La huelga de transportes contra los recortes de Milei paraliza Argentina


«Si esto termina bien, no solo va a ser un éxito político, sino una revolución. Esto sí que no estaba en ningún libro de texto», dijo este miércoles el presidente argentino, Javier Milei, a un grupo de economistas y empresarios que lo aclamaron en la provincia de Córdoba, a unos 600 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. En las promesas de un nuevo endeudamiento para contener el precio del dólar reside la satisfacción de los mercados. Como si se tratara de otra Argentina, al mismo tiempo en que el anarcocapitalista prometía a su auditorio una inflación anual de 13 puntos y una dolarización a medio plazo, el país estaba paralizado. La huelga en los ferrocarriles, metro, taxis y parte de autobuses urbanos, los camioneros, la actividad en los puertos y aeropuertos tuvo un alto impacto que el Gobierno no pudo disimular. El Ejecutivo calificó de «política» una medida de fuerza que incluyó un abanico de reclamaciones salariales y laborales, pero también un rechazo al ajuste económico, el aumento de los boletos, superior al 100% en lo que va del año, y la privatización de las empresas estatales. Trabajadores de la agencia fiscal, cuya disolución fue anunciada la semana pasada, los hospitales y los docentes universitarios también se sumaron a la protesta.

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