La ONU instó este miércoles a la prudencia en Siria para que se eviten «errores» que podrían hacer descarrilar la transición política en ese país y denunció los riesgos asociados a los «ataques» de Israel contra la integridad territorial del país. El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, aplaudió este miércoles en el Consejo de Seguridad la decisión de las nuevas autoridades en Damasco de «no apresurar» la transición en el país, después de que el nuevo hombre fuerte, Ahmed al Sharaa, haya propuesto un proceso transitorio «de dos a tres años» y la celebración de elecciones dentro de cuatro años. «Las decisiones que se tomen hoy determinarán el futuro a largo plazo. Hay oportunidades y peligros reales», declaró Geir Pedersen en la reunión.
Críticas a Israel
Pedersen subrayó, su «profunda preocupación» sobre las actividades del ejército israelí en la zona de los Altos del Golán, en el suroeste de Siria, en particular en la zona ocupada por Israel en la guerra de 1967 y anexada en 1981. «Los ataques contra la soberanía y la integridad territorial de Siria deben cesar», instó. «Este tipo de violaciones, así como los bombardeos aéreos israelís en otras partes de Siria -como se informó la semana pasada en Alepo- podrían poner en peligro las posibilidades de una transición política pacífica», advirtió.
Pedersen aconsejó que una conferencia de diálogo nacional, que en un primer momento fue anunciada para este enero, «no debe precipitarse y debe estar bien preparada (…) en lo referente a los criterios para asistir y el equilibrio en su representación». El enviado, que en general alabó el trabajo de las autoridades interinas, dijo, sin embargo, que el Gobierno de Al Sharaa está tomando decisiones «que muchos sirios creen deberían dejarse para una fase transitoria más inclusiva», como las relativas al carácter del Estado, la educación y la seguridad. Igualmente, apuntó que las decisiones sobre el calendario y los tiempos de esta fase transitoria se toman «entre preocupaciones por una falta de transparencia».
No copiar el modelo de Irak
Entre continuas llamadas a la inclusividad del Gobierno presente y futuro, Pedersen aconsejó a los sirios alejarse de «cuotas basadas en etnias o credos o importar modelos de otros países», en alusión a los modelos de dos naciones vecinas, Líbano e Irak. Otro aspecto que suscita inquietud -dijo Pedersen- es el relativo a la proyectada absorción de los distintos grupos armados que participaron en la revuelta en un nuevo Ministerio de Defensa «cuya aplicación está poco clara», pues incluye a Hayat Tahrir al Sham (HTS, el grupo de Al Sharaa con vínculos originales con Al Qaeda) «y que incluiría combatientes de países extranjeros».
Promesas del nuevo Gobierno
Una coalición liderada por el grupo islamista radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) se hizo con el poder en el país el 8 de diciembre en una ofensiva relámpago. Ante el reto de unificar el país, fragmentado tras más de diez años de guerra, Ahmed al Sharaa se ha comprometido a disolver las facciones armadas, incluida la HTS. También, se comprometió a convocar elecciones en un periodo de cuatro años, así como a un diálogo nacional, en el que estén representados los distintos grupos políticos y de la sociedad siria.
Debate en la ONU
En el debate que siguió a la exposición de Pedersen, los miembros del Consejo mostraron su apoyo a las autoridades sirias y coincidieron en pedir inclusividad -la palabra más repetida- en el proceso de transición, así como llamadas a evitar tentaciones de injerencia externa.
La representante de Estados Unidos, Dorothy Shea, dijo que Siria «no debería usarse como plataforma para extender los intereses de otros países a expensas del pueblo sirio», una alusión que podría entenderse dirigida a Turquía, aunque este país -estrecho aliado de EEUU- no fue mencionado.
El representante de China, Fu Cong, criticó por su parte que las nuevas autoridades sirias «hayan dado altos rangos militares a terroristas extranjeros, incluido el dirigente del Partido Islámico del Turkestán, lo que suscita gran preocupación a China». La alusión del representante chino no es casual, ya que su país también alberga una minoría islámica turcomana, los uigures, considerados entre los grupos étnicos más reprimidos en el país.