La misma presión dictatorial que llevó a los rebeldes sirios a tumbar el régimen de Bashar al Asad, aprieta, como una olla a presión, a otros países del sur del Mediterráneo. Es el caso de Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto y Líbano, donde una concentración creciente de poder en los ejecutivos está erosionando los mecanismos democráticos y poniendo en alerta a Europa, según un informe de la Fundación Bertelsmann, en el que han participado más de 300 expertos de universidades y centros de investigación política de prestigio en más de 120 países, y que se ha presentado este miércoles en Barcelona.
“Siria es un ejemplo de autocracia que parecía estable por cómo [Bashar al Asad] se aferraba al poder con el uso de la fuerza, pero se trataba en realidad de una posición muy frágil”, ha explicado a EL PERIÓDICO Hauke Hartmann, investigador senior de la Fundación Bertelsmann y codirector del estudio. “El colapso del régimen ha sido asombrosamente rápido, pero no tan sorprendente, dados los muchos factores desestabilizadores que el régimen pudo mantener bajo una férrea represión, hasta que ya no pudo reprimirlos más”, ha añadido.
Y es que, si bien el cambio político en Siria ha cogido con el pie cambiado a medio mundo, las fuerzas opositoras no han cejado en el empuje para derribar a la familia Asad en los 53 años que se han fortificado en el poder. “No consiguieron meterse dentro del régimen para cambiarlo pero, al final, lo han tumbado”, ha señalado. El interrogante ahora es “cómo de inclusivo será el Gobierno que lo reemplace”, se pregunta Hartmann y apunta a pistas alentadoras, como la promesa de garantizar los derechos de la mujer y la voluntad de incluir a las minorías religiosas.
Anticiparse a la inestabilidad
En el índice de gobernanza democrática creado por la Fundación Bertelsmann, el país de Oriente Medio y Norte de África que más bajo puntuó fue justamente Siria, junto con Irán y Yemen, todos ellos con menos de 2 puntos (en una escala del 1 al 10), seguidos por Libia, Sudán y el Líbano, apenas en la frontera del 3 sobre 10. Estos resultados explican que el sur del Mediterráneo esté en el foco del informe de este año ya que las autocracias se han hecho fuertes en toda la región.
La utilidad de este índice es que “permite identificar los retos y anticiparse”, ha dicho Jaume Duch, conseller de Unión Europea y Acción Exterior, que ha presentado el informe en el acto a través de una intervención por vídeo. Siria se convierte en el ejemplo perfecto ya que se situaba a la cola de este ranking que fue elaborado con datos recogidos hasta enero de 2023.
Europa mira al sur con preocupación, según el informe, ya que un aumento de migraciones sur-norte incrementaría la presión sobre sus fronteras. Además, la falta de un gobierno democrático como interlocutor dificulta la cooperación internacional. En este sentido, Duch ha señalado la importancia de que “Europa ponga el Mediterraneo en el centro de su nueva legislatura”, algo que espera que ocurra con la creación de una cartera exclusiva para el Mediterráneo en la Comisión Europea, con tal de promocionar la democracia y la prosperidad en los países vecinos del sur.
De Túnez a Libia
El informe señala también los retrocesos en Oriente Medio tras la Primavera Árabe. En los 13 años que han pasado desde entonces, Túnez, que entonces fue visto como un modelo de democratización, ha visto regresiones significativas bajo el liderazgo del recientemente reelegido presidente Kais Saied, que ha ido concentrando poder alrededor de su figura. En Libia, un gobierno autocrático se mantiene también gracias a la represión, y Egipto continúa bajo un régimen militar que limita severamente las libertades civiles.
Por su parte, Europa, además de estar atenta al probable aumento de migraciones, que complicaría todavía más la gestión de políticas de asilo y migración, deberá estar pendiente de la intensificación de conflictos internos y regionales, y los riesgos de seguridad que conlleva si se traduce en ataques terroristas internacionales y amenazas cibernéticas.