Una parte significativa de la propaganda prorrusa circula por la red Telegram. Y gracias al algoritmo, a partir de las interrrelaciones entre las cuentas, los investigadores pueden identificar comunidades de usuarios con un rol diferente en el proceso de difusión de mensajes favorables al Kremlin. Por un lado se identifican los productores de contenido, por otro los destinatarios de los mensajes, y en medio, cuentas de instituciones o figuras que ejercerían la labor de puente, transmitiendo contenido falso o manipulado a una determinada audiencia. De acuerdo con el estudio ‘Amenazas informacionales en España’, elaborado por Albert Borràs, cofundador de Cassini Group Spain, y al que ha tenido acceso EL PERIODICO, la cuenta en esta red social de Inna Afinogenova, colaboradora de Canal Red, la televisión online fundada por Pablo Iglesias, ejerce «la función de puente entre la propaganda rusa y los movimientos sociales y políticos en España», una realidad que se hizo particularmente evidente durante la tensa campaña electoral previa a las elecciones generales españolas de 2023.
Desde las semanas previas a estos comicios, hasta la actualidad, fin del lapso de tiempo estudiado, la comunicadora rusa interactuó en Telegram con el canal Chalecos Amarillos, tanto reproduciendo contenido como siendo sus mensajes reproducidos en este grupo de la red social. Chalecos Amarillos es descrito por Borràs como un grupo «orientado a la desestabilización democrática y consumido por colectivos de extrema izquierda«, que intenta «ensalzar y dar visibilidad a luchas disruptivas vinculadas a la extrema izquierda, particularmente a nivel local, aunque también con alcance internacional», promoviendo a su vez «posicionamientos anticoloniales y antiimperialistas que están alineados con los discursos rusos». En el contexto de la guerra de Ucrania, defiende sin ambages «posturas favorables a Rusia» y llegan a difundir numerosos bulos, teniendo muchos de sus mensajes «su origen en RT u otros canales institucionales rusos, como el del Ministerio de Asuntos Exteriores», confirma el investigador.
Objetivo: movilizar y despolitizar
El objetivo de Afinogenova es claro, considera el confundador de Cassini Group Spain: «movilizar a la extrema izquierda y politizar colectivos vulnerables, como aquellos vinculados a la vivienda», mediante «una visión dicotómica» de la realidad, dividiendo el mundo «entre el bien y el mal», antioccidentalismo frente a occidentalismo, nazis contra demócratas, fascismo frente a republicanismo, Palestina contra Israel, entre otros. Es otras palabras, alinear a estos colectivos y sus legítimas reivindicaciones con las narrativas rusas opuestas al apoyo del Gobierno español a Ucrania.
Varios mensajes difundidos por Chalecos Amarillos, la red con la que la comunicadora interactuó antes de las elecciones generales, dan cuenta de su carácter disruptivo y desestabilizador en Europa y España. «Un líder independentista de Nueva Caledonia pide a Francia que autorice un nuevo referéndum de autodeterminación», se lee en un post reciente. «En Córcega, la ira contra el Estado francés sigue presente en la isla», se denuncia en otro. «En Catalunya, más de 5.000 en la convocatoria de la Coordinadora de Movimietos Sociales en Cataluña en defensa del aumento de salarios….en la concentración frente al Banco de España se exigió el cese de su director, un ultraliberal antisocial«.
Respecto al conflicto de Ucrania, sus mensajes se alinean de forma inequívoca con Rusia, haciendo incluso de correa de transmisión de bulos que intentan desviar la responsabilidad de las tropas rusas en masacres y matanzas donde se ha probado con plena fiabilidad su autoría. «GRABACIÓN FILTRADA SUPUESTAMENTE CONFIRMA QUE LA MASACRE DE BUCHA FUE ORGANIZADA POR MILITANTES UCRANIANOS», en referencia a la masacre de Bucha, cuya autoría rusa han confirmado las investigaciones internacionales. «Hoy el ejército ucronazi volvió a usar un misil Tochka-U contra la población de Donbás, mismo misil que masacró a 57 personas… en la estación de tren de Kramatorsk».
Afinogenova sostiene que decidió romper con RT, una televisión financiada exclusivamente por el Kremlin, por sus diferencias respecto a la guerra de Ucrania, a la que afirma no apoyar. Sin embargo, hasta fecha muy próxima a su supuesta ruptura, en concreto durante el periodo de la pandemia, jugó en Moscú un papel destacado promoviendo los intereses políticos y económicos del Estado ruso más allá de toda costumbre entre los profesionales de la información. En un apartado del informe titulado ‘Inna y RT al servicio de la diplomacia y la inteligencia económica rusa’, Borràs contabiliza decenas de mensajes entre abril de 2020 y enero de 2022 dedicados a promover la vacuna Spútnik entre su audiencia en Latinoamérica, un lugar donde las farmacéuticas occidentales tenían problemas para suministrarla y donde el Kremlin aspiraba y aspira a ganar influencia explotando el sentimiento antinorteamericano. La comunicadora justificó la acción asegurando que el tema era de «interés general«, que buscaba «despejar» las mentiras de la prensa occidental respecto al inyectable y que habría hecho «lo mismo» con cualquier otra vacuna, incluso si esta había sido elaborada por una gran farmacéutica. «Trabajando en RT, siendo rusa y considerando la (enconada) defensa que hace (de Spútnik) en todos sus posts, su decisión personal aleatoria es poco creíble», señala Borràs. La vacuna rusa generó gran división en la UE, incluso en España, donde el Gobierno de Madrid presidido por Isabel Díaz Ayuso se planteó su utilización, pese a que el inyectable aún no había sido aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
Afinogenova se ha presentado en España como una persona que ha dejado su país por diferencias políticas con el liderazgo de su país. Sin embargo, a diferencia de la totalidad de opositores rusos refugiados en España, pudo regresar a Rusia sin ser inquietada en el verano de 2022, difundiendo fotografías suyas en el centro de Moscú en sus cuentas de Instagram y X, generando comentarios de escepticismo entre los colectivos de exiliados rusos en España, y hasta memes en las redes. Su viaje, eso sí, contrasta con unas declaraciones suyas realizadas a la publicación Alda al comienzo de la guerra. La comunicadora se quejaba de que tanto a ella como el rusoespañol Pablo González se los presentara como espías por la prensa española, y ofreció como prueba de sus intenciones su imposibilidad de viajar a su país de nacimiento: «Estoy segura de que en los próximos años no podré volver a Rusia. Y no porque allí no tendré trabajo, sino porque salí en medios como traidora… no puedo ir a Rusia y cenar con mi madre».
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