Los disparos de Israel contra puestos de la misión UNIFIL de cascos azules en el Líbano se han granjeado una nueva condena europea y una exigencia de alto el fuego… pero no sin que se plasme en las actas del Parlamento Europeo una nueva disensión proNetanyahu por parte de la ultraderecha. Es la polarizada respuesta que ha obtenido la queja de la UE, que este martes ha tocado expresar al eurocomisario de Gestión de Crisis, el esloveno Janez Lenarcic, quien ha mantenido la convicción de la Comisión de que «el papel de UNIFIL es esencial para el Líbano, y también para Israel», y ha expresado su reconocimiento a «la decisión valiente de UNIFIL de quedarse».
El debate que sobre esta cuestión se ha mantenido en el hemiciclo de Estrasburgo se ha deslizado desde el terreno de la condena por los ataques a los cascos azules -que era el planteamiento inicial- al terreno de la culpa general del conflicto.
Los intervinientes de la izquierda han denunciado la ofensiva de Israel sobre territorio libanés en pos de Hezbolá. Con especial estridencia lo ha hecho la exministra española Irene Montero, quien ha intentado subir al atril de oradores ataviada con un pañuelo palestino. Se lo ha impedido la presidencia. «El ataque a la misión es un acto de guerra ante el que ustedes no han hecho nada», ha acusado la eurodiputada de Podemos, y, remachando su invectiva contra «el estado terrorista de Israel«, ha preguntado: «¿Para qué sirve Europa si deja que se imponga el más fuerte pisoteando la legalidad internacional?».
Comercio de armas
La socialista Leyre Pajín ha pedido al ejecutivo europeo que presione para la apertura de corredores humanitarios en el Líbano. «Exigimos a la comisión que esté a la altura para que podamos mirar a los ojos a nuestros hijos», ha clamado. «¿Cómo es que esto no es una línea roja para la UE? ¿Dónde están las líneas rojas de la UE«?, ha preguntado la irlandesa Lyn Boylan. Y, lamentando la impotencia europea, ha sentenciado Jaume Asens: «Tenemos las manos manchadas de sangre. hasta cuándo?».
Buena parte de las críticas de la izquierda al pronunciamiento europeo por insuficiente, incluso impotente, ante el drama que vive el Líbano han girado en torno a «los dobles raseros» de Europa castigando a Rusia y no a Israel, «metástasis» que ha diagnosticado el socialista Nacho Sánchez Amor. Pero es en torno al espinoso asunto del comercio de armas con Israel donde se han anclado las críticas más duras: ese comercio y su mantenimiento pese a su actuación en Gaza, pese a su violación de la frontera libanesa y pese a los ataques no casuales a posiciones de las fuerzas de Naciones Unidas. Se ha exigido a la Comisión Europea que pare el tráfico, provocando que el comisario Lenarcic saliera al paso de las críticas. El del suministro de armas a Israel es «un asunto que se ha de resolver a nivel nacional», ha argumentado.
Se ha dirigido así a los que han acusado al ejecutivo europeo de doble moral, como el ultra nada de izquierdas Tomasz Froelich, del grupo Europa de las Naciones Soberanas, quien ha acusado: «Quien pide un alto el fuego pero entrega más armas es un hipócrita«. «La Comisión Europea tiene cero competencias sobre este tema», le ha remachado enfáticamente el eurocomisario.
Después del debate, los socialistas han emitido un comunicado en el que instan a la Comisión Europea a «aumentar sus entregas de ayuda humanitaria, en forma de alimentos, alojamiento y atención médica, para contribuir de manera más significativa al objetivo de la ONU». Alude al llamamiento de Naciones Unidas para canalizar 426 millones de dólares para dotar de recursos urgentes a los civiles afectados por la guerra. Los socialistas de la eurocámara piden que la Comisión haga lo posible para «satisfacer las necesidades de las poblaciones palestina, siria y libanesa afectadas por el conflicto”.
A favor de Netanyahu
Un arco que recorre desde la ultraderecha hasta los conservadores y reformistas de ECR ha expuesto exculpaciones en favor de Israel y su primer ministro, Benjamin Netanyahu. Y ha sido el eurodiputado español de Vox Hermann Tertsch quien ha ido más lejos: «UNIFIL debe irse de inmediato» si no es capaz de «acabar con el secuestrro del Líbano por Hizbolá», ha pedido. A Terscht le da la impresión de que «algunos parece que quieren víctimas de UNIFiL para agitar la animadversión contra Israel», ha dicho, para pasar a exigir: «Los cascos azules españoles tienen que ser retirados de inmediato. En la zona de guerra no pintan nada».
La idea del algo-habrán-hecho se ha abierto paso en el argumentario de la derecha. Si los cascos azules han sufrido disparos directos, morterazos o encerronas de los blindados israelís es porque «cerca de su base había terroristas. Quizá no han hecho bien su trabajo», ha sostenido el radical de Patriotas por Europa Ondrej Knotek, compañero de grupo de Tertsch.
Ha acompañado a estas imprecaciones de la derecha radical una de los conservadores y reformistas del grupo ECR. Más allá de condenar los disparos de Israel, su parlamentario Bert Jan Ruissen ha considerado que los cascos azules deben «ayudar a la población civil» a «liberarse» del dominio de Hezbolá. Así, los disparos que han recibido torretas y soldados de Naciones Unidas tienen para él una explicación: «Si UNIFIL -FINUL en sus siglas en español- bloquea la lucha contra los de Hezbolá, algo no funciona», ha sostenido, y ha abundado: «UNIFIL debería garantizar la interrupción del suministro de armas a Hezbolá por parte de Irán».
A la puerta de la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo un grupo de manifestantes con banderas libanesas protestaba por el drama humanitario que se cierne sobre el país. Su forma de clamar: hacían sonar en la calle una alarma como la sirena que, en Beirut, anuncia los bombardeos.