Un nuevo paquete de ayuda financiera europea de enormes proporciones para sostener a Ucrania, 35.000 millones de euros, ha sido aprobado este martes en la eurocámara con 518 votos a favor, 56 en contra y 61 abstenciones. Se ha abierto camino el primer tema de entidad en la sesión plenaria que, en Estrasburgo, celebra el Parlamento Europeo, pero el asunto ha puesto de manifiesto la cada vez mayor diferencia entre las fuerzas del centro político y los extremismos de la derecha ante el desafío que supone la invasión rusa .
Los 35.000 millones serán la parte que corresponde a la Unión Europea del total de 45.000 millones que, el pasado verano, comprometió en favor del país invadido la cumbre del G7. El Reino Unido ha anunciado ya su parte: 2.500 millones. El plan, en el caso de la UE, es que sea la propia Rusia, a través de sus activos congelados, quien termine pagando la ayuda. Y, entre tanto, que Ucrania aplique medidas de contención presupuestaria.
Transcurridos ya cerca de 1.000 días del comienzo de la guerra, se ha visto en la sesión cómo se ha ido volviendo más quebradiza la unión de los europeos en torno a la respuesta que se ha de dar a la invasión rusa. No hay, en absoluto, unanimidad. Discrepa la ultraderecha en eso que el alto representante para la Politica Exterior y de Seguridad, Josep Borrell, pide como «momento Churchill» de Europa ante la actitud agresiva del Kremlin.
Estos temas en la agenda sirven para tomar la medida de las grietas promovidas entre una facción, cuando no putinista, apaciguadora con el Este. «Congelar los activos rusos es robar. ¡La única forma de alcanzar la paz es la negociación con Rusia!», ha clamado el más prorruso de los europarlamentarios, el eslovaco no adscrito Lubos Blaha. «Hay chivatos y traidores entre nosotros», ha denunciado el lituano del Partido Popular Europeo Paulius Saudargas.
Críticos y «traidores»
La ultraderecha ha desempeñado dos papeles complementarios en el debate. Por un lado, en el grupo Patriotas por Europa (PfE en el que se inscribe Vox) los que critican la ayuda considerando a Ucrania un país del que no hay que fiarse. Por otro, en el grupo Europa de las Naciones Soberanas (ESN), los que directamente se alinean con el Kremlin.
«Este paquete es parte de una iniciativa que no deja de escalar«, ha lamentado por el PFE Petra Steger. «Se está ayudando a Ucrania como si fuera un Estado miembro, por no tienen que respetar la Política Agraria Común», ha lamentado el polaco Tomasz Buczek, del mismo partido.
Elevando el tono se han pronunciado los soberanistas del ESN, el grupo que lidera a distancia el húngaro Viktor Orban. «El robo de los activos rusos puede dar lugar a acciones de respuesta», ha dicho la belga Ada Laykova. «La UE está buscando la forma de robar el dinero de otras personas», ha inisistido. «Que me expliquen qué está haciendo el gobierno ucraniano para defender los valores europeos: cancelan elecciones, anula a la oposición, ha abolido derechos de las minorías y los medios de comunicación independientes…», ha critidado Milan Uhrik, del mismo grupo, otro eslovaco en la misma órbita prorrusa.
Y sus afirmaciones han servido al rumano Eugen Tomac, de los liberales de Renew, para denunciar que ha penetrado en la eurocámara «la desinformación rusa». Es una de las respuestas de la parte central de la cámara, la mayoría que defiende el paquete de ayuda. Entre los populares, se ha granjeado aplausos el sevillano y exministro del Interior Juan Ignacio Zoido, que ha dado dos datos clave de la situación: uno, que Ucrania ha perdido ya por el ataque ruso un 30% de su PIB; y dos; que la reconstrucción costará, según se calcula en este momento, 500.000 millones de dólares.
Paz y rendición
El argumento de los populares se centra en la eficacia: «Tenemos prisa, va a ser un invierno muy frío», ha advertido uno de sus eurodiputados. La postura de los socialistas ha ido más por el lado de los valores, pero también por el de la firmeza ante Rusia: «A la ultraderecha le pido que diga si está con Putin o con Ucrania«, ha desafiado el español Javier Moreno; «Cuando se celebran las elecciones en Estados Unidos, Europa se quedará sola: elminemos las restricciones absurdas al uso de armas a Ucrania», ha pedido el francés Raphael Gluksman.
Al final del debate, el eurocomisario Didier Reynders se ha felicitado por que una mayoría apoya el paquete de ayuda, pero también ha considerado que «la falta de unanimidad deja clara la importancia de seguir luchando por los valores europeos».
La promotora de la medida, la eurodiputada sueca, vicepresidenta de la Comisión de Comercio e integrante de la mesa Karin Karlsbro, ha lamentado que en la eurocámara se extienda un «argumento peligroso de la ultraderecha: rendirse ante el enemigo en nombre de la paz».
Ya van 118.000 millones
La UE ya ha puesto a disposición de Ucrania, desde que comenzó la guerra, 118.000 millones de euros. El pasado 14 de junio, los líderes del G7 habían reafirmado su determinación para continuar aportando an Ucrania ayuda militar, financiera, humanitaria y de recostrucción.
La ayuda europea, explica la propuesta de Karlsbro, responde a necesidades de Ucrania no solo de movilizar soldados, también las derivadas del enorme movimiento de su población para huir de las zonas atacadas, y, entre otras cuestiones muy primordiales, reconstruir antes de que el frío se adueñe del calendario -o sea, a la vuelta de la esquina- las infraestructuras energéticas que Rusia destruye dia sí dia tambíen con sus drones de diseño iraní y sus enormes bombas FAB del viejo arsenal soviético, para, a base de frío y oscuridad, menoscabar la moral de la población atacada..
La ayuda financiera, dice la medida que se ha discutido este martes, «es vital para ayudar a ucrania a mantener las funciones estatales esenciales, asegurar la estabilidad macroeconómica y rehabilitar infraestructuras críticas». Sin los paquetes de ayuda financiera, en defintiva, Ucrania habría perdido la guerra no en el frente de batalla, sino por estrangulación económica. .
Cobrárselo a Rusia
A la postre, la mayor parte de este préstamo saldrá de incautaciones al banco central ruso, los oligarcas y las grandes corporaciones de la corte de Vladimir Putin. La propuesta pone una de sus bases en sufragar el préstamo con los beneficios que destilen los fondos aprehendidos a Rusia como castigo desde que arrancó su fase de invasión a gran escala de Ucrania.
Desde febrero de 2024, por efecto de las sanciones impuestas por la UE al poco del inicio de esta fase de la guerra de conquista, permanecen inmovilizados en todo el mundo cerca de 210.000 millones de euros en activos rusos, sobre los que pesa una prohibición de ser vendidos o cambiar su naturaleza o propiedad. Esa congelación de activos no han impedido que semejante cantidad de capital haya generado «una inesperada acumulación de cash en el balance de las autoridades despositarias -dice un memorandum de que sostiene la propuesta-. Dependiendo de los tipos de interés, se estiman unos réditos extraordinario de ente cuatro y cinco mil millones de euros al año.
Por la naturaleza legal de las sanciones, esta cantidad no tiene que ponerse a disposición del Banco Central de Rusia ni siquiera cuando acabe la congelación, y tampoco pueden convertirse en ganancias extraordinarias para los países cuyas entidades bancarias retienen esos activos. Su destino más adecuado, considera el informe que respalda la medida, es la ayuda a la Ucrania invadida.