Emmanuel Macron, acompañado de la actual cúpula del Gobierno, ha presidido este martes los homenajes del décimo aniversario del ataque terrorista a la revista satírica ‘Charlie Hebdo’. Un acto al que también han acudido François Hollande y Manuel Valls, que en aquel momento eran jefe del Estado y primer ministro.
Todos han caminado juntos, como símbolo de unión, hasta las puertas de la antigua redacción de ‘Charlie Hebdo’, donde les esperaba la Guardia Republicana para depositar varias coronas de flores bajo el memorial que recuerda a las 12 personas asesinadas aquel 7 de enero de 2015 a manos de los hermanos Saïd y Chérif Kouachi.
«Estoy aquí por respeto. Quería estar aquí para hacer un homenaje y para demostrar a los terroristas que seguimos aquí sin miedo», explica Marcel, un vecino del distrito 11 de París que ha querido acercarse al homenaje, al igual que otras decenas de personas. «Estoy aquí para defender la libertad de expresión«, añade Anne, profesora de liceo.
Este martes, el lema ‘Je suis Charlie Hebdo’ ha vuelto a invadir las calles de Francia, sus quioscos, y las redes sociales, donde las conmemoraciones han estado marcadas por la sobriedad, sin discursos políticos, y por un profundo debate sobre la evolución del país tras aquel 2015, que marcó para siempre su historia. «Diez años después, siempre Charlie», recordó en la red X el ex primer ministro Gabriel Attal. También la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha querido tener unas palabras en este día: «Los hombres y mujeres de ‘Charlie Hebdo’ fueron asesinados por lo que representaban. Los valores de Francia y Europa. Libertad de expresión. Democracia. Pluralismo. Honremos su memoria».
Para algunos, el ataque terrorista de ‘Charlie Hebdo’, y los que se sucedieron meses después ese mismo año, marcaron un antes y un después en el país: «Sabes que puede volver a pasar, y es inevitable recordarlo cuando estas rodeado de multitud, como en un concierto, en un estadio o, por ejemplo, estos días en un mercadillo navideño, pero hay que seguir», explica Joffrey, un joven parisino que este martes se ha acercado al quiosco para comprar el especial de ‘Charlie Hebdo’. Para otros, la huella que dejaron esos ataques ha acabado siendo un profundo debate político que se ha utilizado para alimentar los discursos de odio. «Hay que hacer mucha pedagogía para explicar a los jóvenes que criticar a la religión no significa criticar a los individuos. Que se puede hacer, y no significa insultar a nadie. En todo caso, criticar a la religión, a Dios, es una cosa que desde hace años está permitido en Francia. La blasfemia está autorizada en nuestro país», ha explicado Samuel Mayol, de la oficina del Comité República Laicidad para la cadena BFMTV.
Alerta máxima terrorista
Han pasado 10 años, pero en Francia la alerta terrorista sigue estando en sus niveles más altos; más patrullas de policía y militares desplegados por el centro de las principales ciudades, y más protocolos de seguridad a las puertas de edificios públicos, escuelas y redacciones de medios de comunicación para evitar revivir esos días de terror de 2015, en los que el país se sumía en un estado de emergencia. «La amenaza terrorista se encuentra en lo más alto», ha afirmado este martes el ministro del Interior, Bruno Retailleau. En 2024, se frustraron nueve ataques terroristas islamistas en suelo francés, tres de ellos dirigidos específicamente a los Juegos Olímpicos. Se trata de un «récord» desde 2017, cuando el número de ataques frustrados oscilaba entre tres y siete por año, según el ministerio.
Una alerta que va más allá del aumento de las medidas de seguridad, y que se traduce en proyectos de ley que buscan blindar la laicidad de Francia ante el aumento de la radicalización de los jóvenes franceses. Entre 2023 y 2024, el porcentaje de menores procesados por proyectos violentos inspirados en la yihad aumentó del 1% en 2022 al 21% en los primeros meses de 2024, según la fiscalía antiterrorista de Francia.
La mayoría de estos menores, de entre 14 y 17 años, suelen radicalizarse a través de internet, influenciados por la propaganda del Estado Islámico, y en busca de una identidad o propósito.
De ahí que el Gobierno haya incrementado el control policial en la red, y busque blindar las escuelas de cualquier símbolo religioso. Este martes, el ministro del Interior ha anunciado su propósito de prohibir el hijab, velo musulmán, en las universidades, e impedir a las madres que participan en actividades escolares portar el velo, por considerarlo «una amenaza para las instituciones francesas». «El velo no es sólo un trozo de tela: es un estándar del islamismo y un indicador de la inferiorización de las mujeres en comparación con los hombres», afirmó.