Gaza necesita desesperadamente una salida. Tras más de 14 meses de feroz ofensiva israelí, el pueblo gazatí amanece en el infierno cada mañana. Mientras las organizaciones internacionales acusan a Israel de actos de genocidio y de limpieza étnica, los mediadores intensifican sus conversaciones en Egipto y Qatar para conseguir un acuerdo que alivie el sufrimiento de los gazatíes y de los cautivos israelíes. Aunque se han reducido algunas brechas en puntos conflictivos, las diferencias persisten. Parece que los gazatíes pasarán otra Navidad bajo las bombas con los estómagos vacíos.
Israel y Hamás, como las principales partes implicadas, han mostrado cierto optimismo recientemente sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo. En los 441 días de ofensiva israelí, sólo se ha logrado un alto el fuego que duró seis días hace más de un año. Desde entonces, las bombas no han dejado de caer, a la vez que las tropas israelíes continúan arrasando con gran parte del enclave y la ayuda humanitaria no llega a los palestinos hambrientos que siguen con vida. Al menos 45.129 gazatíes han muerto como resultado de esta letal campaña, sin contar a los miles de desaparecidos bajo los escombros a lo largo de estos 14 meses.
Concesiones de Hamás
Pero ese optimismo ya se ha vivido en momentos anteriores y nunca ha acabado trayendo consigo la tan ansiada paz. De forma repetida, Hamás ha exigido la retirada total de las tropas israelíes de la Franja de Gaza y el cese de las hostilidades para entregar a parte del centenar de rehenes que siguen en el enclave. Israel, por su parte, se niega a abandonar el territorio palestino, mientras insiste en que un alto el fuego no implica el final definitivo de la guerra y que su presencia en Gaza se mantendrá. El momento actual en la región, con la caída de Bashar el Asad en Siria y el debilitamiento de Hizbulá en el Líbano, pueden forzar a que estas posiciones se flexibilicen.
Especialmente por parte de Hamás. En las últimas negociaciones en Egipto, el grupo palestino ya ha expresado que acepta que las tropas israelíes permanezcan en Gaza «temporalmente», según informes del Wall Street Journal. Se mantendrían en las posiciones fortificadas existentes a lo largo del corredor Filadelfia, entre Egipto y Gaza, y el corredor Netzarim, que divide el norte del enclave del sur, durante una «pausa» de 60 días en los combates. Así mismo Hamás liberaría a 30 cautivos vulnerables israelíes nombrados en una lista que ha proporcionado a las autoridades egipcias. La mayoría son mujeres, ancianos y personas con problemas médicos.
A cambio, Israel debería liberar a decenas de prisioneros palestinos, pero las partes siguen discrepando en el número definitivo de presos. Hamás quiere que se incluya a reclusos de alto perfil, aunque aún no se ha aclarado si, en caso de ser liberados, serán exiliados a terceros países. Su salida de prisión podría provocar una crisis política en Israel, ya que los militantes de línea dura de la coalición gobernante del primer ministro, Binyamín Netanyahu, han expresado su intención de abandonar el Gobierno si se hacen demasiadas concesiones. Tanto el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, como el de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, ambos ultraderechistas, han calificado un acuerdo de las características que se están discutiendo actualmente como «un grave error».
Retorno al norte
Otro de los puntos que se está debatiendo es el aumento de la entrada en el enclave de ayuda humanitaria, de la que depende la mayoría de la población. Este mismo jueves Human Rights Watch ha acusado a Israel de «exterminio y actos de genocidio» por negar el acceso al agua a los gazatíes, señalando que miles de personas han muerto por deshidratación y enfermedades relacionadas durante la guerra. El acceso a la asistencia humanitaria ha alcanzado niveles mínimos en las últimas semanas, sobretodo en el norte, sometido a un asedio medieval desde hace meses. Como parte del acuerdo de alto el fuego, Hamás ha exigido el retorno de los palestinos desplazados del norte del enclave.
Según funcionarios egipcios y de Hamás, Israel está dispuesto a permitir que la gente regrese al norte, a la ciudad de Gaza, la mayor del territorio, pero no quiere que la gente regrese más al norte, a zonas cercanas a la frontera israelí. Aunque Netanyahu defiende que sus tropas sigan en el norte para combatir a los militantes de Hamás, las declaraciones de sus aliados y las acciones sobre el terreno demuestran que el interés va mucho más allá de lo militar y que la ocupación –y posible anexión– del norte de Gaza por parte de Israel parece cerca de convertirse en una realidad. Evidentemente el grupo palestino se opone a esta posibilidad.
Influencia estadounidense
Este jueves el funcionario a cargo de los asuntos relacionados con los rehenes en la oficina del primer ministro de Israel, Yaron Cohen, envió un mensaje a las familias de los cautivos diciendo que la combinación de los recientes acontecimientos en la región y la influencia estadounidense ha creado las condiciones bajo las cuales se puede llegar a un acuerdo. También ese mismo día el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, reiteró la creencia de la Administración Biden de que es posible alcanzar un pacto por el reciente aislamiento de Hamás y el debilitamiento del Eje de Resistencia liderado por Irán. A su vez, ha expresado la esperanza de que esto ocurra antes de que Joe Biden abandone la presidencia el próximo 20 de enero.
Mientras en Qatar y Egipto siguen las negociaciones, los gazatíes continúan languideciendo bajo la violencia israelí. En las últimas horas, al menos 15 palestinos han muerto en dos escuelas en la ciudad de Gaza que estaban sirviendo de refugio para aquellos forzosamente desplazados por la guerra. A lo largo del jueves, unas 41 personas perdieron la vida por ataques israelíes en todo el territorio gazatí. Médicos sin Fronteras ha publicado un nuevo informe titulado ‘Gaza, trampa mortal’ en el que considera que hay «claras señales de limpieza étnica» por parte de las fuerzas israelíes en el territorio palestino.