«La razón número uno por la que los latinos han votado a (Donald) Trump es porque no quieren que les quiten el trabajo los inmigrantes ilegales«, dice a EL PERIÓDICO George Lombardi, asesor del expresidente republicano, en referencia al aumento de llegadas con Joe Biden, después de que este reinstaurara el derecho a pedir asilo que Trump eliminó amparándose en la pandemica del covid. «Hay hispanos que llevan aquí muchos años, tienen una casa, un coche, y votan para proteger eso, no en función de quiénes fueron sus ancestros«, añade el fundador del grupo Latinos por Trump, que cree que no le han votado a pesar de sus políticas antiinmigración sino por ellas.
Su trabajo organizando este movimiento social ha tenido recompensa en estas elecciones: el apoyo a Trump entre los latinos ha subido 14 puntos porcentuales respecto a 2020, según el sondeo a pie de urna del centro Edison Research. En concreto, Trump ha ganado el 55% de los hombres hispanos, 19 puntos más que hace cuatro años atrás, mientras que obtuvo el voto del 38% de las mujeres hispanas, 8 puntos más que en 2020, aunque ellas siguieron prefiriendo a la candidata demócrata, Kamala Harris.
«Al principio, el Partido Republicano no nos tomó en serio. Tenía la idea preconcebida de que las minorías votan izquierdas«, recuerda. Eran las primarias republicanas de 2015 y se organizaron por Facebook. «El primer grupo que creé se llamaba Latinas por Trump. Se lo mostré a Donald y le encantó, había chicas guapas ahí», dice Lombardi entre risas. Creó varios grupos más, según temas de interés no político: uno para Moteros por Trump, otro para Enfermeras por Trump. Pronto superó los 100.000 seguidores activos en prácticamente todos ellos y, dice que «los peces gordos del partido» le hicieron ir a Washington para que les contara cómo lo hacía. Cuando Trump ganó la elección, se convirtió en su asesor.
El precio de la docena de huevos
Lo cierto es que el voto pragmático parece haberse impuesto, sea por el sentimiento antiinmigración o por la preocupación de la economía. «Lo que mueve al hombre latino es que ha venido a EEUU a trabajar. Migramos en busca de oportunidades, por eso ilusiona la promesa de Trump de mejorar la economía”, explica a este diario Julio Robledo, emprendedor latino que, aunque no ha votado a Trump como sí ha hecho la mayoría de hombres latinos, trata de explicarse por qué otros como él le han elegido presidente. La docena de huevos llegó a costar entre 6 y 8 dólares en los suburbios de Maryland donde él reside, a las afueras de la periferia de la capital, Washington DC. «A la gente se le quedó grabado. Es el trauma de la inflación«, señala. Y aunque los precios han vuelto a bajar, ese recuerdo ha quedado asociado al presidente Biden, al que culpan del encarecimiento de los bienes básicos, sobre todo alimentos, gasolina y vivienda.
Robledo, de 45 años, ya ha pasado un tercio de su vida en EEUU. Llegó bajo una administración republicana, la de George Bush hijo, y desde entonces ha observado un cambio en el que votantes y analistas coinciden: «El Partido Demócrata se ha convertido en el partido de las élites«, apunta. Atrás queda cuando los republicanos eran el partido de Wall Street y los demócratas, el de las fábricas y el campo. Los roles se han intercambiado: el progresismo avanzó entre aquellos con educación superior, que a su vez acceden a trabajos mejor remunerados en ciudades grandes. Como en un efecto rebote, los republicanos se dirigieron al vasto centro del país, más rural, más conservador, menos educado y de rentas más bajas. El error fue pensar que la América trumpista era blanca. «Los latinos somos, sobre todo, clase trabajadora«, señala Robledo.
Macho alfa
La balanza se inclinó a favor de Trump en una elección marcada por la brecha de género. «A los hombres latinos parece encantarles la idea de que Trump sea un hombre fuerte, que hable con seguridad de sí mismo y no retroceda ante polémicas«, dice a este diario Walter, votante latino de California, territorio demócrata. Walter cree que la subida de aranceles, buque insignia de Trump, solo provocará que suban más los precios. Pero más allá de si Trump podrá bajar el precio de la gasolina, Walter alude a un voto identitario, que no tiene que ver tanto con que el candidato se parezca a uno (Trump es un hombre blanco rico) sino que se convierte en algo aspiracional, la promesa de subir en la escala social.
Así, hasta el extremo que parece que Trump salió indemne de los insultos a Puerto Rico en su mitin de final de campaña, que un cómico describió como «isla flotante de basura«. Su futuro vicepresidente, JD Vance, también cargó contra los latinos que tienen muchos hijos y se aprovechan de los subsidios públicos. «Es realmente tóxico admirar esas actitudes pero los hombres latinos parecen haber comprado lo que Trump dice», concluye Walter con resignación.
Si bien Lombardi califica esos comentarios como «desafortunados», disculpa al expresidente, como parece que hacen sus votantes: «Amo a Trump y es un gran orador pero todos los que estamos a su alrededor estamos siempre tratando de protegerlo de sí mismo, cuando empieza a hablar se viene arriba».