La Cumbre Iberoamericana cierra su cita más deslucida en pleno declive político


«Estamos viviendo momentos duros para Iberoamérica, y tenemos la responsabilidad, como jefes de Estado, de sacar adelante la región«. El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, abordó la sesión plenaria de la XXIX Cumbre Iberoamericana con una tentativa de diluir por igual las responsabilidades del momento de declive político de ese espacio entre todos sus partícipes. De los 22 jefes de Estado y de Gobierno convocados en Cuenca, a 360 kilómetros de Quito, solo lo escucharon Felipe VI, en nombre de España, y los presidentes de Portugal y Andorra, Marcelo Rebelo de Sousa y Xavier Espot Zamora, respectivamente. Los otros asientos estaban vacíos y no en vano la cita ecuatoriana comenzó a llamarse la «cumbre de las ausencias» al más alto nivel.

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