Todavía faltan algunas horas para el comienzo oficial de la cumbre de la Commonwealth, celebrada este año en el remoto archipiélago de Samoa, pero el primer ministro británico, Keir Starmer, ya está sufriendo los primeros contratiempos. Las peticiones de algunos países caribeños, liderados por Bahamas, de poner sobre la mesa las reparaciones por el pasado esclavista del Reino Unido con sus antiguas colonias ha trastocado los planes iniciales del primer ministro, quien ha tratado sin éxito de aparcar este asunto de la cumbre y poner el foco en la mejora de las relaciones comerciales entre los 56 países del grupo para estimular el crecimiento económico.
El debate sobre el pasado colonial ha cogido fuerza este jueves tras la filtración a la BBC del borrador de un comunicado que especifica que «los jefes de Estado y de Gobierno, tomando nota de los llamamientos a debatir sobre la justicia reparadora en relación con el comercio transatlántico de africanos esclavizados, acordaron que ha llegado el momento de entablar una conversación significativa, veraz y respetuosa para forjar un futuro común basado en la equidad«. Un comunicado que algunos países quieren incorporar a la declaración conjunta pero que, por ahora, no cuenta con la aprobación de la delegación británica, encabezada por Starmer.
A pesar de la negativa, el Gobierno laborista ha suavizado su discurso en las últimas horas en un intento de acercar posturas. El pago de enormes sumas de dinero en concepto de indemnizaciones –que podrían estar en una amplia horquilla de entre 200.000 millones de libras y 18 billones– está fuera de la mesa, pero fuentes del Ejecutivo citadas por el diario ‘The Guardian’ aseguran que el Reino Unido estaría abierto a apoyar algún tipo de reparación a través de la reforma de las instituciones financieras o de condonaciones de deuda. El Gobierno sí ha rechazado, al menos por ahora, apoyar reparaciones simbólicas, como la redacción de una disculpa formal por las atrocidades cometidas durante el colonialismo.
Pasado esclavista
Starmer ha insistido en que su prioridad es «mirar hacia adelante» y dejar atrás los hechos ocurridos en el pasado. Pero su posición amenaza con abrir una brecha entre los países miembros y desviar el foco de atención en los próximos dos días, ya que algunos líderes no parecen dispuestos a dejar este asunto de lado. «Debemos tener una conversación sobre esto. Todos somos conscientes de ello, del horrendo impacto que el negocio transatlántico de la esclavitud tuvo en la diáspora africana y requiere justicia», ha asegurado el primer ministro de Bahamas, Philip Davis, en declaraciones al medio POLITICO. Davis ha asegurado que las reparaciones económicas no son lo más importante, sino «apreciar, aceptar y comprender por lo que pasaron nuestros antepasados«.
El papel del Reino Unido en la apropiación de tierras y en la matanza de poblaciones indígenas durante siglos también ha salpicado al rey Carlos III, quien ha asistido a la cumbre tras un viaje oficial de cinco días en Australia. Un viaje en el que el monarca se ha topado en varias ocasiones con las protestas de grupos defensores de los derechos indígenas. La más llamativa ocurrió este lunes en el Parlamento australiano, donde la senadora aborígen Lidia Thorpe interrumpió un acto público para acusarle de «cometer genocidio» contra el pueblo indígena. «Devolvednos lo que nos habéis robado, nuestros huesos, nuestras calaveras, nuestros bebés y nuestra gente. Habéis destruido nuestra tierra«, gritó la senadora antes de ser escoltada hacia la salida.
Tímidas propuestas
Starmer ha asegurado que no hay duda de que la esclavitud es algo «aberrante» pero ha insitido en que su enfoque es «arremangarse» y «trabajar en los retos actuales». El primer ministro aprovechará la cumbre para anunciar un Centro de Experiencia Comercial, que pretende ofrecer asistencia técnica y práctica a los países de la Commonwealth para ayudarles a acceder a los mercados globales. El Gobierno británico también pretende ofrecer ayuda a los Estados en la lucha contra el cambio climático, un fenómeno que está poniendo en riesgo el futuro de algunas islas en el Pacífico.
Pero más allá de las buenas intenciones, el debate sobre el pasado colonial está erosionando la relación del Reino Unido con las antiguas colonias y está mermando la capacidad de influencia del país en el escenario global. La abolición de la monarquía y la transición a una república suena cada vez con más fuerza en algunos países caribeños como Jamaica –que aspira a seguir los pasos que tomó Barbados en 2021– en un intento por desvincularse de la antigua metrópoli. Por ahora los dos países siguen formando parte de la Commonwealth, pero las tensiones por un asunto que sigue sin resolverse amenazan con resquebrajar lo poco que queda de lo que, en su día, fue el imperio británico.