“Corazón de París. Alma de Francia. Joya de la humanidad”. Las campanas de Notre Dame vuelven a sonar. El arzobispo de París, Laurent Ulrich, abre las puertas de la catedral por primera vez tras cinco años de trabajos de restauración, e inicia la ceremonia.
Es sábado y llueve en la capital francesa. Miles de personas frente a sus pantallas ven como la otra gran dama de París vuelve a brillar. Las campanas vuelven a sonar tras cinco años en silencio para anunciar la resurrección de Notre Dame. En el interior de la catedral, decenas de jefes de Estado, y entre los invitados, Donald Trump, en lo que es su primera visita a Europa tras ser reelegido como presidente de los Estados Unidos, el presidente de Ucrania, Vlodimir Zelensky, o Elon Musk. Aunque ni rastro de representación española. En el exterior, cientos de medios narrando cada paso y cada gesto. Al igual que durante la inauguración de los Juegos Olímpicos, las condiciones meteorológicas han jugado una mala pasada a la organización, que ha tenido que reducir la ceremonia y grabar un día antes las actuaciones previstas en el exterior de la catedral para mostrarlas en diferido.
“Gratitud hacia todos aquellos que salvaron, ayudaron y reconstruyeron Notre-Dame de París. Gratitud hacia todos los presentes, mientras nos preparamos para devolverla a los católicos, a París, a Francia y al mundo entero.”, afirmó Emmanuel Macron durante su discurso, quien quiso repasar los grandes hitos de la historia que envuelven a Notre Dame, y que por momentos parecían una perfecta metáfora en los tiempos que corren: “Por San Luís trayendo de Oriente la Corona de espinas. Para Enrique IV curando la herida de las Guerras de Religión. Por el deseo de Luis XIII y las victorias de Luis XIV. Para Napoleón coronándose una mañana de diciembre de 1804. Para Victor Hugo, vagando, soñando, buscando la sombra de Quasimodo. Anunciar a los combatientes de la resistencia de París la llegada del general Leclerc y su gente, y luego celebrar la liberación junto al general De Gaulle”.
Tras el emotivo discurso del presidente, una pequeña liturgia y una procesión desde el baptisterio con 110 estandartes de París y 100 concelebrantes al ritmo del órgano de Notre Dame, que también tuvo que ser limpiado y restaurado tras verse afectado por el humo del incendio. Carpinteros, arquitectos, restauradores… Más de 1.000 trabajadores han participado en las tareas de restauración, pero sin duda, los protagonistas de esta ceremonia han sido los más de 500 bomberos que ayudaron a extinguir las llamas el 15 de abril de 2019. Todos ellos han desfilado vestidos con el uniforme oficial por los pasillos de la catedral mientras el público, en pie, les homenajeaba con un largo aplauso. Para ellos, un gran “merci” proyectado en la fachada de la catedral.
El presidente prometió reconstruir la catedral en cinco años y así ha sido. Gracias también a las donaciones privadas que superaron los 600 millones de euros. Algunos de sus benefactores, como Bernard Arnault o François Pinault también estaban este sábado entre el público.
Más luminosa, más moderna pero siempre ella. La piedra y el mármol han sido pulidos para devolverle la belleza al corazón de París. Más de 120 techos de cristal dejan entrar luz a la nave y al coro de Notre Dame, pero seis de ellos han provocado una gran polémica. Aprovechando la remodelación, Emmanuel Macron y el arzobispo de París decidieron sustituir seis de estas vidrieras por creaciones contemporáneas, aportando un toque de modernidad y dejando una huella del antes y después del incendio. Las antiguas serán expuestas en el museo del edificio, como muestra del suceso de 2019, algo que no convence a todos.
Una tregua política
Cerca de 40 jefes de Estado han viajado hasta la capital francesa para ser testigos de este momento histórico; presidentes, ministros, reyes han sido los primeros visitantes de Notre Dame. El gobierno francés quería dar a sus ciudadanos una tregua política en este día tan especial, pero aun así, esta cita ha dejado importantes imágenes para la política.
Donald Trump, Vlodimir Zelensky y Emmanuel Macron se veían las caras en un encuentro trilateral en el Palacio del Elíseo horas antes de la ceremonia de inauguración de Notre Dame. “La paz por la fuerza es posible”, ha dicho el nuevo presidente de Estados Unidos tras la cita.
La otra imagen que cobraba relevancia entre los franceses era el encuentro entre el presidente de Francia y su ya ex primer ministro, Michel Barnier, a los pies de Notre Dame. Ambos se han fundido en un caluroso abrazo y han intercambiado unas palabras para luego tomar asiento en la catedral.
Medidas de seguridad excepcionales
Francia ya cuenta con experiencia en organizar dispositivos de seguridad excepcionales para eventos insólitos. Esta vez no iba a ser distinto, y siguiendo la estela de los Juegos Olímpicos, la prefectura de París ha desplegado más de 6.000 agentes de policía, gendarmes y militares por las calles cercanas de Notre Dame.
Un dispositivo de “muy alto nivel anti-terrorista”, según la prefectura que ha obligado a cerrar varias paradas de metro, decenas de calles y aislar la isla de la Cité, y que se mantendrá hasta el domingo, donde continuarán los actos inaugurales.
Toda medida es poca para uno de los eventos más importantes de la historia de París: la resurrección de Notre Dame.