La OTAN ha activado una misión ‘Centinela’ en aguas de Báltico, destinada a proteger sus infraestructuras y ecología frente a «elementos desastabilizadores», en palabras de su secretario general, Mark Rutte. Es decir, sabotajes a sus cables submarinos de telecomunicaciones y demás formas de «guerra híbrida» atribuidas a Rusia y en la que juegan un papel esencial la llamada «flota fantasma» de barcos que transitan por aguas internacionales bajo banderas falsas.
Asumirán principalmente su parte operativa, en forma de fragatas y aviones de reconocimiento, Finlandia y Suecia, los dos países nórdicos que ingresaron en la OTAN tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania, en 2022. Su incorporación se consumó por la vía exprés, por voluntad tanto de Estocolmo y de Helsinki como de la Alianza Atlántica, interesada en blindar el llamado «lago báltico». Su vulnerabilidad ha quedado de relieve con los sucesivos ataques contra infraestructuras esenciales, sean cables submarinos de telecomunicaciones o gasoductos entre los países nórdicos y sus aliados bálticos, Estonia, Lituania y Letonia. Solo en dos meses se detectaron daños en cables de conexión entre Lituania y Suecia, entre Alemania y Finlandia y otros entre Estonia y Finlandia. En paralelo a la misión ‘Centinela’ se articulará una flota de drones navales con objetivos disuasorios.
«Un 95% de las comunicaciones por internet discurren por cables submarinos. A diario se realizan por esas vías transferencias financieras del orden de 10 billones de dólares«, explicó Rutte, en una comparencia con el presidente finlandés, Alexander Stubb, y el primer ministro de Estonia, Kristen Michal. La cumbre entre el secretario general de la OTAN y los líderes de ocho aliados europeos –Alemania y Polonia, así como Dinamarca y el conjunto de estados bálticos, además de Suecia y Finlandia– tuvo lugar en Helsinki, lo que evidencia la alarma nórdica ante la creciente agresividad rusa. Rutte, como el canciller Olaf Scholz, evitaron culpar directamente a Moscú. «No podemos atribuir una responsabilidad sin pruebas concluyentes», advirtió el líder alemán, en un aparte con medios de su país. Ni siquieraha podido establecerse la autoría de los sabotajes que inutilizaron en 2022 el gasoducto germano-ruso Nord Stream. En el aire está asimismo la capacidad de actuación aliada en ataques que se producen en aguas internacionales, admitió Rutte. Es de gran relevancia no solo investigar los ataques, sino también acometer con diligencia la reparación de los daños, según el finlandés Stubb.
Bomba de relojería ecológica
Estonia inspeccionó desde el pasado junio un total de 300 mercantes, incluidos 62 que resultaron «no seguros», relató su primer ministro. Al margen del riesgo de un sabotaje, son «bombas de relojería» para el ecosistema báltico, añadió Michal, en el cargo tras asumir su compatriota Kaja Kallas el puesto de jefa de la diplomacia de la UE. Se trata de barcos viejos, de bandera panameña o similares.
La alarma por esta flota en la sombra rusa se agudizó hace unos días en Alemania ante la presencia de un petrolero averiado en aguas bálticas. El panameño ‘Eventin’, como se llama el barco, tiene unos 20 años y transportaba 100.000 toneladas de crudo, lo que implicaba riesgo de marea negra en el ecosistema báltico. Fue remolcado hasta cerca del litoral alemán para evitar males mayores, mientras se investiga su carga.
Es, junto al ‘Eagel S’, uno de los buques que supuestamente transportan mercancía rusa pese a las sanciones dictadas a raíz del inicio de la invasión de Ucrania, hace casi tres años, y endurecidas en verano de 2024. Su recurre a buques viejos, de banderas diversas, con los que burlan unas sanciones que pretenden minimizar los ingresos del Kremlin a través de sus exportaciones. Estimaciones recientes del ‘Financial Times’ hablan de unos 400 barcos utilizados por empresas rusas a través de testaferros. Se calcula que Moscú ha invertido unos 10.000 millones de dólares en dotarse de esta flota fantasma. De ella depende un 70% de sus exportaciones por vía marítima, destinadas principalmente a China o la India. Mientras Estados Unidos, Reino Unido y el conjunto de la UE o el G7 endurecen sus sanciones, surgen casos como el de ‘Eagle S’, el barco de bandera de las Islas Cook cuya ancla causó el corte de suministro eléctrico entre Finlanda y Estonia y dañó cuatro cables de telecomunicaciones.
La iniciativa entre los nórdicos y los bálticos, más Alemania, deja de relieve las distancias políticas entre esos países y otros aliados europeos identificables como prorrusos. En Finlandia gobierna una coalición entre centristas y ultraderecha, mientras que en Suecia lo hace una alianza derechista-liberal, apoyada desde fuera por la derecha radical. Sin embargo, sus respectivas formaciones extremistas no son identificables como afines al Kremlin, al estilo del ultranacionalista húngaro Víktor Orbán. Estonia ha venido sufriendo ciberataques desde mucho antes del inicio de la invasió rusa sobre Ucrania, recordó su primer ministro. Tanto este país, como Lituania y Letonia, se saben en el objetivo de Vladímir Putin, que sigue sin haber digerido que de exrepúblicas soviéticas pasaran a integrarse en el flanco este de la OTAN.
