malestar que le provoca la gestión, De Masi trata de comprender qué sucede con esa mujer cuyo apellido muchos no se atreven a nombrar.
La secretaria general de la Presidencia nunca la recibió y De Masi se acercó a su misterio a partir de cada huella que dejaba la ‘Gran Hermana’ y de las informaciones que ofrecían no sin temor a la represalia algunas fuentes cercanas a quien la autora observa como alguien que es mucho más que la asistencia emocional y práctica del anarcocapitalista: es, dice, «la otra presidenta».
Hablar de Javier Milei es, en los hechos, tener siempre como nota al pie a Karina, desde los días en que probó ser portero de fútbol, las noches que lo protegía del salvaje linchamiento paterno y las tardes que estudiaba economía. Ha forjado lo que define como «una relación amorosa no sexuada». La mujer más poderosa de este país no proviene de ningún meandro de la política argentina. El libro revisa un pasado irrelevante: secretaria de consultorios odontológicos, una oficina en la Bolsa de Comercio, un estudio jurídico y una consultora, y dueña de Neumáticos Acassuso, que vendía también insumos para el parque automotor. Parte de su capital lo recibió del padre, un pequeño empresario del transporte que se había beneficiado de los subsidios estatales y pasó de una vida de relativa austeridad a comprar pisos en Miami.
Se graduó en Relaciones Públicas, obtuvo un posgrado en Ceremonial y Protocolo y realizó un curso de Gestión de Eventos, saberes que puso a disposición de la carrera del anarcocapitalista. Decir «el Jefe» supone al menos un desliz gramatical. Los argentinos se acostumbraron a conocerla de esa manera a quien fue también dueña de un emprendimiento de repostería, Sol Sweet. En su primera publicidad en Instagram, del 8 de septiembre de 2013, cuando ni siquiera el pensamiento más disparatado podía imaginarla en la sede del Ejecutivo, ella ofreció una pastaflora con dulce de membrillo o la posibilidad de otras ambrosías. «Una profesional de la repostería toma decisiones de Estado. La democracia funciona», ironiza De Masi. A su vez, Karina vendió vajilla con frases pintadas. «Life is a gift», era alguna de ellas. La vida le regaló sorpresas que todavía azoran a una sociedad.
El enigma «K»
Los argentinos comienza a acostumbrarse a un nuevo significado político de la letra «k» que aludió durante casi 20 años a los Kirchner, Néstor y Cristina. Ahora su dueña parece ser Karina. Ocho años atrás, la mujer que sería llamada El Jefe concursó por un electrodoméstico en un programa televisivo y perdió. La pregunta sobre su meteórico ascenso no admite una sola respuesta. La profunda crisis de representación política en argentina ayudó a ese ascenso. «En 2016, el año del concurso, Karina ya no era un personaje tan menor, al menos para su hermano en 2016. Ella llevaba en ese momento su agenda mediática, el control de su tiempo, y de sus gastos personales, cerraba los contratos de sus conferencias», dice a De Masi a EL PERIÓDICO. La hermana planificó a su vez las dos campañas electorales. La primera colocó al extertuliano en el Congreso, y la segunda en la Casa Rosada, sede del Ejecutivo. A seis meses de iniciarse el Gobierno armó la estructura partidaria de su hermano a nivel nacional. «Quizá la pregunta sobre su ascenso encierra otra: ¿cuál es la inteligencia o la brillantez de Karina Milei? Hay que pensarla por fuera de las inteligencias que encontrábamos en otros referentes políticos. El aval público de su hermano, el miedo, el respeto que inspira entre los integrantes del gabinete hacen que pueda ocupar el lugar que ocupa, que, por otra parte, no tiene nada que ver con la gestión pública». Para la autora, ella explica de manera cabal el anuncio de su hermano: «llegó la hora del hombre común». Milei pronunció la frase con la secretaria general de la Presidencia a su lado. Todos los ministros ocuparon un lugar decorativo durante su mensaje de 40 minutos al país.
La simbiosis con los sentimientos de su hermano la llevaron a realizar un taller para comunicarse telepáticamente con Conan, el adorado mastín fallecido y luego clonado. «Karina estimulaba la resiliencia de su hermano y le daba el amor necesario que demandaban su necesidad de protección y el desarrollo de su imaginación. Deduzco que partes y énfasis de esos rasgos prevalecen en el vínculo hasta hoy», escribe De Masi.
De Mick Jagger a la presidencia
¿De dónde viene el apodo masculinizado de El Jefe? La autora ensaya explicaciones: She’s the boss se llama el primer álbum solista de Mick Jagger, del que su hermano es fanático. Fue editado en 1985 y la última canción del disco lleva ese nombre, «Ella es el jefe». Jagger canta: «Ahora ella es la gobernante/ ella es la número uno». Esa letra adquirió rasgos proféticos al ser escuchada desde el presente. «Karina no tiene mucha idea el mundo. Tampoco tiene un conocimiento de la historia argentina. No lee un libro entero. Lo abre y lo deja, busca otro. ¿Qué tipo de saber ejerce? Su manera de manejar el poder es intuitiva, va por el lado de la percepción. Es una mujer caprichosa a la que no se le puede decir que no, alguien que sabe rodearse de gente con conocimientos, pero que antes deben mostrarle lealtad».
Puede ser agresiva, barrial, impulsiva. El Gobierno de ultraderechas puede ser observado como una moneda de dos caras con el mismo apellido. «No estamos acostumbrados a ver una sociedad presidencial entre hermanos». El caso argentino guarda en un punto semejanzas con la experiencia de poder en Polonia de los gemelos Kaczynski. Pero en otros aspectos es completamente original y desconcertante. Los Milei llegaron lo lejos que les permitió una enorme crisis de representación política en un país agobiado por las penurias económicas y una pobreza que, bajo la actual gestión, aumentó más de 10 puntos que no inciden sustancialmente en la ponderación de la dupla gobernante.
La historia de los Milei recién ha comenzado a escribirse. El propio presidente se ha mofado de quienes predijeron su inmediata caída como consecuencia del brutal ajuste. La hermana es el complemento insustituible de sus ambiciones. Señala De Masi a este corresponsal: «teniendo en cuenta de que quiere presentarse a una reelección en 2027 no me extrañaría que la fórmula sea con su hermana«. Sin embargo, existe una piedra en el camino de la fórmula familiar. «Ellos son conscientes de que las encuestas no son favorables a Karina. Acumula una imagen negativa del 45%. Se le ha pedido en una encuesta a las personas que la definan en una palabra, y las más comunes fueron es mala, hermana y jefe».