La oposición venezolana se enfrenta al dilema de prepararse para futuras elecciones o mantener la impugnación de Maduro


El teatro Teresa Carreño es una de las joyas arquitectónicas y culturales de Caracas. El drama, la música sinfónica y la ópera reverberan en su interior. Allí subió a escena esta semana Nicolás Maduro como parte de una gala triunfal continua desde que fue proclamado oficialmente ganador de unas elecciones cuyo triunfo reivindica el opositor Edmundo González Urrutia. Maduro alzó la voz en el Teresa Carreño con la certeza de que su horizonte político y personal se ha despejado de cara al 10 de enero, cuando debe iniciar el tercer período de Gobierno. El rechazo de Estados Unidos, la UE y buena parte de América Latina al veredicto oficial de los comicios no parece perturbarlo. Tampoco lo que puedan hacer sus adversarios a estas alturas. «Resulta que el viejito (González Urrutia) se fue hace un mes (a España) y la sayona (María Corina Machado) también se fue. Le llegaron las maletas Gucci y se fue«, dijo con sorna. La «sayona» es un espectro en la tradición popular y para el madurismo tanto Machado como el exdiplomático asilado en Madrid son a estas alturas figuras fantasmales. «Yo estoy aquí con los venezolanos, obviamente protegiéndome y cuidándome porque no les voy a dar el gusto de que sepan dónde estoy», respondió la dirigente derechista.

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