Después de meses de discusiones y debates, Italia ha convertido finalmente la maternidad subrogada en «delito universal«. La principal novedad de la nueva legislación, cuya aprobación definitiva ha recibido el visto bueno del Senado transalpino, es que queda prohibida la adopción de bebés fruto de la gestación subrogada también en el extranjero.
El texto, que contempla que los responsables puedan ser castigados con hasta dos años de cárcel, ya había sido anteriormente ratificado por el Congreso. De esta manera, se cumple una de las promesas estrella de Giorgia Meloni, la primera ministra italiana.
De hecho, después de que se conociera que el asunto generaba división tanto en la oposición italiana como dentro de los propios colectivos feministas, Meloni había salido el año pasado públicamente en varias ocasiones a condenar esta práctica, que ya estaba prohibida en Italia (con una ley de 2004), pero no era «punible» fuera de este país. Lo que puso en evidencia las tensiones entre los opositores políticos de Meloni, y en particular con la líder del Partido Democrático (PD), Elly Schlein, que se había dicho favorable a los ‘vientres de alquiler’.
Batalla campal
A partir de ese momento, de hecho, diversos representantes de la mayoría gubernamental emprendieron una verdadera batalla contra la práctica, con diversas declaraciones de alto voltaje. Federico Mollicone, diputado de Hermanos de Italia, el partido de Meloni, llegó a decir que la maternidad subrogada es «más grave que la pederastia». Y Eugenia Roccella, ministra de Salud, denunció que las personas que recurren a esta práctica lo hacen en el extranjero por allí las madres «cuestan menos».
Desde la oposición, han condenado la medida aprobada, tachándola de «desproporcionada» y de «acto de desmesurada inhumanidad«, como ha dicho la senadora del grupo Verdes e Izquierda, Ilaria Cucchi. Es una legislación fruto de «un paternalismo estatal que convierte Italia en un juez ético de la moral de sus propios ciudadanos», ha afirmado el portavoz del PD.