Este artículo va de un pedazo de tierra extraviado de Europa cuya soberanía ningún país reclama. Está situado en la frontera entre Croacia y Serbia. Su superficie es de unos 7.000 kilómetros cuadrados, el equivalente a Gibraltar o al distrito de Sant Andreu de Barcelona. Se le conoce con el nombre de Gornja Siga y es ‘terra nullius’, tierra de nadie en latín. En el mundo solo hay tres territorios bajo esta denominación. Los otros dos son Bir Tawil, un desierto situado entre Egipto y Sudán del que escribimos en el artículo anterior, y Marie Byrd, una parte de la Antártida.
Gornja Siga es una marisma ubicada en la orilla occidental del Danubio, en la parte croata. Ahí no vive nadie, tan solo legiones de mosquitos y familias de jabalís que pululan entre matorrales, álamos y abedules. Un enclave inhóspito en el que tampoco hay agua potable ni electricidad.
Pero esta no es la razón por la que ni Serbia ni Croacia lo quieren. La frontera entre ambos países la marca el Danubio, cuyo cauce ha variado con el tiempo por diversos motivos. Enclaves que en algún momento pertenecieron a Serbia pasaron a depender de Croacia, y viceversa. La guerra en la ex-Yugoslavia reactivó las reivindicaciones territoriales de las dos naciones balcánicas, que aún persisten. La complejidad del caso hace que si uno de los países acepta como suyo Gornja Siga pierde el derecho a reclamar los territorios que sí se disputan.
Hacia un nuevo país europeo
Un vacío geográfico que ha aprovechado Vit Jedlicka, un ciudadano de la República de Chequia que lleva casi una década trabajando para convertir este territorio huérfano de estado en un nuevo país europeo. Este acaudalado empresario de las criptomonedas viajó a Gornja Siga el que 15 de abril de 2015, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Thomas Jefferson, uno de los padres de la independencia de EEUU. Clavó en el terreno semisólido una bandera de cosecha propia y se autoproclamó presidente de la que bautizó como República Libre de Liberland. «Acto de frivolidad», calificó la insólita iniciativa el entonces Gobierno serbio. «Un chiste», dijo, por su lado, el croata.
Lo que parecía ser una ocurrencia sin continuidad se mantiene hoy como un proyecto muy vivo. «Siempre he pensado que es más fácil crear un nuevo país que cambiar uno ya existente», dijo en una ocasión el empresario que fue diputado en su país por un partido euroescéptico de derechas. Jedlicka aspira a convertir su república en el «refugio libertario» de Europa.
Actualmente, Liberland cuenta con un Gobierno propio, formado por un vicepresidente y cuatro ministros. Tiene representantes en 74 países del mundo, entre ellos España. «Una de nuestras misiones es prepararnos para iniciar una acción diplomática con los mismos recursos que cualquier otro país una vez el territorio sea reconocido», explica el andorrano David Castillo, el embajador de Jedlicka en España y Andorra.
‘Vive y deja vivir’
Bajo el eslogan ‘Vive y deja vivir’, el territorio tiene himno nacional, bandera y hasta sellos propios. Y una criptomoneda, el ‘méritos’. Cualquier persona puede optar a formar parte de este país imaginario, aunque hay que cumplir una serie de requisitos, entre ellos pagar 10.000 dólares. Hasta el momento hay 1.059 liberlanders –75 son españoles o andorranos– y cerca de 760.000 aspirantes a serlo. «Casi 9.000 españoles y andorranos se han interesado este año por Liberland y tenemos seis solicitudes de ciudadanía en trámite», afirma Castillo.
A pesar de que no es fácil obtener la ciudadanía y el pasaporte liberlandés, hay una manera de hacelo sin revisión previa de expediente. Hay que pisar la marisma y plantar la bandera, tarea que comporta ciertos riegos. La policía fronteriza croata patrulla con lanchas la zona y tiene la orden de detener a quien ose hacerlo.
El Gobierno de Zagreb intenta así evitar que se establezca población de forma permanente, ya que es uno de los requisitos establecido por la ley internacional para poder crear un nuevo estado, como lo es también contar con el reconocimiento de los países vecinos. Solo Somalilandia, un territorio que se autoproclamó independiente de Somalia en 1991, ha reconocido a Liberland como estado independiente.
Admirador de Milei
Admirador del actual presidente de Argentina, el libertario Javier Milei, el autoproclamado presidente de Liberland es un neoliberal que apuesta por el libre mercado, la propiedad privada y un Estado no intervencionista. Propone, por ejemplo, que el pago de impuestos sea voluntario, una forma de captar inversiones.
Castillo, que dirige una consultoría internacional, es escritor y un apasionado de la geopolítica, espera «poner el pie» por primer vez en Liberland «en breve», a pesar de las patrullas croatas. «Liberland es un claro ejemplo de cómo dos países prefieren no tener nada más que tierra a dejar que un pequeño país pueda crecer prósperamente», dice para añadir: «Desde un principio tuve claro que Liberland iba a hacer historia». Los seguidores de Jedlicka esperan ver un día cómo Liberland se convierte en un microestado europeo, como Andorra o Liechtestein. No parece que vaya a ser nada fácil.
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