La coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales del canciller alemán Olaf Scholz se tambalea desde hace meses. A los desencuentros entre sus socios se une la presión del bloque opositor conservador de Friedrich Merz y el ímpetu de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Este 2024 se cerrará en recesión, por segundo año consecutivo, y el Gobierno de Scholz no presenta recetas creíbles para revertirlo. Aparentemente, lo único que sostiene a la coalición es la debilidad de los tres socios: ninguno puede desear un fin prematuro de la legislatura, puesto que los sondeos apuntan a desastre para los tres. A la derecha moderada de Merz nadie le disputa el primer puesto, con un 30% en intención de voto; la lucha por la segunda posición está entre la AfD y el Partido Socialdemócrata (SPD) de Scholz; a los Verdes se les reserva el cuarto puesto y al Partido Liberal (FDP) la degradación a extraparlamentario.
Las próximas generales están convocadas para el 25 de septiembre de 2025. Pero son muchos los indicios que apuntan a un adelanto electoral. Para el grupo Springer, editor del sensacionalista ‘Bild’, del conservador ‘Welt’ y del portal ‘Politico’, la cuenta atrás ya se activó. La única pregunta es cuándo se materializará la ruptura de la coalición.
El momento álgido puede ser a finales de noviembre, en que deben aprobarse, ya en tiempo de descuento, los presupuestos. El ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, está empeñado en imponer la contención al gasto público. El titular de Economía y vicecanciller, el verde Robert Habeck, representa la vía opuesta. El choque de trenes parece programado. ‘Politico’ se atreve a plantear fechas para las elecciones anticipadas, el 2 o el 9 de marzo. Para ello, Scholz se sometería a una moción de confianza con el propósito de perderla. Hay un único precedente y lo marcó, en 2005, el asimismo socialdemócrata Gerhard Schröder, que provocó por esa vía el fin de la legislatura. Este modelo, sin embargo, es un mal trago para la socialdemocracia. Schröder cayó derrotado por la entonces candidata del bloque conservador, Angela Merkel, quien se mantuvo en el poder durante 16 años.
No es el único camino, recuerdan desde el semanario ‘Der Spiegel’ a los diarios ‘Süddeutsche Zeitung’, progresista, o ‘Frankfurter Allgemeine’, conservador. Existe la posibilidad de resistir tal cual o, en caso de abandono liberal, de sostenerse Scholz al frente de un gobierno en minoría con los Verdes.
La incógnita en torno a Scholz
La insistencia mediática en dar por finiquitada a la ‘Ampel’ –semáforo en alemán, por los colores identificativos de sus partidos– hace que se viva en una precampaña electoral. Será de unos meses o de casi un año. Persiste además la incógnita de si el impopular Scholz luchará por la reelección o si hará como el estadounidense Joe Biden y dejará que otro lo intente.
El SPD aceleró esta semana su propia precampaña. El pistoletazo fue la retirada de su secretario general, Kevin Kühnert, de 35 años, quien alegó motivos de salud. Le sucederá Matthias Miersch, representante del ala izquierdista, quien se define como un alguien que «no dice a todo que sí», ni siquiera a Scholz.
Kühnert, exlíder de las juventudes del SPD, fue en el pasado un ‘enfant terrible’, pero como secretario general ha tenido que dar la cara tras cada derrota electoral. A Miersch le corresponderá asumir las riendas de la campaña. Scholz insiste en que será de nuevo el candidato del partido. Pero en Berlín hay rumores persistentes a favor del ministro de Defensa, Boris Pistorius, mucho más carismático que el frío canciller y el político mejor valorado del momento por sus conciudadanos.
La duda debilita aún más al SPD, mientras en el bloque conservador hay una cohesión inédita en décadas en torno a Merz, el derechista que enterró el centrismo de la era Merkel y el candidato conjunto de la CDU y de su hermanada CSU bávara.
Por parte de los Verdes, todo apunta a Habeck, por haber renunciado a intentarlo de nuevo la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, su candidata en 2021.
Careo entre extremistas
La candidatura ultra recaerá con toda probabilidad en la líder de la AfD, Alice Weidel. Y el nuevo populismo izquierdista no reconoce otro liderazgo que el de Sahra Wagenknecht. Ambas representan los dos extremos del arco político, ambas comparten una línea dura en materia migratoria y a ambas se les atribuyen cercanías con Vladímir Putin, por rechazar los suministros de armas a Ucrania.
Esta semana, Weidel y Wagenknecht protagonizaron un duelo televisado, con fuertes dosis de morbo mediático por ser un careo entre dos mujeres de reconocidas dotes retóricas y que se crecen en la confrontación. Wagenknecht dejó claro que no respaldará a la AfD. Weidel, tras sus éxitos electorales en el este del país, insistió en lo suyo: el cortafuegos contra la AfD es antidemocrático.