Irlanda irá a elecciones el próximo 29 de noviembre. Lo ha confirmado el primer ministro, Simon Harris, en un movimiento que pretende sacar rédito del buen momento de su partido, el conservador Fine Gael, y aprovechar la caída en las encuestas del nacionalista Sinn Féin, el antiguo brazo político del IRA. La convocatoria electoral se produce algo más pronto de lo previsto –Harris tenía margen hasta marzo de 2025– y abre la puerta a revalidar la actual coalición de Gobierno, formada por el Fine Gael, el Fianna Fáil –su rival histórico–, y los Verdes. El primer ministro pedirá al presidente de la República, Michael Higgins, la disolución del Parlamento (Dáil) este viernes.
Harris ha sacado partido de una coyuntura económica favorable y de unas cifras de desempleo que rozan los mínimos históricos. Algo que le ha permitido incluir recortes de impuestos en el presupuesto de este año valorados en 8.300 millones de euros, así como ayudas directas de 2.200 millones para compensar el aumento del coste de la vida. El Ejecutivo también se ha beneficiado de la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que ha obligado a la multinacional Apple a desembolsar 14.000 millones adicionales en el país en concepto de impuestos, un dinero que el Ejecutivo prevé invertir en el desarrollo de infraestructuras, redes eléctricas y conexiones de transportes.
El primer ministro ha logrado recuperar el rumbo del Gobierno tras la salida precipitada de su predecesor en el cargo, Leo Varadkar, el pasado marzo. En ese momento el Sinn Féin lideraba las encuestas y se perfilaba como el próximo partido en el Ejecutivo, una situación que, en caso de cumplirse, colocaría por primera vez a los nacionalistas irlandeses al frente de los gobiernos en la república de Irlanda y en Irlanda del Norte y pondría de nuevo sobre la mesa el debate de la reunificación. Los escándalos internos y su posición tibia frente la inmigración, sin embargo, han hundido al partido en las encuestas, que lo sitúan ahora como tercera fuerza con un 18% de los votos, frente al 25% del Fine Gael y al 20% del Fianna Fáil.
El Sinn Féin, en horas bajas
Los últimos meses han sido un auténtico dolor de cabeza para la líder del Sinn Féin, Mary Lou McDonald. El primer escándalo sacudió al partido en Irlanda del Norte después de que dos de sus miembros escribieran cartas de recomendación para un antiguo asesor de prensa investigado –y posteriormente declarado culpable– por 14 delitos relacionados con el abuso de menores. La polémica salpicó a la actual ministra principal de Irlanda del Norte, Michelle O’Neill, quien tuvo que responder ante una comisión parlamentaria. Poco después, salió a la luz que el exalcalde de Belfast y antiguo senador del Sinn Féin Niall Ó Donnghaile había enviado mensajes inapropiados a un menor de edad, unos hechos que fueron ocultados durante meses por la dirección del partido.
El creciente descontento de la población con los niveles de inmigración ha atraído a una parte de los potenciales votantes de clase trabajadora del Sinn Féin hacia los discursos populistas de extrema derecha. El partido, tradicionalmente abierto a la llegada de inmigrantes, se ha visto obligado a cambiar su discurso en los últimos meses en un intento de captar de nuevo a una parte de los electores muy críticos con la apertura de alojamientos para solicitantes de asilo en plena crisis de la vivienda. McDonald se ha comprometido a llevar a cabo auditorías sobre la situación de la sanidad y de la educación en los barrios antes de abrir un centro de acogida para inmigrantes, con el objetivo de evitar añadir mayor presión sobre los servicios públicos.
El partido está tratando de cambiar el rumbo tras la debacle en las elecciones europeas, en las que obtuvo un 12% de los votos frente al 20% del Fine Gael y del Fianna Fáil, respectivamente. “Existe una frustración, ciertamente entre una parte de nuestra base, de que no se les escucha. Creen que no les respaldamos, que no reflejamos de forma suficientemente adecuada y coherente las preocupaciones que tiene la gente decente”, aseguró McDonald poco después de los comicios europeos. La líder del partido se ha comprometido a escuchar más a las bases, pero el tiempo juega en su contra y sus rivales tienen, al menos por ahora, la sartén por el mango.