Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron este viernes el hallazgo del nieto 138 que había desaparecido durante la última dictadura militar (1976-83) y que recupera su identidad en medio de un giro político radical marcado por el negacionismo del actual Gobierno de los hechos que marcaron la historia argentina hace casi medio siglo.
«Haberlo encontrado fue la mejor respuesta a la lucha de esa familia. Se van a conocer y armar ese vínculo», dijo Manuel Gonçalves Granada, integrante de la Comisión Directiva de Abuelas. Tanto el nieto 138 como su hermano, Diego Antonio, hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor, son abogados. «Ya hicimos bromas sobre eso», comentó Gonçalves Granada. El hombre, que ha recuperado su historia, «está muy conmovido». Se va a encontrar «con una familia que lo buscó, que nunca perdió las esperanzas».
La titular de Abuelas, Estela de Carlotto, dijo que sus padres fueron vistos por última vez hace 49 años en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el campo de concentración por donde pasaron unas 5.000 personas que luego pasaron a integrar en su inmensa mayoría la lista de desaparecidos. De Carlotto estimó que el nieto 138 nació en el interior de ese centro clandestino que se levanta sobre la avenida del Libertador, una de las más transitadas de la ciudad de Buenos Aires. Allí tuvieron lugar al menos 30 partos clandestinos.
«Estoy embargado por la emoción, eres muy bienvenido», dijo desde España Diego Antonio a su hermano. «Gracias Abuelas, son el orgullo nacional, las adoro». Ellas también tuvieron algo que decir: «al hijo de Marta y Juan Carlos lo esperamos en la verdad para que pueda reconstruir sus lazos con la familia que siempre lo buscó y lo quiso».
La organización humanitaria estima que unos 500 niños y niñas fueron separados de sus padres, en su gran mayoría desaparecidos, y posteriormente objeto de una apropiación ilegal. Las Abuelas han tenido distinto tipo de respaldo estatal desde la recuperación democrática. La ayuda se redobló con el cambio de siglo.
Retroceso político
«Esta restitución es, una vez más, la muestra de las consecuencias del terrorismo de Estado en el presente y la centralidad de las políticas de Derechos Humanos», dijo De Carlotto, la presidenta de las Abuelas. Apenas horas antes había hecho un pedido a la comunidad internacional a estar atenta frente al peligro de un «retroceso» político que pone en peligro la recuperación de los nietos que no han sido encontrado.
El primer año del presidente Javier Milei, aseguró Carlotto, » ha sido muy duro para buena parte de la sociedad argentina, y más aún para el movimiento de derechos humanos, que se convirtió en uno de los blancos preferidos del Gobierno». La Argentina, señaló, enfrenta «un contexto preocupante» con «el avance de políticas regresivas y de sectores que promueven la deshumanización y la estigmatización, transformando a compatriotas en enemigos».
Recordó a su vez que las autoridades se proponen desactivar por completo la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), que se creó en 1992 y cuya unidad de investigación resolvió 2468 de casi siete mil casos de los cuales un 25% llegaron a los tribunales. La Conadi funciona en la órbita de la Secretaría de Derechos Humanos que esta semana fue prácticamente desarticulada con el despido de 2400 empleados. Ese organismo funciona en lo que fueron las tétricas instalaciones de la ESMA. De otro lado, los ministerios de Seguridad y Defensa han restringido el acceso a documentación sustancial relacionada con la represión.
«Se termina el año, venimos en un declive y recibimos un nieto, nos encontramos otra vez con la verdad, otra vez el resultado de la lucha de Abuelas», dijo Guillermo Amarilla, otro nieto restituido.