«La sensación de urgencia hoy es mayor que hace una semana», aseguró este viernes en Budapest el ex primer ministro italiano Mario Draghi, que debatió junto a los líderes su informe en el que insta a la Unión Europea a tomar medidas para impulsar su competitividad. El resultado de las elecciones en Estados Unidos aumenta la presión sobre los Veintisiete.
Los líderes de la Unión Europea se reunieron en una cumbre informal en Budapest para debatir el informe Draghi. La discusión estaba prevista desde hace semanas pero la victoria del Donald Trump el pasado 5 de noviembre y la amenaza de una administración más dura y proteccionista que nunca la hacía todavía más urgente.
Los Veintisiete firmaron en Budapest una declaración en la que aseguran que han entendido la llamada de atención. «Es imperativo que cerremos urgentemente la brecha de innovación y productividad, tanto con nuestros competidores mundiales como dentro de la UE», dicen los líderes, que dan un calendario específico a la Comisión con qué quieren y cuándo lo quieren. El objetivo de la cumbre, marcar las prioridades, está cumplido. Pero el Ejecutivo comunitario tiene ahora mucho trabajo por delante.
Los líderes piden a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, una estrategia para profundizar en el mercado único de aquí a junio del próximo año. Para 2026, quieren ver avances en la Unión del Mercado de Capitales y también en la Unión Bancaria, con el objetivo de impulsar la inversión. También aumentar la inversión público-privada en defensa, atajar la volatilidad de los precios de la energía o reducir la carga administrativa de las pymes para hacerlas más competitivas.
Nuevas tecnologías y materiales críticos
La lista de deseos incluye también propuestas sobre cómo impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías en el continente también de cara a junio del año que viene. Respecto a la necesidad de materiales críticos, Von der Leyen propone diversificar los proveedores para evitar dependencias y el reciclaje como alternativa.
Otro de los pilares fundamentales es el desarrollo de una política industrial que contribuya a lograr el objetivo de la neutralidad climática que la UE se ha marcado para 20250. «En el pasado hemos probado que podemos reducir nuestras emisiones al tiempo que hacemos crecer nuestra economía, pero tenemos aún algunos retos que abordar», dijo la presidenta de la Comisión Europea. Su Ejecutivo tendrá en cuenta el informe Draghi pero también preguntará directamente a la industria qué necesita para alcanzar ese objetivo.
Derechos laborales, diálogo social, economía circular, apoyo al sector agrícola, una política comercial que garantice la seguridad económica manteniendo los mercados abiertos y tejiendo acuerdos comerciales… los veintisiete piden mucho pero están dispuesto a pagar poco «Exploraremos el desarrollo de nuevos instrumentos», aseguran los Veintisiete, «seguiremos trabajando para introducir nuevos recursos propios». Este debate es de todo menos nuevo y en este ámbito, sigue sin haber ni peticiones, ni propuestas concretas.
La receta de Draghi
Ante el Parlamento Europeo, el pasado mes de septiembre, Draghi no se anduvo con rodeos. En un mundo en el que las dependencias económicas se convierten en debilidades geopolíticas, «de todas las grandes economías, Europa es la más expuesta». La UE es la economía más abierta al comercio, pero también la más dependiente, la que se enfrenta a los precios de la energía más altos, la que más retraso lleva en el desarrollo de nuevas tecnologías, y la que está más expuesta a amenazas a su seguridad.
El italiano reconoció en Budapest que la llegada de Trump a la Casa Blanca seguramente dificultará todavía más el trabajo que la UE tiene por delante. «Trump dará tanto impulso a la industria de la innovación como protegerá la industria tradicional, que son justo los sectores donde nosotros exportamos más. Y por lo tanto ahí, deberemos negociar con el gobierno americano, con un espíritu de unidad, para proteger a los productores europeos», dijo Draghi.
«Lo que Europa no puede seguir haciendo es posponer las decisiones», advirtió el ex premier italiano que apuntó que esta falta de dinamismo es directamente responsable de la falta de crecimiento de la economía europea frente a sus competidores.
Reforzar la seguridad y la independencia, pasa por garantizar la inversión. Este es quizá el gran problema al que se enfrenta la Unión, más allá de prioridades políticas. Draghi cifró la inversión que Europa necesita en unos 800 mil millones de euros anuales. Una cifra impronunciable para muchos dentro del Consejo Europeo. Pero el italiano no cree que esto sea lo más urgente. «Lo más urgente ahora es luchar contra la fragmentación del mercado interior y del mercado de capitales», aseguró.
La Unión fragmentada
El principal mensaje de los líderes es que la única forma de hacer frente a lo que viene es mantener la unidad. Esa era la imagen que la UE trataba de dar, en plena resaca electoral por la victoria de Trump. Pero lo cierto es que cada día es más evidente que esa unidad es casi inexistente, al menos, a Veintisiete.
«Unidad y confianza son los ingredientes mágicos para abordar estos retos», dijo el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en rueda de prensa tras la cumbre. «Esa confianza no se genera sola», insistió Michel, «requiere hacer esfuerzos para entender al otro incluso cuando no estamos de acuerdo». Lo decía mirando directamente al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que lleva meses cuestionando el consenso europeo. Orbán en ningún momento le devolvió la mirada.
«Está claro que todos estamos de acuerdo en hacer Europa genial otra vez», defendió el húngaro durante esa misma rueda de prensa, parafraseando a Trump con el que se ha convertido en el eslogan de la presidencia húngara del Consejo, «ya que los americanos han decidido hacer América grande otra vez». Tras la referencia incómoda a la victoria del republicano, las cámaras captaba la sonrisa incómoda del propio Michel y Von der Leyen.