En el segundo día del proceso judicial sobre los falsos asistentes parlamentarios europeos de Reagrupamiento Nacional, Marine Le Pen ha tenido que personarse ante el Tribunal de París para presentar su defensa. Durante la audiencia sale a relucir el nombre del actual presidente del partido, Jordan Bardella. La defensa protesta y el presidente la rechaza.
La relación de Bardella con este proceso incomoda a la cúpula del partido ultraderechista, en especial a su «madre política», como él llama a Le Pen. El presidente del tribunal ha avisado que su nombre aparecerá en más ocasiones durante el juicio, pero que por el momento no será llamado a presentarse en las audiencias puesto que ni siquiera fue citado a declarar por la policía, algo que despierta ciertas críticas en Francia.
El periodista de Libération Tristan Berteloot publicó una investigación en la que destapaba cómo el delfín de Le Pen había falseado pruebas de trabajo para engañar a la justicia y justificar su trabajo como asistente parlamentario en 2015. Falsificación de agendas, recortes de prensa, eliminación de fechas… En su libro, Berteloot explica cómo funcionó durante años la presunta máquina de malversar fondos públicos europeos a través de falsos contratos de asistentes parlamentarios. En el caso de Bardella, decenas de documentos editados y agendas falsificadas para justificar el inexistente trabajo que realizaba como ayudante del eurodiputado Jean-François Jalkh. Trabajo por el que cobraba 1.200 euros a tiempo parcial, y que lo compaginaba con su cargo de director de misiones de Reagrupamiento Nacional en París. Algo prohibido por los estatutos de la Eurocámara.
«El Parlamento es muy estricto con los asistentes sobre la prohibición de llevar a cabo un trabajo para un partido político dentro de las horas de trabajo financiadas por el Parlamento Europeo», explican desde la institución y subrayan: «No deberían producirse otras actividades, que las estrictamente ligadas a su contrato en las horas de trabajo. Los asistentes parlamentarios deben solicitar una autorización previa al Parlamento Europeo para poder ejercer otras funciones remuneradas, o no, incluyendo durante el fin de semana». Algo que no solicitó Bardella y que, según el abogado del Parlamento Europeo, son actividades «incompatibles con su contrato de asistencia parlamentaria», puesto que uno se situa en Bruselas y el otro en París.
Durante años, decenas de asistentes parlamentarios y eurodiputados han comentado la ausencia de Bardella en la Eurocámara, como asistente, pero también como eurodiputado, al que apenas se le ha visto en los plenos, en los debates o en las votaciones. Entre 2019 y finales de 2023, de 51 sesiones de la comisión, el eurodiputado de RN ha faltado 35 veces, y 13 las ha realizado a través de videoconferencia. Eso se traduce también en su trabajo: mientras su rival de La Francia Insumisa, Manon Aubry, en cinco años ha presentado 3.500 enmiendas, Bardella tan solo 27.
Tras la publicación de esta investigación, muchos se preguntan por qué Bardella no está imputado, o al menos, llamado a declarar durante el proceso. Al no haber sido citado ni siquiera por la policía ni por los jueces, su nombre apenas aparece en los informes de la investigación. Probablemente, porque en aquel entonces tan solo era un asistente de 20 años con un contrato a tiempo parcial que duró cuatro meses y medio.
Según el presidente del partido ultraderechista, todo esto se trata de «un burdo intento de desestabilización».
26 miembros del RN imputados
En marzo del 2015, el presidente del Parlamento Europeo solicitó abrir una investigación y así lo comunicó al ministro de Justicia francés, por un posible uso fraudulento de fondos por parte de los diputados del Reagrupamiento Nacional, por aquel entonces, Frente Nacional. La investigación se centraba en la creación de contratos falsos de asistentes parlamentarios con un perjuicio a las arcas públicas europeas de 6,8 millones de euros.
Tras varios años de investigación, las autoridades encontraron pruebas suficientes para imputar a 26 miembros del partido, entre ellos, Marine Le Pen y su padre, Jean-Marie Le Pen. «Estoy tranquila. No tengo nada que esconder. Confío en la justicia», afirmó Le Pen a las puertas de la Sala Victor Hugo del Tribunal de París el pasado lunes, donde cientos de medios franceses e internacionales la esperaban.
Durante este miércoles, el presidente del tribunal ha sido ambiguo ante la posibilidad de citar a declarar a Bardella. Para Le Pen este juicio, que finalizará el 27 de noviembre, puede suponer el fin de su carrera política. Se enfrenta a 10 años de cárcel y 10 años de inhabilitación política, en caso de ser condenada por malversación de fondos públicos europeos. Algo que le impediría presentarse a la próximas elecciones presidenciales de 2027.