En Palestina, la historia ha demostrado cómo las ruinas son fuente de fortaleza. Los escombros de las casas sirven de inspiración a la lucha. Los años y años de desposesión y abusos no la han apagado. Ahora, tras las armas que abanderan la resistencia, hay rostros cada vez más jóvenes, y un sostén aún mayor. «Me gustaría que pudiéramos hablar de resistencia palestina pacífica, pero, por desgracia, la ocupación no sabe nada de paz», lamenta Ahmed. Este joven veinteañero es testigo de cómo sus amigos y compañeros de generación escogen las armas para abatir a la «ocupación», al Estado israelí. En las callejuelas de los campos de refugiados que les han servido de escuela, ese Estado se personifica en las decenas de soldados israelíes, últimamente cientos, que vienen a convertirlas en ruinas.
«Sus acciones puramente criminales y militarizadas han dado lugar a la resistencia palestina armada; se trata de una reacción natural a sus acciones», cuenta Ahmed, desde uno de esos campos de refugiados en el norte de la Cisjordania ocupada. Al dar declaraciones a este diario, prefiere esconder su identidad bajo un nombre inventado. Está en juego su vida. El ambiente es muy tenso. En el año que acaba, el Ejército israelí ha llevado a cabo la peor operación militar desde la Segunda Intifada. «Las violaciones diarias, incluidas detenciones arbitrarias, demoliciones de viviendas, asesinatos y torturas sin distinción de género o edad, crean un estado de indignación popular«, reconoce Ahmed. A su paso, han dejado decenas de muertos, la vida de miles de palestinos patas arriba y una destrucción generalizada en las principales ciudades del norte de los territorios ocupados: Tulkarem, Yenín, Nablus y Tubas.
«Autodefensa y protección»
Pero, por inverosímil que parezca, los más que preparados y sofisticados soldados israelíes se encuentran con respuesta. La juventud palestina, harta de los abusos e inspirada por sus padres, tíos y abuelos, se ha organizado. Con armas que ellos mismos fabrican o que consiguen robar del Ejército enemigo, aprovechan el amplio conocimiento de su geografía para protegerlo. Recuperan las técnicas de guerrilla usadas por sus antepasados. A través de ataques relámpago, emboscadas y el uso de artefactos explosivos improvisados, impiden que las fuerzas israelíes se hagan con todo el control de su territorio. Algunas de sus bombas caseras consiguen dañar los poderosísimos vehículos blindados israelíes, incluso dejándolos inoperativos. De nuevo, las piedras palestinas contra los tanques israelíes. David contra Goliat.
«Como respuesta duradera, estos grupos de resistencia desempeñan un papel crucial en la preservación de la identidad palestina y la encarnación de la idea de que Palestina prevalecerá independientemente de las circunstancias»
«Como reacción inicial, estos grupos son esenciales para la autodefensa y la protección de las tierras y comunidades palestinas«, explica Ahmed a EL PERIÓDICO. «Sin embargo, como respuesta duradera, también desempeñan un papel crucial en la preservación de la identidad palestina y la encarnación de la idea de que Palestina prevalecerá independientemente de las circunstancias; esto ayuda a mantener el lema de que la resistencia continuará mientras exista la ocupación«, cuenta este joven palestino, aunque él, por el momento, no ha decidido unirse a las filas de la resistencia armada. «Pero, como soy una persona profundamente vinculada a esta causa y un hijo de esta tierra, tengo el deber religioso, moral y nacional de apoyarla», reconoce con la madurez forzada a muy pronta edad de los jóvenes palestinos.
Facciones rivales unidas
Uno de los grandes éxitos de su generación es haber podido unir a diferentes facciones palestinas eternamente enfrentadas. En Yenín, conocida por su combativo campo de refugiados, la resistencia está compuesta por miembros de la Yihad Islámica Palestina, Hamás, Fatah y el Frente Popular para la Liberación de Palestina. Todos actúan bajo el paraguas de la Brigada Yenín, creada en mayo de 2021 tras la famosa fuga de seis prisioneros palestinos de la cárcel israelí de alta seguridad de Gilboa. Desde entonces, otras milicias más antiguas y latentes, como las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa de Fatah, han resurgido. A apenas unas decenas de kilómetros, la resistencia armada ha tomado mucho protagonismo en Tulkarem. Allí, y sobre todo en el campo de refugiados de Nur Shams, conviven las Brigadas Tulkarem-Saraya al Quds, vagamente afiliadas a la Yihad Islámica, y las Brigadas Tulkarem-Respuesta Rápida, afiliadas al brazo armado del partido político Fatah.
«Se trata de jóvenes que crecieron en el campamento», reconoce Mariam Barghouti, periodista y analista política palestina. «Muchos de ellos han sido encarcelados por Israel bajo el régimen de detención administrativa, es decir, sin juicio ni acusación, sólo tortura, y decidieron tomar las armas, porque descubrieron que, en la última década, todos los esfuerzos palestinos, ya sea en negociaciones o en enfrentamientos no armados y no violentos, sólo han permitido a Israel continuar con la expansión de los asentamientos en tierras palestinas y continuar con su escalada de violencia contra los palestinos; aunque tienen recursos limitados, están protegiendo sus hogares», explica esta oriunda de Ramala. «El régimen israelí está diseñado de modo que la resistencia es inevitable, porque los palestinos llegan a un punto en que dicen: ya es suficiente, y tratan de usar todos los medios posibles para obtener su liberación y su libertad», apunta Barghouti.
Una nueva Gaza
La narrativa israelí los tilda de «terroristas», pero ellos se escudan en la legitimidad de la autodefensa. Cada día las tropas israelíes irrumpen en sus barrios, matan a sus compañeros o los detienen durante meses, sin someterlos a ningún tipo de juicio libre. «No sólo se están protegiendo a sí mismos, sino, en la medida de sus posibilidades, a su comunidad, contra estas incursiones israelíes que siempre son letales y tienen como objetivo la infraestructura civil», explica Barghouti. Además, el abandono de la Autoridad Palestina (AP) reafirma su argumento. Bajo su gobierno, estas ciudades de la Zona A deberían ser protegidas y reconstruidas por las fuerzas palestinas. En ocasiones, la AP está utilizando sus propias fuerzas de seguridad para reprimir a los militantes, consolidando así su reputación de subcontratista de la ocupación israelí. Por eso, el apoyo a la resistencia armada palestina no deja de crecer entre la población.
«Las prácticas letales que hemos visto en Gaza, ya sean los ataques a periodistas, los asesinatos en masa de la sociedad civil y de civiles, incluidos niños, se están llevando a cabo en Cisjordania, y aquí no existe esta asociación entre Hamás y el 7 de octubre»
El 63% de los residentes de la Cisjordania ocupada la apoya como la mejor manera de poner fin a la ocupación israelí y lograr la independencia, de acuerdo a una encuesta del Centro Palestino de Investigación Política y Encuestas (PCPSR) publicada en junio. El 62% está a favor de la disolución de la AP. «Las prácticas letales que hemos visto en Gaza, ya sean los ataques a periodistas, los asesinatos en masa de la sociedad civil y de civiles, incluidos niños, se están llevando a cabo en Cisjordania, y aquí no existe esta asociación entre Hamás y el 7 de octubre», apunta Barghouti. En los territorios ocupados, al menos 703 palestinos, incluidos 159 niños, han muerto por la violencia de soldados o colonos israelíes. «Por supuesto, a cada acción le sigue una reacción, y esto contribuye a la cohesión y la solidaridad de la resistencia«, constata Ahmed. «Tenemos un dicho que dice que una tierra tomada por la fuerza no volverá a ser recuperada sino por la fuerza, y todos creemos en eso», afirma este joven palestino, haciéndose eco del mensaje de su generación.
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